Refriega

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Hiro y Miguel estaban sorprendidos, los habían emboscado por segunda vez, el genio observo a su alrededor, era obvio que ya habían salido del complejo de túneles y no estaban en la plazuela donde los emboscaron previamente.

Entonces como si de un chancletazo de abuelita Elena se tratara reacciono, como es que no lo había visto antes, no lo noto, las rejas cerradas, los caminos que solo llevaban a callejones y los vigías en ciertas rutas, los habían engañado, los guiaron directo a la boca del lobo.

Ahora se encontraban totalmente rodeados, escapar hacia los túneles no podría ser una opción nuevamente, seguramente estarían preparados para atraparlos si lo intentaban, no había opción había que luchar.

H- Miguel – llamo la atención del músico – quédate atrás de mi –dijo mientras sacaba un aparato de su mochila y lo colocaba en su cabeza, para después arrojar la mochila al suelo

Todos los esqueletos prestaron atención a la mochila que comenzó a revolverse, incluso Miguel prestaba mas atención a la mochila que a los esqueletos a su alrededor, el mitad nipón lo tomo de la mano.

H- Atrás de mí – decía mientras colocaba al mexicano a su espalda alejándolo unos pasos– modo combate

En ese momento la mochila se desgarro, haciendo que pedazos de tela desgarrados volaran por todos lados, Miguel estaba confundido, no sabía lo que había pasado, en donde antes estaba la mochila ahora solo había algunos trozos de la misma.

Más confundido aún estaba de lo que hacía Hiro, estaba haciendo movimientos raros, movía las manos de un lado a otro haciendo poses raras, se acercó un poco, le preocupaba lo que hacía, no entendía que estaba pasando.

Estaba a punto de tocar su hombro cuando un grito llamo su atención, cuando volteo a ver de dónde provino el grito, una sombra borrosa cruzo su línea de visión, la ignoro para posar su mirada en un esqueleto que yacía deshecho en el suelo.

Otro grito llamo su atención, de nuevo volteo a ver pero antes de posar la vista en la fuente del grito otro retumbo en sus oídos, y otro y otro, por todos lados se escuchaban gritos y a donde quiera que volteaba veía esqueletos tirados.

M -¡Hiro!, ¿Qué esta...? – antes de completar su pregunta, observo de casualidad a un esqueleto siendo golpeado y desarmado por un extraño ser negro de seis extremidades con una cara roja de sonrisa maliciosa – ¿Un alebrije? – se preguntó en voz baja

H- No – respondió Hiro que alcanzo a escuchar – son mis megabots

Miguel observo a detalle el extraño ser, ahora lo recordaba, lo había visto otras veces en el laboratorio de Hiro, aunque la cara era diferente.

Se acordó como la primera vez que fue al laboratorio lo tomo pensando que era un juguete y como este se le resbalo de la mano, trago saliva mientras veía como mandaba a volar la cabeza de uno de los esqueletos – Que bueno que no se enojó esa vez- pensó para sí mientras se cubría el cuello con las manos.

Hiro había desplegado tres megabots modificados para responder con la tecnología neuronal de los microbots, modo refriega, había llamado así al modo en que Hiro designaba un objetivo y uno de los megabots lo neutralizaba, claro que estaban programados para incapacitar objetivos humanos, pero su desempeño contra los esqueletos era aún mejor.

Todo parecía estar a favor de los chicos, pero Hiro no contaba con el hecho que los objetivos simplemente se volvían a ensamblar, además eran demasiados, eso no parecía tener fin, hacia lo posible por contenerlos pero poco a poco avanzaban arrinconando a los chicos.

Miguel estaba impresionado, ya había comprendido lo que Hiro estaba haciendo, nunca se hubiera imaginado que era capaz de hacer eso, tendría que recordar no hacer enojar a su amigo, pero también se había dado cuenta de su situación. El mexicano estaba volteando a todos lados tratando de buscar una salida, pero cualquier ruta estaba cubierta, la única vía libre era...

Anomalía [Higuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora