—Eloísa...—Casi en un susurro pronunció Zacarías el nombre de ella bajo la confusión. La mano de Eloísa extendió su mano aquel hombre que la miraba con una pequeña alegría volviéndole de algún modo una felicidad que le arrebataron hace años.
—¿Se puede saber que está ocurriendo aquí? —La voz bronca y ruda de Miguel hizo que aquellos dos se alejasen como si se hubieran electrizado. Eloísa miraba turbada a Miguel confusa por haber escuchado su nombre en los labios de un hombre que no la conocía. Su piel era pálida, sus ojos se movían rápidos comenzando a sentirse atrapada entre el miedo y la revelación.
—Tú desgraciado ¿Qué haces aquí? Maldito desgraciado.—La voz de Miguel sonaba frenética cargada de poseso ante un hombre débil que le tiene demasiado miedo. Zacarías viendo las claras intenciones de golpearle Miguel, salió corriendo sintiendo tras él las blasfemias que le decía el que años atrás fue un gran amigo.
Al girarse y ver a su nieta en estado de shock, Miguel notó como una leve pero intensa descarga fluía por su cuerpo por a ver tenido que presenciar como su nieta lo había desobedecido.
—Qué hacías hablando con ese bastardo, sabes perfectamente que te lo tengo prohibido.
—Yo...—Qué podía decir Eloísa ante la mirada llena de odio por parte de Miguel sintiendo a su vez como la agarraba por su brazo tan fuerte que ya comenzaba a sentir dolor.
—Eres un cínica, y tu impertinencia te va costar cara Mariola. —Con su mano levantada Miguel iba a golpear a Eloísa cuando tras él escuchó la voz de Marcos.
Inmediatamente Miguel bajó su mano soltando de malos modos a Eloísa. Al ver a Marcos parado detrás de Miguel, Eloísa sintió como su miedo desaparecía mientras abrazaba a su salvador.
—Está todo bien Mariola. —Le susurró éste acariciando la espalda de Eloísa de forma que se calmase.
—Marcos qué sorpresa de qué hayas venido.— Con apariencia simulada de no haber ocurrido nada, Miguel estrechó la mano de Marcos quitándole importancia al asunto.
Miguel y Marcos intercambiaron unas palabras antes de que éste se marchase dejándoles solos.
Sintiéndose como un cervatillo a punto de ser objeto de caza, así creía sentirse Eloísa temblando por el miedo anteriormente vivido. Por suerte, la presencia de Marcos colocó todo en su sitio y ella pudo llorar escondiendo su rostro en el pecho de él.
—Cálmate Mariola, no quiero verte así. ¿Qué es lo que has hecho para que tú abuelo se ponga de esa forma así contigo?—Aquella era una pregunta un tanto estúpida, puesto que ella no era Mariola, pero al no saber de quien se trataba aquella desconocida debía tratarla como Mariola, pero tampoco iba a permitir que alguien como Miguel la lastimase.
—Yo no he hecho nada malo. Sólo estaba hablando con Zacarías.—Su llanto caló hondo en Marcos limpiándole cuidadosamente sus gotas para volverla atraer hacia su cuerpo dándole el cariño que le pertenecía.
—Mariola, sabes que tú abuelo no quiere que te acerques a ese hombre y mucho menos que lo desobedezcas. —En ese momento Marcos necesitaba protegerla de algún modo. No podía decirle que sabía que ella no era Mariola y mucho menos en la finca de Miguel Urtizo. Correría el riesgo de que Miguel se enterarse y ni quería imaginarse lo que pudiera llegarle hacerle.
Estaba claro, que no era el mejor momento de hablar con ella, debía permanecer a su lado y protegerla de ese hombre.
Después de la cena, Eloísa se fue a descansar y Marcos siguió a Marta hasta un pequeño jardín situado detrás de la casa.
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CONCÉDEME EL DESEO
RomanceLa familia Urtizo, una familia respetada y adinerada. Miguel un hombre serio y respetado entre sus trabajadores se ve envuelto en un escándalo por culpa de su hija. Al morir su hija tras a dar a luz a trillizas, amenaza con hacerlas desaparecer. Esm...