Capítulo 43

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Durante su vida, ha aprendido a luchar y encontrar demasiados obstáculos y a cual más difícil.
Fue  padre muy joven, y tuvo que dejarlo todo por cuidar de su hija, y cuando por fin vio un rayo de luz en su vida, todo vuelve a nublarse. Su corazón sigue resistiéndose de abandonar a Lorena, pero ese mismo día le daban el alta a su hija y Miguel le había pedido que regresara lo antes posible para cerrar una venta. La situación para Aurelio era algo complicada, pero aún así estaba dispuesto a luchar por el amor de Lorena.

Lo primero que hizo fue hablar con su  hija.

—Papá, te noto nervioso. ¿Todo va bien?

—Si y no.

—No comprendo. Es sobre mí, por qué si es así yo me encuentro perfectamente. O es sobre mi madre.

—Irene, esto...A ver por dónde comienzo... Sobre tu estado de salud, hasta el momento va todo bien, los médicos han dicho que tu cuerpo ha admito los órganos bien y con un tratamiento y revisiones podrás tener una vida normal. Sobre tu madre, sabes que te dije que tú hermano murió. Nada se pudo hacer por salvarle la vida. Y desde aquel día que me la cruzé no la he vuelto ha ver. Y espero no verla más.

—Entonces papá, si todo va bien, porque estás así de inquieto.

—Irene, quiero decirte que me enamorado de Lorena. Estás semanas la he podido conocer mejor y me gusta demasiado. El problema es que me tengo que separar de ella. Nosotros volamos está misma noche para España. Y ella no puede dejar su trabajo.

—Papá me alegro mucho que te hayas enamorado y de Lorena mejor. Me cae super bien, es tan buena. Qué pena que no puedas casarte con ella. Me hubiera gustado que sea mi mamá.

—Tranquila mi amor, todo se solucionará.

Ese momento, tocaron a la puerta, era Raúl con una enfermera y el doctor Soto. Durante un rato hablaron con Aurelio explicándole la evolución de Irene, el tratamiento que debe tomarse y algunas recomendaciones que debe seguir.
Aurelio feliz de que por fin su hija pueda llegar a ser la que era, agradeció a los médicos todo lo que  habían hecho por su hija. Al llegar el turno de Raúl, Aurelio le estrechó la mano preguntándole si podía hablar en privado con él. Éste aceptó sin ningún problema.

Un par de horas después, tras haber terminado su ronda de visitas y haber dado algunas altas. Raúl se hallaba leyendo unos papeles cuando tocaron la puerta. Se trataba de Aurelio.

—Hola Doctor Asbal, siento molestarte.

—No, para nada, pase Aurelio y puede tutearme. ¿Quiere un café?

—Agua está bien.—  Raúl le hizo entrega de una botella de agua y seguidamente se preparó su café tomando de nuevo asiento en su sillón.

—Dime Aurelio, ¿de qué querías hablarme?

—Pues se trata de Lorena. Yo... diríamos que yo estoy interesado en ella. De hecho hemos tenido algunas citas y cada vez que pasaba más tiempo con ella más nos hemos enamorado. — Raúl alzó una ceja escuchando en silencio Aurelio.

—Yo... esto suena un poco antiguo, pero yo quiero hacer bien las cosas y quiero pedirle la mano de su hija. Quiero, claro si ella me acepta poder casarme con ella.

—¿Aún no se lo has pedido?—Miró extrañado Raúl aquel hombre que aún permanecía nervioso.

—No, porque hoy mismo viajo para España y entiendo que ella quiera seguir trabajando. Y de paso así me dará tiempo de hablar con Miguel y buscar la manera de venirme aquí con mi hija.

—¿Estarías dispuesto a dejar todo por Lorena?

—Si, estoy más que dispuesto, es lo que más deseo poder estar cerca de Lorena y hacerla mi esposa, si ella me acepta claro.

CONCÉDEME EL DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora