Una vez que compre el traje y me lo puse, me dirigí al lugar donde le daban los últimos retoques al maquillaje de Mía.
Llegue por detrás aun que, de cualquier manera, ella no iba a poder verme con los ojos cerrados.
—Se ve hermosa, ¿Verdad?.—Me dijo una de las dos mujeres que la arreglaban.
—Oh, eso no es merito suyo. Ella es así de bella naturalmente.
Y tenía puesto un vestido. Era de color negro y ajustado en la parte de arriba y en la parte de abajo, donde la tela suelta le cubría los pies, el color se convertida en rojo con un par de brillos.
Simplemente estaba espectacular.
Abrió los ojos y me sonrió levemente.
—¿Te gusta? La vendedora lo escogió para mi.
—Estas maravillosa, Mía.
—Bueno, todo muy lindo, si, pero hay un problema—, dijo quien la peinaba— no quiere quitarse esas horribles zapatillas.
Mía blanqueo los ojos y levanto su vestido un poco para que viera a que se refería. Eran sus tenis para correr de siempre. Aun que jamas corría, siempre los usaba.
—Aun que la mona se vista de ceda, mona se queda. Ademas, no se ven con el vestido largo.—Volvió a bajarlo. —¿Lo ven?.
Espere unos minutos mas a que terminaran de ondular su cabello y después literalmente corrimos de regreso al auto para irnos.
—¡Diablos!.—Dije cuando estábamos de camino a la mansión.—No compre nada de regalo para Nina. Seguro ella me tiene un regalo y yo...
—Lo tienes justo aquí.—Señalo una bolsa con cinta de color morado.—Le compre un obsequio con lo que sobro del vestido ya que sabía que te habías olvidado tu.
Llegamos a la mansión y, aun que no había autos de extraños en la entrada, ya se escuchaba música y se veían las luces saliendo por las ventanas.
Como siempre en nuestras fiestas de cumpleaños después de los quince, nuestros padres ni los de Connor están en la casa.
Siempre prefieren irse de viaje en lo que terminamos la fiesta y pagamos para que limpien el desastre en vez de ver a sus hijos de fiesta. Mas a Connor que a nosotros, a nosotros no siempre nos gusta salir de fiesta y hacer desorden.Me estacione y baje del auto primero para abrirle la puerta a Mía y ayudarla a bajar como toda la princesa que era esta noche.
—Hemos llegado, bella dama.—Le dije cuando le tendí la mano.
—Oh, seguramente se ha equivocado de lugar. Yo iba a una fiesta en París, no aquí.—Fingió estar molesta cuando salio del auto.—Lo descontare de su paga, señor.
Nos reímos y le pase un brazo por la cintura para entrar a la casa.
Antes de entrar por completo di un vistazo por las rejas, del otro lado de la calle, donde estaba la casa de Mía, ya no estaba el camión de la decoradora.
Se habitan encargado de hacerlo rápido.Cuando abrí la puerta de la casa, el volumen de la música era notablemente mas alto, pero aun podíamos hablar sin gritarnos entre nosotros.
Nina y Connor con su traje y vestido elegantes llegaron pronto a saludar.
—Feliz cumpleaños, cosa dos.—Le dije a Nina mientras Connor abrazaba a Mía.
—Lo mismo digo, cosa uno. No puedo creer que este usando vestido de gala nuevo.—Se río de si misma acomodando el escote de su vestido.—De acuerdo, las personas comenzaran a llegar en un momento, tu solo se amigable, incluso con las personas que no te agraden, seguramente habrá muchas.
—¿Hablas en serio?.
—Lo digo porque invite a casi toda la escuela. Es el primer año que soy popular y creo que se me fue algo de las manos, Ely.
Se mordio los labios y yo me reí. No era tiempo para discutir con ella, ya estaba muy nerviosa por que todo saliera bien y no quería molestarla mas, así que mientras ella y Connor charlaban en la puerta, Mía y yo hablábamos con el Dj para que de vez en cuando pusiera algo mas que la típica música basura de las fiestas de adolescentes.
De un minuto a otro comenzaron a llegar autos y autos llenos de gente. A la mayoría ni siquiera los había visto en mi vida.
—Son muchas personas.—Me dijo Mía jalando suavemente de mi corbata para atraerme hacia ella.
—Supungo que es hora de meternos en personaje.—La bese rápidamente antes de que se diera cuenta.—A ver esa sonrisa.
—Si lo dices así no voy a sonreír solamente por llevarte la contraria, ¿Sabes?.
Me reí.
—Por eso me encantas, Amelia Gold—. Le ofrecí mi brazo para que lo tomara y juntos camináramos a la entrada para dar la bienvenida.
Connor y Nina estaban de un lado de las grandes puertas de la mansión mientras que Mía yo estábamos del otro lado, ambas parejas saludábamos a quienes llegaban. Ellos abrazaban y daban besos en la mejilla a Mía cuando los saludaba amigablemente. Era como una anfitriona mas como nosotros tres.
Estaba ansioso por ver su sonrisa esta noche cuando la llevara a su casa y ella se diera cuenta de la sorpresa.
Estaría feliz, y por consiguente yo lo estaría.—Me siento como una super estrella- dijo llegando a un lado de mi. —¿Es así todo el tiempo con ustedes y sus fiestas?.
-En la otra ciudad jamás fuimos muy populares, sólo Connor, y con eso teníamos suficiente.
Mía esta a punto de hablar de nuevo cuendo llegó una camioneta más con musica a todo volúmen y, cabe mencionar, no era buena música.
—¿Quién llegó?— me preguntó.
No lo sabía así que sólo la abracé por los hombros y esperé a ver quien bajaba del vehículo.
Eran los chicos de la escuela, pero no cualquiera de ellos. Eran justamente el grupo de chicos que molestaban a Nina cuando la conocí.
Cuando la miré me di cuenta de que estaba paralizada mirando a los chicos ayudar a bajar a las chicas con vestidos largos y elegantes.
—No puede ser— susurró.
—Tranquila...
—Debo esconderme, ¡Vamonos de aquí antes de que me vean!.
Se liberó de mi abrazo y caminó a la cocina.
—¡Mía...!
—¡Que no sepan que estoy aquí!.
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Que seas mi alegría.
Ficção Adolescente¿Conocen la historia donde una chica fue los ojos del chico que estaba enamorado de ella después de un accidente? Pues no sólo es mi hermana esa chica, somos mellizos, eso significa que me paresco en muchas cosas a ella o ella a mi. Supongo que esta...