Capítulo 40. Maletas.

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Las maletas de Mía estaban hechas.
Ely había insistido en que no era necesario que empacara, pues en la nueva ciudad él iba a llevarla de compras para que llenara su nuevo armario en su nueva casa con muchas prendas que a ella le gustaran. Claramente Mía protestó, así que hizo sus maletas unos días antes de la fecha establecida para partir.

Esa fecha era mañana, y aunque sus inseguridades sobre dejar que la familia de su novio se encargara de sus necesidades habían desaparecido, habían llegado los nervios para tomar el lugar vacío.

Ella se encontraba pensando en todos los catastróficos desenlaces que pudiera tener mientras tomaba el sol en una tumbona al lado de la alberca de la mansión cuando Ely salió a ver por qué estaba todo tan callado.

—Creo que te acostumbrarás a vivir como nosotros muy rápido— dijo el chico sentandose en el césped junto a su silla.

—Quería tomar algo de color antes de irnos. Tengo entendido que a donde vamos no hay muchos días soleados.

—Es verdad, pero en las vacaciones de verano viajaremos a una isla muy hermosa donde tomarás todo el color que quieras, bonita.

Mía le sonrió y se quitó los lentes de sol. Su novio inmediatamente supo que algo la afligía.

—¿Qué ocurre? ¿No te gustó la mansión que te mostró mi padre anoche?.

Mía soltó una carcajada recordando la noche anterior donde el señor Stobbe y el señor Bosh les habían proyectado a toda la familia un plano con fotografías de la mansión nueva.
Era incluso más hermosa y lujosa que la actual.

—Ely, mi casa podrían entrar más de cuatro veces en ese castillo— dijo Mía. —Por supuesto que mejor gusta, sólo que...

—Oh, ya sé que ocurre— su novio se levantó del suelo y se sentó junto a ella en la tumbona para abrazarla y tomar juntos el sol. —¿Es la ropa? ¿te asusté con eso de comprarte nueva para llenar tu...?

—No es nada de eso, Ely— se dejó abrazar. —Tiene que ver con la gente. La nueva escuela. Aquí todos me trataban como basura antes de que llegaras e iremos a un ambiente más pretencioso que la preparatoria de aquí...

—Discula, ¿me estás llamando "pretencioso"?— bromeó Ely y ella lo golpeo en broma.

—¡Es imposible que me dejes acabar!.

—¡Es que te entiendo! ¡De verdad! Lo que pasa es que no tiene sentido que te preocupe ese tipo de cosas. Todos te van a adorar como lo hice yo y lo hizo mi familia.

A ella sólo le quedo suspirar y esperar que ocurriera lo mejor. Su novio no permitiría que ella siguiera sintiendose insegura por ese tipo de situaciones.

Que seas mi alegría.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora