Extra / parte One

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Punto de vista; Frimost

Diecisiete años antes


Surgat y yo estabamos mirándonos frente a frente a los ojos, le miraba con burla él intentaba el no hacerlo.

─Vamos, rindete, ambos sabemos que ya no puedes─ le dije sonriendo de lado, frunció el seño.

─¡Nunca!, ¡Pienso ganarte esta vez!─ me grita decidido pero en ese momento parpadeo ─¡Maldita sea!, ¡Me cago en todo!─ gritó haciendo un berrinche.

No la pasamos jugando a ese tonto juego de las miradas que los humanos juegan cuando estamos extremadamente aburridos, pero siempre termino ganando, es divertido ver sus berrinches.

─Seamos realistas, soy el mejor─ lo sé, aveces llegó a ser algo ególatra.

El me miró enfadado, todos en el infierno piensan que Surgat y yo somos pareja, por la simple razón de que nos llevamos súper bien ya que ningún otro demonio llega a caerme como él lo hace y lo termino golpeando hasta casi matarlo, eso todo el mundo lo sabe, pero déjenme decirles que no, no lo somos, nos tratamos más como hermanos.

─¡Cállate puta!─ me miró emputado y le regresé la mirada intimidante, cambió su expresión a una de terror cuando no cambie mi mirar y me le asercaba lentamente.

Le comencé a hacer cosquillas, él reía como loco, honestamente nunca había sentido la sensación de cuando alguien te atrae románticamente, sentía la curiosidad de cómo se sentirá, ¿realmente es como los humanos dicen?.

─Frimost, si vas a tener sexo con la zorra de Surgat vallan a tu habitación, no me gustaría ver eso─ dijo una voz detrás de mí, fruncí el seño y le miré, se trataba del imbécil de Guland.

─¿Qué mierda quieres?─ le pregunté secamente, este tipo no me agrada nada.

─Nuestro padre te habla─ lo peor es de que todos los demonios son como mis hermanos.

Me queje y me fui volando hacia donde siempre se encontraba nuestro padre Satán, en su típico gran trono en un lado del círculo echo de los humanos cuando caen a este foso de mierda, al igual que los otros tronos que eran de nosotros, los demonios, me paré en frente de él esperando lo que sea que me quisiera decir.

─Muy bien Frim, hoy es tu turno─ sonreí con malicia al escuchar esas palabras.

Se preguntarán, ¿qué turno?, Bueno, cada cien años un demonio está encargado de hacerle la vida imposible a un humano cuando recién nace, hoy es mi turno.

─esta a punto de nacer, así que ve ahora─ asentí y me volví la nube de humo negro de cuando me suelo teletransportar.

Llegué al mundo humano, exactamente a la habitación en dónde sería el parto, despues de unos minutos de dolor para la madre e indiferencia para mí, el bebé nació, su cabello era extrañamente de color turquesa, su piel mucho más clara que las de sus padres y sus ojos bicolor, lo único que concordaba era su ojo verde como los de su padre, ya que el otro era rojo.

Las enfermeras les entregaron a su hijo, me le acerque al padre e hice que mirara al pequeño con odio, mientras que su madre le miraba con extrañeza y con una felicidad indescriptible.

Me senté a los pies de la camilla y miraba con extrañeza a la madre.

Dos años después


Miré hacia el niño con nombre de Matthew Zev, el niño que le haría la vida imposible, este miraba atentamente a su hermano recién nacido con sus ojos brillantes.

Apresar de que sea un pequeño de dos años de edad, se habia y sigue esforzándose demaciado, apresar de los golpes de su padre que yo provoco, ya sabía caminar y hablar, es extraño.

─es tan lindo─ iba a tocar al pequeño pero un manotazo se lo impidió.

─no lo toques─ le advierte su padre ─no quiero que se vuelva como tú─ le dijo secamente, el pequeño de cabello de color extraño miraba con tristeza a su hermanito y se alejó.

Matt salió de la habitación de sus padres, la madre miraba con preocupación la puerta mientras que al padre no le importaba ni una mierda, miré al bebé que estaba entre las cobijas, su cabello igual turquesa solo que un poco más obscuro con su piel un poco canela y sus ojos verdes, claramente muy diferente al pequeño de dos años, salí y me dirijo a la habitación debajo de las escaleras de esa casa de dos plantas, y allí estaba el pequeño llorando en su cama, lo único que se escuchaba eran gimoteos, me senté en la orilla mientras miraba al pequeño.

─y-yo sólo quiero que mi padre me quiera─ dijo entre sollozos y lágrimas, sentí una opresión en mi pecho al escuchar su vocesita quebrada.

Me sentí culpable, de echo, soy culpable, yo soy el que hace que su padre le odie.

Dos años después


Hace un año hice que el padre del chico le prohíba a la madre que no viese a su hijo de cabellos turquesas con cuatro años de edad, hoy mismo le descubrió que no le hizo ningún caso, y la comenzó a golpear diciéndole lo puta y eso que era, realmente nunca lo fué, el pequeño de cabello turquesa obscuro lloraba mientras que su hermano mayor veía todo con lágrimas en los ojos, tratando de ser fuerte, ya que creía que su padre quería que lo fuese.

Después de un rato la mujer se encontraba en el suelo con moretones en su piel y sangre saliendo de esta, de su cuerpo ahora sin vida.

─¡MATTHEW ZEV!─ le gritó y este salió de su escondite quedando a la par de su padre, intentando de no mirar al cuerpo de lo que fue una vez su madre ─¡¿YA VEZ LO QUE HICISTE?!─ le agarro de su cabello sin ninguna compasión ─¡POR TU CULPA TU MADRE MURIÓ!─ le gritó haciendo que viera el cuerpo de aquella mujer a la fuerza ─¡LE ARREBATASTE A SU MADRE A BRADLEY!─ le jalo hasta quedar en frente de la puerta principal y la abrió ─ahora no tienes familia─ le dijo con odio para después aventarlo a la calle y cerrar la puerta de un portazo.

Salí y Matt se levantó con dificultad mirando por última vez su casa con lágrimas en los ojos y comenzó a caminar mirando al suelo lejos de ella, estoy haciendo bien mi trabajo, pero... ¿por qué me siento como una gran y reverenda mierda?

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