Capítulo 41. Vuelo.

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—¿Y si olvide algo y tengo que volver?.

—Estamos en un avión, Mía, no puedes detener el vuelo.

—¿¡Pero y si es algo que necesito!?.

—Compraremos uno cuando lleguemos a la ciudad.

—¿¡Y si es caro!? ¿¡Y si pierdo mi celular!?.

—Compraremos otro igualmente— repitió Ely mientras reía por el comportamiento de Amelia. —Tranquila o los pasajeros pedirán que te den un sedante.

—Quiero ir al baño.

—Aquí en el avión hay uno, lo sabes.

—¡Me refiero al baño de mi casa!.

—Tu casa te espera cuando bajemos de este avión en otra ciudad.

—Pero...

—Chicos, la señora detras de mi dice que la ponen nerviosa— le susurró la señora Stobbe a Ely desde su lugar. —No es una anciana agradable.

—¡Escuche eso! ¡Sus hijos tampoco lo son!— le gritó la señora con dentadura postiza y tono tembloroso. —¡Te dije que compraras clases turista, Bob! Los ricos son los más extraños.

La señora Stobbe puso los ojos en blanco y siguió hablando con los muchachos.

—¿Por qué no hacen lo que Amy?— apuntó a la niña a si lado. —Tomó su medicina para la tos y se quedó dormida. Quizá un sorbo te ayude, Mía...

La chica tomó la botella pequeña que le ofrecía la señora y se la tomó en un par de tragos.

—Eso será suficiente para dormir hasta que lleguemos— dijo entregandole la botella a Ely y acomodandose de nuevo en su asiento.

—¿Necesitas algo?.

—Una almohada.

—Tienes mi brazo.

—Tus piernas son más comodas.

Se desabrochó el cinturón de seguridad y puso un sueter en el regazo de su novio para hacerlo un poco más cómodo.
Levantó la división de sus lugares y se recostó.

Ely quería reírse de lo graciosa que resultaba Mía cuando volaban en avión, pero al igual que los demás integrantes de la familia, se conformaba con sonreír cuando ella no se daba cuenta.

Todos habían aprendido a quererla en poco tiempo como llevara años en la familia, y se divertían con las ocurrentes preguntas que hacía cuando se ponía nerviosa.
Ella por su parte, estaba feliz de pertenecer a una familia tan increíble como lo eran esas personas cuando los apellidos Bosh y Stobbe se juntaban.

Un poco más al fondo de la sección de primera clase, otra pareja estaba sentada.

—En unos años cuando Amy entre a la secundaria y yo tenga algo de dinero propio, tu y yo iremos a hacer ese viaje que tanto has querido desde pequeña— le decía Connor a Nina.

—¿Vas a llevarme a Roma?.

Connor sonrió.

—Yo recuerdo que querías ir a Argentina.

—Tenía diez años...

—Y a Colombia cuando tenías quince, nena— ambos soltaron una carcajada. —Bueno, tienes razón. Es una mala idea ir a Colombia, siempre tuviste debilidad por el acento.

—Es de familia— les dijo el señor Stobbe uniéndose a la charla desde su lugar. —La señora Stobbe dice que su verdadero esposo es Maluma.

—A Roma será entonces— Connor abrio los brazos y después los dejó caer.

Nina sonrio divertida.

—Si quieres llevarme a Italia, a Colombia o a África. No importa— se abrazó fuertemente al brazo de su chico. —El viaje será igual de magnífico si tu me acompañas.

—Oh, claro. Pero si llega Maluma y te dice: "¿Qué pasó princesa? ¿Cómo estás, mamacita?" hasta tu madre se va con él.

Okay, okay. Pero no va a hacerlo.

Se rieron juntos esta vez y Connor besó la mejilla de Nina cariñosamente.
Con todo y sus amores platónicos imposibles la adoraba.

Que seas mi alegría.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora