Búsqueda y Celada

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Pepita volaba rápidamente sobre la tierra de los muertos, montados en su lomo estaban Hiro que ya le había perdido el miedo a volar en el alebrije, Miguel y Héctor, estos últimos hablaban de lo que habían pasado los últimos meses, Héctor le contaba como las cosas habían cambiado.

Le menciono que había conseguido el perdón de Imelda, después de un par de serenatas claro, que Imelda aun no le perdonaba del todo pero que entendía la razón de por qué nunca regreso, y como le dieron otra oportunidad a su relación.

Le conto como en ese mundo Ernesto de la Cruz había pasado de ser uno de los más grandes ídolos a ser uno de los personajes más repudiados gracias a los acontecimientos del concierto de cierre del día de muertos.

Si bien al principio había sido repudiado por casi todos aún conservaba suficientes seguidores, pero eso se había terminado hasta hace poco tiempo, cuando se supo lo del fraude de Ernesto en el mundo de los vivos.

M- ¿Pero como se enteraron de eso? – pregunto sorprendido

He- ¿Y cómo crees?, de la única manera que podemos enterarnos de algo aquí, de los nuevos

M- ¿De los nuevos?

He- Si, de los recién llegados

M- ¿Cómo?

H- De los que acaban de morir – respondió Hiro que había escuchado la conversación

He- Eso mero, hace poco era de lo único de lo que se hablaba, le quito la mayoría de los seguidores que le quedaban a Ernesto, de hecho ustedes son algo famosos aquí

M/H- ¿Nosotros? – preguntaron al unísono

He- Si, todos hablaban de un reportaje que decía que eso se descubrió gracias a varias causas, entre ellas la imprevista y extraña amistad de un pequeño músico y un pequeño genio de la robótica

M- Si, somos nosotros

He- En fin ahora Ernesto se esconde quien sabe dónde, no se ha sabido nada de él desde hace tiempo

Mientras los Rivera hablaban, Hiro escuchaba y observaba el paisaje, aun no se acostumbraba al mismo, ocasionalmente miraba discretamente el aparato en la muñeca de Miguel, no lo suficientemente discreto, ya que el mexicano lo había notado.

M- No te preocupes, aún tenemos tiempo – Le dijo al genio mientras le mostraba el aparato, tomándolo por sorpresa- y aunque se nos acabe, bueno podremos volver cuando queramos, ya sabemos cómo hacerlo ¿no?

H- Es verdad, es solo que...

He- Te entiendo chamaco, es difícil querer ver a alguien con toda tu alma y no poder hacerlo

M- Pero ya estamos más cerca, no descansaremos hasta que lo encontremos, ¿verdad Pepita? - preguntaba al ser multicolor mientras le sobaba el lomo, este hizo un sonido de que podía interpretarse como una afirmación

H- Gracias, en serio se los agradezco – decía mientras observaba la gorra de Tadashi

De manera inesperada, un alebrije salió de la nada arrebatando la gorra de las manos del Hamada, era tan veloz que para cuando reaccionaron, el pequeño ladrón ya les había tomado una gran ventaja.

H- ¿Que fue eso?, ¡¡La gorra!! –gritaba mientras señalaba la dirección a donde escapo el alebrije

He- ¿Pero qué?, ¡Pepita, Dante síganlo! – grito a los guías que los acompañaban

Siguieron al alebrije hasta el suelo, en una zona que Héctor conocía poco, el pequeño alebrije se escabullo por unos pasillos lo suficientemente chicos como para que el mayor de los guías espirituales no pudiera pasar.

Anomalía [Higuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora