Coincidencias

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Era una hermosa tarde, el sol se ponía por el oeste mientras aquel joven miraba el cielo perdido en sus pensamientos, no sabía que hacer, estaba triste y desolado por el rompimiento con su novia.

No podía creer que algo así le pasó, su novia lo ha engañado con otra mujer, es un golpe bajo para él. Se sentía el peor hombre del mundo, no era suficiente para satisfacer a una mujer... No, el problema no era él, no sabía desde cuando era traicionado pero le había dolido. La amaba.

Sabía que Sara era mujer de armas tomar pero, llegar a ese extremo era demasiado, su error, confiar en que ella lo amaba. Tenía que preguntarle porqué lo hizo pero, no iba a ser en ese día ya que estaba bastante furioso y a la vez deprimido.

Estaba a punto de llorar mientras recordaba lo sucedido, observaba el cielo como las nubes lo cubrían poco a poco, el viento se intensifica y el sol se ocultaba cada vez más.

Estaba oscureciendo y había señales de que iba a llover, se paró de aquella banca para evitar que sus lágrimas salieran, sacudió su cabeza, se puso el gorro de su abrigo, colocó sus manos en sus bolsillos y caminaba a pasos lentos con la mirada baja.

La lluvia comenzó a caer a cantaros, no le importó, simplemente seguía su camino, no sabía a donde iba, solo se dejó llevar por sus pasos. La gente corría a su alrededor para refugiarse, él sólo iba perdido en sus pensamientos.

No sabía cuanto tiempo llevaba caminando, se detuvo derrepente y vio un bar frente a él, no lo pensó dos veces y decidió entrar. Estaba empapado por el agua, en el momento en que entró sintió las miradas sobre él. Las ignoró y se acercó a la barra.

-Dame lo más fuerte que tengas. - dijo con voz ronca mientras se sentaba.

La bella señorita que atendía la barra lo miró con desdén, no sabía si obedecer lo que pidió pero lo hizo, sacó una botella y un vaso en el cual iba a servirle el trago pero el joven tomó la botella, él mismo sirvió el trago en el vaso.

Dejó el vaso en la barra y comenzó a tomar directamente de la botella, un trago tras otro.

Ella sólo se quedó mirándolo e hizo señas al seguridad para que estuviera pendiente del chico. El gorro del abrigo que cubría la cabeza del joven se calló hacia atrás dejando a la vista su cabellera rubia de la cual caían gotas de agua sobre sus hombros.

El seguridad después de ver que el joven tomaba de esa manera y ya llevaba dos botellas, lo veía ya subiéndose de tono. Él joven le coqueteaba a la bartender, decía cosas sin sentidos y elevaba la voz cada vez más.

Ya se estaba convirtiendo en un problema así que fue a buscar al dueño del lugar el cual se encontraba en su oficina.

-¡Señor! Disculpe que lo moleste pero hay un cliente que esta causando problemas.

-¡Lo sé!- contestó una voz con calma, sentado en una silla mirando a unos monitores que estaban frente a él. -Iré en un momento. - dijo antes de girar la silla y quedar frente al seguridad.

-¡Entendido!- exclamó haciendo una reverencia y retirándose de la oficina.

Aquel hombre se puso de pie, acomodó su saco y caminó fuera de aquella oficina, de la cual estaba observando a ese chico y sus acciones.

Caminaba con pasos firmes hasta llegar a la barra, se sentó al lado del chico que reía como loco mientras seguí con la botella en una de sus manos y no dejaba de tomar.

-¿Te puedo acompañar un trago?- preguntó con amabilidad, pero antes de que el contrario le contestara le dió un sorbo al trago que el joven había servido en el vaso. -Te ves feliz. - dice posicionando su mirada en el menor de ambos.

No te enamores de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora