Relatos de un corazón frágil

El peligroso juego de la lujuria

un fin de semana después de reflexionar sobre mi vida y el tiempo, en mitad de un golpe de rebeldía me dije a mi misma "voy a intentarlo" lleve mis manos a mi rostro y respire profundo y entonces supe que tendría el coraje para hacerlo.

la sensación de tus labios rozar con los míos por primera vez tranquilizo la culpa que me consumía, te acercaste tan sutilmente que no supe reconocer el momento exacto en que ya estaba dispuesta a que me hicieras tuya, tus manos recorrían mi cuerpo mientras el calor subía y el ambiente se hacia cada vez mas denso, tu mirada tan calculadora y penetrante rompía los esquemas de lo que esperaba, ya estabas cerca de mi, besándome con tanta pasión, tan dedicado a hacerme sentir segura que supe que algo no andaba bien, te retire por un momento y voltee la mirada cerré mis ojos llevando las manos a mi rostro y me dije "detente" luego de un enorme suspiro libere una sutil sonrisa que me devolvió el aliento.

no sentí culpa ni arrepentimiento y cínica mente lo intente de nuevo pero esta vez seria algo mas que solo un beso, empezaste a recorrer mi cuerpo con tus manos mientras frotabas tu pene en mi entrepierna, cada vez se hacia mas intenso, mas ardiente, mas sexual, mas difícil de controlar. la noche comenzaba a inundar el entorno, sabia que aun quedaban muchas horas mas, y aun así  parecías no cansarte, ya estabas dentro de mi, haciéndome tuya como nunca nadie lo habría logrado, dominabas mi cuerpo como si fuese  parte de ti, tan liviana y delicada como una pluma, sostenías mi cabello con fuerza, me hacías sentir tan dócil, tan inocente, tan deseada, mis gemidos se expandían con el eco de la habitación por cada golpe en seco de tu pelvis rebotar con la mía, tan espontáneos que era imposible pensar, razonar o detenerme por un segundo a preguntarme si era lo correcto, ardíamos en una fiebre incontrolable, segados por la excitación, consumidos por el deseo, cada vez eras mas fuerte, mas agresivo, mas dominante, ya no diferenciaba el dolor del gusto, podía sentir como mis fluidos caían entre mis nalgas hasta perderse en las sabanas blancas de aquella cama, mientras el sudor de tu cuerpo se mezclaba con el mio, ya mi cuerpo no sentía, pero aun así no quería parar, anestesiada por tu encanto y rudeza, ¿ninfomana?... -tal vez- ...¿fuerte? - no lo suficiente- 

el calor bajo poco a poco y terminamos abrazados encima del escenario donde habíamos llevado a cabo el mayor de los pecados, me sentía realizada, viva, mala, hasta que, sin calcular, tu mirada se cruzo con la mía y recordé esos pequeños detalles que quise ignorar y entonces no importo que mi conciencia me gritara -detente-  recordé tus manos acomodar mi cabello, tus labios rebotar en mis mejilla en medio de un pico inocente, tus frases tiernas que dejabas salir sin darte cuenta, tus caricias a pesar de a ver aclarado que no hacías eso con las chicas. fuiste claro, honesto y firme desde el principio, -somos amigos- decías, -no eres la única- aclarabas, -no te enamores- me aconsejaste, -no soy romántico y tampoco tierno-, hicimos un acuerdo, en el que no habría ataduras, ni compromisos, no me debes nada ni yo a ti, ¿nos veremos de nuevo? -tal vez si, tal vez no-

-detente- son las 2:02 pm, es un día común, como lo seria cualquier otro, y no puedo evitar sentir,  no soy tan fuerte como esperaba, me sentí tan ruda, tan capaz, tan independiente al dejarme tentar por el deseo que olvide quien soy, ignore cada sentimiento a lo largo del camino que ahora me es imposible esconderlos, te he fallado amigo mio y ahora no puedo seguir, no quiero mentirte, no te diré que estoy enamorada por que no es así, pero este es el punto en el que decido intentarlo o dejarte ir, y ambos sabemos cual es la mejor opción, y es que me agradan tantas cosas de ti que el sexo pareciera estar en segundo plano, hay tanta confusión en esta torpe mente que hoy no me diré a mi misma -detente- simplemente me detendré y me permitiré solo por esta vez, no sufrir