¿Cuánto tiempo había pasado en Imperia? Si, como aquí, habían pasado mil palmos, ¿cuántos de sus amigos habían poseído la suficiente magia como para sobrevivir todos esos palmos? ¿Cuántos habían muerto? ¿Cuántos vivían todavía? ¿Cómo lo recibiría su familia? ¿Le darían la bienvenida con los brazos abiertos o lo considerarían un extraño? Liam inspiró profundamente. El suave olor dulce del aire lo sintió sucio en su nariz.
- Estaré a tu lado todo el tiempo - la voz de Zayn le abrigó el cuerpo como una capa suave, consoladora.
Su mirada buscó la suya y observó como una serena sonrisa curvaba su boca, una sonrisa que iluminaba toda su cara. Un hombre podría perderse en su sensualidad y olvidar todos sus problemas. Olvidar su impaciencia por marcharse.
Liam cambió su peso de un pie a otro y se esforzó por apartar la mirada. El era una necesidad desesperada y continua y, compendió, que cada vez le costaba más trabajo mantenerse alejado de Zayn.
A lo mejor cuando se marchara, se lo llevaría con él; lo instruiría en las formas apropiadas de comportarse con un hombre, mientras se ganaba su afecto con sus obvios encantos. Él podría hacerle el amor muchas, muchas veces, con la mágica Imperia rodeándolos. Mejor aún, Zayn podría servirle como una seductora distracción si su familia lo abandonaba.
Tan rápidamente como la idea se formó en su mente, Liam la desechó. Conseguiría lo que necesitaba de el y luego lo abandonaría aquí. No había espacio en su vida para un ser de otro planeta, sobre todo, si le hacía sentir cosas que no quería considerar.
- Cuando finalmente estemos juntos, Zayn muchos mundos temblarán.
- Sí, bien... -Zayn hizo una pausa.
No sabiendo qué más decir, algo que sólo le pasaba con Liam se giró para afrontar la puerta. El pomo giró fácilmente y dio un paso dentro, hundiéndose en la alfombra Borgoña. Liam le siguió esta vez. Los finos cabellos de su nuca se pusieron de punta, alzándose hacia él, deseando su toque.
¿Por qué respondía con tanta facilidad ante este hombre?
Cuando la puerta se cerró de golpe, una campana tintineó para anunciar su presencia. Se quedaron de pie en silencio, esperando, pero nadie los saludó. No había ningún empleado en la pequeña estancia. Ningún cliente.
Zarcillos de humo se elevaban del perfumado incienso a jazmín, flotando y dejando su aroma por todas partes de la desordenada habitación. La débil iluminación y las brillantes paredes le daban un ambiente místico, ayudado por la música suave y lírica que sonaba de fondo.
Finalmente, una mujer de cabellos oscuros que parecía estar en la mitad de la cincuentena, se adentró en la decorada estancia. Con sus grandes ojos color avellana y prominentes pómulos, sus rasgos eran atractivos, aunque envejecidos antes de tiempo. Ella vestía pantalones negros y una blusa blanca hechos a medida, completamente en desacuerdo con su negocio de adivina. Mirándola fijamente, a Zayn le venían dos palabras a la cabeza: profesional y legal.
La sospecha creció al instante en la mente de Zayn.
Liam entendía más de magia, se recordó Zayn. Dijo que había una posibilidad de que este psíquico tuviera el poder que necesitaba y Zayn tenía que permitirle que descubriera la verdad, fuera buena o mala.
- ¡Hola! - Saludó la mujer -. Bienvenidos a mi humilde establecimiento - tenía el cultivado acento de una dama de buena familia inglesa-. ¿Cómo puedo ayudarles? "
Liam prescindió de bromas.
- ¿Posee usted el poder de abrir un vórtice?
La mujer juntó sus manos y tamborileó sus uñas, de manicura perfecta, unas contra otras.
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