Preocupado por la situación que estaba pasando su hija, Raúl viajó hacia España para poder estar junto a Eloísa.
Nada más ver a su hija, Raúl la abrazó aguantando el dolor que daba comienzo dentro de él.
Su hija ya no era la misma. Sus ojos azules risueños se habían apagado y su semblante no lucia con la misma belleza.—Eloísa por favor hija no quiero verte así. —Las palabras de aquel padre debían ser alentadoras. Pero no lo eran, ni siquiera podían despertarla en la penumbra que se había refugiado.
Dejándola descansar, Raúl habló con Esme y Lorena. Las dos mujeres no podían deshacerse de ese lamento que llevaban cargando desde hace semanas.
—Raúl no sabemos ya qué hacer para sacarla de ese abismo y sea la muchacha alegre que era. Eloísa se ha encerrado en el sufrimiento de la perdida de su hijo y no quiere luchar.—Esme volvió a sollozar. Ver a su hija como se consumía día a día y no hacía nada por luchar la estaba matando de tristeza por dentro.
—Te entiendo Esme. Y lo peor de todo que ha comenzado a odiar a Mariola porque ella si va a dar a luz a su bebé. Yo tampoco sé qué hacer. Siento que todo se me va de las manos.
—Papá, mamá. Debemos de ser fuertes. Entiendo que ver a mi hermana en ese estado nos aflija. Yo he llegado a pensar que se venga conmigo a París. Lejos de todos estos recuerdos.
—Hija, la estarías separando de Marcos. Ellos se quieren y no voy a permitir que la historia se repita de nuevo. No quiero imaginar por la angustia que estará pasando Marcos. Buscaremos otra solución.
—Y si la llevamos a la finca. Allí estará cerca de Marcos y ese lugar es tranquilo.
—Esme me niego.
—Papá, mi mamá lleva razón, allí Eloísa podrá recuperar se. ¿Acaso no es eso lo que quieres?
Raúl se giró dándole la espalda a su hija. Sus recuerdos volvieron a parecer. Su hombría le impedía llevar allí a su hija, aun así tuvo que tragarse su ego y admitir que Eloísa estaría bien en aquel lugar.
Días después viajaron hacia la finca. Allí los esperaba Miguel feliz de ver de nuevo a sus nietas.
El primero en pasar dentro de la gran casa fue Raúl. De nuevo tenía cara a cara a Miguel. Su mirada se volvió dura, sus puños estaban casi blancos y la ira que sentía crecía por milésimas de segundos.
En cambio Miguel no movió ni un músculo. Permaneció quieto a la espera de lo que pudiera hacerle Raúl.—Te lo advierto Miguel, si le haces algo malo a mis hijas te juro que no voy a responder de mis actos.
—Raul perdón. Perdón por todo el daño que te hice. Sé que no tengo excusas, pero aún así necesito que me perdones. Te prometo que cuidaré de mis nietas. Jamás la lastimaría.—En esa mirada donde había visto tantas cosas y los años habían corrido demasiado deprisa. Aquel anciano mostraba arrepentimiento, suplicando que lo perdonaran. Algo muy difícil de conseguir puesto que el dolor que llevaba almacenado Raúl le pesaba demasiado como para hacer que no había ocurrido nada.
Raúl sin decir nada más se fue en busca de su padre dejando que las mujeres acomodasen a Eloísa para que estuviera lo más tranquila posible.
Durante su estancia, Miguel permaneció lo más alejado de Raúl procurando ser cordial mientras estuviera él. Miguel había aprendido que la soledad no era la mejor aliada de una persona, durante los días que ha permanecido en la oscuridad de su casa solo, había comprendido que uno no puede imponer su voluntad a los demás.
Tras despedirse Raúl de su hija, le pidió a Esme y Marta que la cuidasen y si hubiera algún problema se lo comunicaran inmediatamente. Acto seguido agarró su maleta y junto a Lorena y tras haberse despedido de su familia se dirigieron hacia el aeropuerto.
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CONCÉDEME EL DESEO
RomansLa familia Urtizo, una familia respetada y adinerada. Miguel un hombre serio y respetado entre sus trabajadores se ve envuelto en un escándalo por culpa de su hija. Al morir su hija tras a dar a luz a trillizas, amenaza con hacerlas desaparecer. Esm...