13. Teoría de la elección

778 138 91
                                    

El automóvil de Ray estaba estacionado, nuevamente, frente a la casa de Frank. Este último se encargaba de bajar todas las maletas, con la ayuda de Ray. 

Le echó un último vistazo a su cuarto, antes de que su amigo entrara a decirle que era momento de marcharse. Frank esbozó una sonrisa y antes de salir de su habitación se colgó de la espalda de Ray para que él lo cargara. Su amigo lo hizo como si se tratara de un pequeño monito y bajaron corriendo escaleras abajo. Frank era bajito y delgado por lo que Ray llegó corriendo hasta la salida sin ningún problema.

—Frank, deja de comportartecomo un niño — le dijo Linda sonriendo acompañada de Donna quien los observaba con una mirada divertida.

—Sí Frank, tu mamá tiene razón — continuó Patrick —. ¡Es mi turno!

—¡Hey! — exclamó Ray —. De qué me ven cara... soy físico teórico, yo no cargo enanos.

Frank bajó de la espalda de Ray y se acomodó el suéter azul que su madre le había tejido hace mucho.

—Bien chicos... supongo que ya se van.

—Sí, pero... ¿dónde está Gerard? — preguntó Frank viendo a Donna.

—Creo que aún está en su habitación... no creo que venga, ustedes se llevan mal ¿no?

—Oh, sí... pero iré a despedirme — Frank caminó hasta la casa de al lado, la de Gerard, y antes de tocar el timbre la puerta se abrió dejando ver a Gerard con el cabello despeinado.

El pelirrojo le sonrió y se arregló un poco el cabello y la sudadera que traía puesta.

—Hola Frankie.

—Gerard... ¿estabas durmiendo?

—¿Quién, yo? No, claro que no. Pero dime, qué te trae por aquí — dijo apoyándose en el marco de la puerta.

—Vine a despedirme — señaló con su cabeza el automóvil de Ray —. Debo volver a Nueva York.

—¿Ahora? Pero es muy rápido y... bueno no sé... ¿debes hacerlo?

—Sí debo hacerlo.

—Pero no... no puedes yo...

—De hecho si puedo y lo haré, además de la obligación implícita.

—Es sólo que yo — intentó continuar bajando la vista —. No quiero que te vayas... no te vayas.

—Yo... yo tampoco quisiera irme. Pero debo trabajar y no tengo opción.

—Es que no entiendes, yo voy a extrañarte mucho... por favor no te vayas.

—No entiendo tú...

Gerard no dejó que Frank continuara pues se lanzó a abrazarlo.

—Gerard, suéltame — pidió en voz baja a falta de aire.

—No... soy idiota pero no dejaré que te vayas.

—¿Por qué? Tú no me necesitas — se alejó del pelirrojo en un movimiento brusco —. Tú ya... tú ya tienes a tu novia y...

—¿Mi qué?

—Tu novia — respondió cruzando sus brazos y arqueando una ceja.

—¿De quién estás hablando? Yo no tengo novia — se rió.

—¿Y la chica que estaba contigo la vez que regresé de Nueva York?

—¿Lindsey? Ella no es mi novia — volvió a reírse.

—¿Y por qué te ríes?

—¡Te pusiste celoso! No puedo creerlo ¡Frank Iero está celoso! — gritó haciendo que la anciana amargada que vivía al frente se asomara a la ventana.

—Cállate, eso no es cierto.

—Lo es, hasta te sonrojaste... te ves tan tierno — chilló —. Frank Iero está celoso y eso sólo significa una cosa.

—Frank no está celoso — dijo haciendo un puchero —. Frank está molesto. Además, qué podría significar eso.

—¡Que me quieres! — alzó sus brazos.

—Yo no te quiero.

—Sí, ajá,  lo que tú digas.

—Es verdad.

—¡Enano, ya debemos irnos! — le gritó Ray desde el auto.

Frank miró a Gerard una vez más, no quería irse. Por alguna extraña razón quería quedarse con Gerard pero sabía que no podía hacer eso, además aun no estaba del todo seguro.

«Si no quieres irte no lo hagas» le habló una molesta voz en su cabeza «recuerda la Teoría de la Elección»

Ah claro, sí. En pocas palabras debía tomar la información que estaba a su al rededor y procurar identificar la elección correcta. Aunque claro, de eso no trataba precisamente la Teoría de la elección, pero le dio una idea.

—Lo siento debo irme... pero puedes visitarme.

—¿Lo dices en serio? — preguntó al mismo tiempo que sus ojos se iluminaban.

—Sí.

—¿Y puedo llamarte?

—Claro.

—O mejor un videochat.

—Sí también — sonrió.

—Te visitaré en cuanto pueda.

—Sí, es imposible que lo hagas antes de que puedas.

—Sí obvio.

Antes de que Frank se fuera, el pelirrojo lo tomó de la mano e hizo que se acercará lo suficiente para darle un largo beso en los labios. Lo sentía como una mezcla de sodio y agua en cloro, o como el acetiluro de plata, explosivo sensible al golpe y al calor.

No podía ser más raro, pero le gustaba. Le gustaba sentir cerca a Gerard.

Mientras tanto, Ray los miraba desde el automóvil con los ojos y la boca abiertos, al igual que que Patrick, Linda y Donna. El rubio daba pequeños saltos en su lugar ahogando un grito de fangirl.

Donna y Linda no cabían en su sorpresa, ¿en qué momento las cosas entre sus hijos habían cambiado?

Todos miraban expectantes, hasta que Frank se separó del pelirrojo y después de regalarle una sonrisa corrió al auto de Ray, y se subió con la mirada perdida. Gerard estaba en las mismas, con la mirada perdida y una sonrisa boba en su rostro.

Frank se despidió de su madre con un movimiento de mano, le indicó a Ray que partiera y este así lo hizo.

El automóvil se alejaba lentamente y Gerard se debatía entre correr detrás de él o no. Finalmente no lo hizo, porque para empezar nunca había sido bueno corriendo y sabía que en menos de una cuadra le faltaría el aire.

Por otro lado, dentro del automóvil Ray no podía dejar de ver a Frank, esa sonrisita boba que el menor tenía, además de su mirada iluminada.

—Y... ¿qué te dijo Gerard?

—Que irá a visitarme y... bueno muchas cosas más — se rió.

—Ah.

—Ray, creo que lo quiero.

—¿En serio? — dijo con sarcasmo.

—Sí.

—Bueno, entonces voy a golpearlo si te hace algo.

—¿Por qué insistes tanto en golpearlo?

—No lo sé, tal vez en otra vida lo dejé pendiente — se encogió de hombros.

—En un universo paralelo — se rió y Ray le acompañó.

☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆

No sé si Wattpad aún esté mal ya qué.

Chau me voy a ver El Cuervo (otra vez) amo esa película (al actor)

:)

S lng nd gd nght

El teorema del amor [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora