Cuarta Carta

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La verdad es sorprendente.

Después de aquella plática con los chicos, regresé a casa y mi madre me cuestionó sobre por qué pasaba tanto tiempo en la calle. Mis respuestas fueron 2 mentiras y una verdad. Le inventé que había muchas tareas en equipo y que tenía unos amigos con los que me reunía para andar en patineta. Pero también le dije que tenía una novia.

-Me he hecho de una novia. - Le Dije

- ¿Te hiciste de una novia? -

- Si. - Le contesté.

- Es muy guapa. - Añadí

- Pero ¿cómo ha sucedido? ¿Es la misma chica con la que te vio tu hermano? - Preguntó

-Sí, es la misma. - Contesté-

- Pero ¿cómo se llama? Cuéntame todo. - Insistió tomando asiento y apoyando la barbilla en sus manos para poner atención a lo que estaba a punto de contarle.

Le dije que la había conocido en la escuela, que ella era quien me había hablado y también que la veía después de clases cuando la visitaba en su casa. Pero no le dije que era la hija de Salvatore Amati, que me había enrolado en las filas de la mafia para salvarla de su triste destino y que aquel amor podía matarme.

No obstante, lo que le dije le bastó y me dejó comiendo para regresar al trabajo.

-No puedes pasar tanto tiempo afuera, al menos invita a tu hermano alguna vez. Estoy segura que tus amigos lo amarán. – Dijo cuando se marchaba. La vi abordar su nissan leaf de color azul marino y me pregunté como es que se las arreglaba para ser así de alegre. Su cabello rubio siempre era radiante y su sonrisa trasmitía calma cada vez que la veía. ¿Cómo era posible que no fuera una mujer triste y amargada?

Terminé mi comida y lavé los platos. Vi a mi hermano marcharse en su bicicleta después de que me revolviera el cabello y solo me quedó llevar a cabo mis deberes. Pero luego de un par de horas, cuando faltaban 5 minutos para las 6 de la tarde. Me decidí a salir de casa y dirigirme a la mansión Amati. Era una tarde calurosa de otoño, el cielo apenas si era rojizo y los arboles comenzaban a cambiar los colores de sus hojas.

Caminé hasta la esquina de la casa de Patricia y me pensé mucho Mi corazón tenía un dilema, ¿Qué tanto arriesgaba la vida de mi madre y de hermano? Pero antes de que me diera la vuelta para regresar a casa, un auto oscuro se detuvo frente a mí y abrió una de sus puertas.

-Entra. - Dijo Lancelot y seguí su invitación.

- ¿Qué pasa? ¿A dónde vamos? - Le pregunté-

-Vamos a una fiesta. Hoy vas a conocer la casa de Françoise. - Contestó.

- ¿Pero a qué vamos a la casa de ese imbécil? - Dije

-Resulta que hoy es su cumpleaños y estamos invitados. – Reveló mi compañero.

-¿Es su cumpleaños?.- Pregunté.

-Así es, va a ser una fiesta fenomenal. No no la podemos perder por nada del mundo.- Agregó.

-Pero François me odia ¿Cómo me va a dejar entrar a su fiesta de cumpleaños? - pregunté

-Porque Patricia estará allí. - Añadió señalándome la nariz con su índice derecho.

-Bueno, espero que al menos pueda estar con ella. - Confesé.

-Eso será más que imposible. Recuerda que ella es su prometida. - Añadió Lance.

- ¿Entonces con quien voy a estar? - Pregunté y se señaló sonriendo.

- Bueno, creo que puedo lidiar con eso. Digo, así puedo pasar más tiempo contigo y aprender más de ti. - Añadí

Ámame Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora