Sus rasgos se dulcificaron.
- Bien, he decidido que no voy a dejar de maldecir y no te pagaré. De todos modos, no estaba funcionando en mi caso.
- Y he decidido que puedes dejarlo. Más tarde. Ahora mismo todavía estás en deuda conmigo, y permitiré que me pagues con un trato.
Aquello lo dejó intrigado.
- ¿Qué tipo de trato?
- Escucharás mis siguientes palabras sin interrupciones.
Curioso ante su seriedad, Zayn cabeceó.
- Vale.
Esperó un momento para asegurarse de que Zayn escuchaba.
- Nunca había experimentado una conexión como la nuestra. Tú me has cautivado, me has fascinado y me robas el aliento. Si yo hubiera sabido que eras tan dulce, te habría probado la primera noche, y cada segundo desde entonces, incluso sin tu consentimiento.
Zayn se quedó sin palabras. Su confesión era más de lo alguna vez había imaginado, más embriagadora que un beso. Entonces Liam comenzó a tocarlo otra vez y las sensaciones unidas a sus palabras provocaron que ronroneara.
Ah. Ah, Dios. Ah, sí.
¿En que había estado pensando, se preguntó Zayn adormilado, al rechazar a este hombre durante tanto tiempo?
La mayor parte de las velas sobre el aparador hacía mucho que se habían consumido y Zayn estaba encima de Liam, con su cabeza apoyada, de manera protectora, en el hueco de su cuello. El resto de Zayn cubría su cuerpo como si fuera un edredón de invierno. Ellos acababan de hacer el amor. Otra vez.
Ahora mismo, Liam acariciaba distraídamente, con una mano, la parte inferior de su espalda, provocándole escalofríos de placer. Si sólo hubiera sospechado el delicioso amante que realmente sería, le habría exigido que lo tomara la primera noche. Por supuesto, ahora que lo sabía, nunca le permitirá abandonar la cama.
Oooh, Zayn se sentía tan increíblemente maravilloso. Las cosas que habían hecho, las cosas que había dicho, no le avergonzaban en absoluto. Zayn se deleitaba en ellos y del poder que tenía sobre su dominante hombre. Fuera, en la noche, las estrellas brillaban con intensidad, como pequeños diamantes dispersados a través de terciopelo negro. El mundo parecía haber reducido su velocidad. Todo, incluso el aire y los grillos que cantaban suavemente, estaba tranquilo en consideración a ese momento.
Sus dedos acariciaron el pecho de Liam, ascendiendo y descendiendo sobres sus ondulantes músculos, acariciaron cada una de sus costillas, donde cuatro señales de arañazos se perfilaban hacia abajo. Eso le gustó, ya que fue Zayn quien las puso allí, un sutil recordatorio de su presencia. Suspiró, y el aliento de su respiración removió el poco vello que cubría su pecho. Durante el resto de su vida recordaría esta noche. Recordaría cada sonido, cada olor, cada sensación. Señor, el ya ansiaba más orgasmos, más intimidad y más pasión. Todas esas cosas que pensó que nunca necesitaría, y que ahora estaban marcados en su memoria de tal forma que sabía que ningún otro hombre podría superar Adiós al Síndrome de la Primera Cita, ahora sufría la Enfermedad de la Comparación.
Zayn no pudo reunir la energía suficiente para preocuparse por eso. El calor de Liam se filtraba en su interior, narcótico, consolador, y la sensación tan agradable de encontrarse entre sus brazos tejía un hechizo somnoliento alrededor de su cerebro.
Sus ojos acababan de cerrarse por completo cuando Liam dijo:
- Ahora, pequeña brujo, hablaremos.
- ¿Sobre qué? — Su voz sonó débil y letárgica, y no abrió los ojos.
Lo obligó a rodar sobre su espalda para así poder mirarla a los ojos.
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