El teorema del amor [Frerard]

20. I.Q 190

No abras, pueden ser gemi2

...

Y como Mikey dijo, pasó al rededor de un mes, y en un universo paralelo también hay el día de San Valentín, así como hay chicos que no tienen pareja y personas que no les importa ni lo más mínimo. En un universo paralelo donde un Gerard tiene a un Frank y un Frank tiene a un Gerard todo es posible, ¿sabes?

—Necesitamos un plan. Ahora.

—Necesitamos que te calmes, Patrick — le dijo Ray —.  Es en serio, me asustas... tranquilo.

—¿Es qué no lo entiendes? Frank lleva una semana encerrado en su habitación haciendo quién sabe qué... te apuesto lo que quieras a que está fabricando un arma capaz de destruir a toda la humanidad, y así quedarse él solito.

—¿Por qué querría hacer eso?

—Eh, no lo sé... tal vez porque, ah sí... es Frank.

El de afro rodó los ojos y se cruzó de brazos. Tomó a Patrick de un brazo y ambos caminaron hacia la habitación de Frank. Era cierto, hace una semana el enano no salía para nada, como tenía un baño en su habitación no le era necesario salir y además Ray le pasaba comida siempre que podía.

—¡Enano te ordenó que salgas en este instante! — gritó Ray tocando la puerta.

—¡naDev Suq! — se escuchó del otro lado de la puerta.

—¿Eso fue Klingon? — dijo Patrick.

—Sí, creo que sí.

—¿Desde cuándo sabe Klingon?

—¿Desde cuando tú sabes Klingon? — preguntó Ray.

—Eh no lo sé... soy un nerd — se encogió de hombros.

—Los tres lo somos — Ray volvió a tocar la puerta, está vez con más fuerza —. Anthony, si no abres la puerta entraré a la fuerza, te lo advierto.

—No creo que le importe — mencionó Patrick —. Es un obstinado de mierda.

—Lenguaje.

—Cállate.

—Bien — Ray caminó hasta su habitación y buscó en una de las mesitas de noche que tenía al lado de su cama —. No quería hacer esto pero no tengo opción.

—¿Qué buscas? — le preguntó Patrick.

—La llave del cuarto del enano... le saqué una copia hace algún tiempo, ya sabes que está loco y nunca se sabe.

—Oh... ¿y por qué no lo mencionaste antes?

—A él le molesta que invadan su espacio por lo que no quería irrumpir. Pero ahora llegó a otro nivel, además tengo curiosidad por saber qué está haciendo.

Rebuscó en la caja y de ella sacó una llave.

—La encontré — exclamó sonriendo.

Ambos caminaron nuevamente a la habitación de Frank, abrieron la puerta y al entrar vieron a Frank, recostado en la cama con la mirada fija en el techo, como si en este se encontrara algo muy especial.

—¿Qué te sucede, Anthony?

—Soy muy inteligente ¿verdad? — preguntó girándose para ver a Ray.

—Eh... sí... tú mismo presumes tu IQ de 190.

—Oh, sí ese es mi coeficiente intelectual... pero hablo de que pues... ya no me gusta mucho trabajar en la universidad... O sea me gustaría visitar lugares diferentes.