16. Chicas

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Julián Marquez tuvo suerte. La bala que impactó en su estómago, milagrosamente, no había hecho daños irreversibles y se esperaba que tuviera una recuperación completa con el pasar de los días.

Damián Barrios sintió un alivio inmediato al oír las palabras del médico, pero aún no había pasado lo peor: Pablo Ficader lo estaba esperando en la escuela, y al parecer era un asunto de urgencia. El director llamó al comisario siete veces.

Con una sensibilidad notable, se despidió de la familia y amigos de Julián y se fue con prisa hasta la secundaria.

Incrédulo, impaciente, siempre presente, Pablo Ficader esperaba en la entrada. Su escuela se había vuelto a convertir en una escena del crimen, llena de peritos y personal del cuerpo de policía.

-¿Cómo, cómo carajo ese chico metió un arma en la escuela? ¿Me podés explicar qué chota hacen tus oficiales acá si ni siquiera pueden detener a un adolescente con un arma? ¿Conocés a alguno de tus compañeros que sea eficaz o son todos tan pelotudos cómo el que mandó la orden? Me dijeron que ese es un idiota -bramó el director con toda la rabia del mundo.

-No tengo idea como se les pudo haber escapado, pero por favor, no me vuelvas a insultar -intentó calmar las aguas el comisario.

-¿Cuándo vas a dejar de decirme qué es lo que tengo que hacer? ¿Eh? Desde que te hago caso las cosas solo fueron de mal en peor. Los chicos de tercer año se siguen muriendo y vos solo estás ahí parado, mirando. ¿Para eso te pagan? -contestó. Nunca se había visto a Pablo Ficader tan descolocado.

-¿Y vos? ¿Por qué estás tan nervioso, eh?-dijo Damián poniéndose nariz con nariz-. No te metás conmigo, intento ayudar. Me tocás un pelo y te meto en cana por violencia contra un oficial del cuerpo de la policía.

-Bien -cortó en seco el director. Había aflojado.

-Y la próxima vez que me llames de urgencia, espero que no sea para gritarme y putearme porque no te lo voy a permitir. Si me disculpás, tengo un chico internado y un asesino que encontrar -remató Damián solemne, tan fiel a su estilo de policía honorable.

Al mismo tiempo que el comisario se subía a la patrulla con rumbo a su oficina, las chicas de tercer año llegaban en grupo hasta Café Martinez. Posiblemente una de las pocas veces en las que se vería a las chicas todas juntas.

Martina, Florencia, Sofía, Jazmín, Estefanía e incluso Belén, todas juntas. Una utopía de octubre en Argentina. Incluso podría hacerse un libro para conmemorar semejante acontecimiento.

-Ay nena, ¿frapuccino con avellanas y chocolate? ¿Vos sabés lo que engorda eso? -atacó Martina Laverde a Belén Toscano tan pronto todas hicieron su pedido.

-Boluda, ¿de nuevo con esto? Dejála en paz, que haga lo que quiera. No la tratés más así -respondió rápidamente Jazmín, defendiendo a Belén.

-Gracias -contestó Belén tan tímida como siempre.

-¿Y ustedes, pedazo de taradas, no piensan decir nada? ¿Cuánto tiempo más vamos a dejar que nos pisoteemos entre todas? Parece que cuando más unidas tenemos que estar, más se empeñan en ser las soretes que siempre fueron -atacó con todo Estefanía Durango, la chica con problemas alimenticios. Tendrá sus trastornos, pero acaba de recitar una verdad absoluta. Se hizo un silencio incómodo por un par de segundos.

-Bueno, Estefi tiene razón. Seamos un poquito más copadas -agregó ahora Sofía Lolo, la artista en potencia.

-No te digo más nada porque acabás de tirar la posta Estefanía, pero la próxima vez que me hables así te juro que le digo a toda el aula lo obsesionada que estás con Julián desde el chape en lo de Mariano. Es más, ¿qué haces acá? ¿Por qué no estás en el hospital dándole besitos? -disparó Florencia. Vaya temperamento.

Estefanía decidió no contestar, sabía que esa conversación no terminaría en buen puerto.

-Les dije a todas de venir hasta acá porque creo que sé lo que está haciendo T.A.I, y necesitaba que estuviéramos las seis. Gracias por confiar en mí -dijo Jazmín ignorando el comentario de Florencia. Las chicas esperaban impacientes.

-¿Y qué es lo que está haciendo? -preguntó Florencia al ver la pausa de Jazmín.

-Primero que nada, que Dios me libre y me guarde por hablar de compañeros que hoy están muertos. No puedo creer como pasó todo tan rápido -dijo Jazmín tragando saliva-. ¿Ustedes se fijaron a quién mató T.A.I hasta ahora? Mariano, Pedro, Ramiro, y eligió a Diego para que matara a Gonzalo. ¿Qué comparten estos cuatro?

-Ni idea -contestó Martina. Era obvio que iba a dar esa respuesta. Mucha belleza, pocas neuronas funcionales.

-No sé, contanos -dijo Estefanía.

-Fueron todos bullies. Se burlaban de algunos compañeros, incluso sus amigos, y no tenían reparo a la hora de ver a quien lastimaban. T.A.I asesinó meros bullies, y temo que Flor sea la siguiente. Sin ofender-concretó su teoría Jazmín.

-Ya sé que puedo ser una yegua. Pero, en ese caso, ¿qué hago para detenerlo? -preguntó Florencia, intrigada.

-En cuanto recibas la carta, jugaremos con T.A.I y nosotras tendremos la ventaja. Vamos a hacer lo que él dice: descubrirlo.

-¿Y qué mejor que seis chicas para hacerlo? -saltó desde las sombras Belén.

La tortilla se acaba de dar vuelta. Si las chicas descubren o no a T.A.I será por puro uso de su lógica e inteligencia, pero hay un hecho que no puede ser dejado atrás: las seis adolescentes de tercer año acaban de unirse, formando un código específico para cuando alguna de ellas reciba una carta.

Y eso T.A.I nunca lo hubiera tenido en cuenta.

Tu amigo invisible #1 [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora