Mientras en aquel departamento los libros en el estante aumentaban, al igual que los muebles en la sala, el tiempo avanzaba más rápido que la velocidad de la luz.
En un abrir y cerrar de ojos habían pasado casi cuatro años. En todo ese tiempo, Frank consiguió su maestría, un doctorado en física aplicada y, el más reciente, en física teórica. Además de su más reciente logro, que había sido el de adquirir una plaza en una de las universidades más prestigiosas de New York.
Muchos tardaban años para conseguir una plaza, ya que se requería experiencia y antigüedad. Pero Frank lo había conseguido a los veinte años. Ahora tenía un mejor puesto, y sin duda, un mejor sueldo.
Con respecto a su familia, él se había comunicado por teléfono todos los días, Linda siempre le llamaba en las mañanas y él amaba escuchar su voz a pesar de que no pudiera verla.
Hace una semana la llamada fue distinta, Linda estaba muy feliz por Frank pero al mismo tiempo algo moleta, ya que el avellana no había ido a verla en estos cuatro años. Ella quería verlo nuevamente, pasar navidad y año nuevo junto a su hijo, y por qué no, celebrar su más reciente logro.
—¿Ya tienes todo listo? — preguntó Ray cerrando su maleta.
—Sí... sabes, estas serán mis primeras vacaciones en mucho tiempo.
—Y las más largas, lo bueno es que como no tomamos nuestras vacaciones antes, ahora se acumularon.
—Sí supongo... en realidad, no me gustan las vacaciones. Prefiero trabajar.
—Y es por eso que el doctor Iero no tiene más amigos, además de mí, claro — rió colocándose su chaqueta y pasándole la suya a Frank.
—¿Para qué querría amigos? Simplemente no entiendo esa extraña necesidad de las personas por el contacto físico, o cercano con otra persona.
—Será porque somos... humanos.
—Yo también lo soy y no me agrada el contacto físico.
—No, sabes... aún no estamos seguros de ello.
—¿Dé que me agrade el contacto físico?
—No, de que seas humano.
Frank le miró frunciendo el ceño, pero no respondió nada. Ya se les hacía tarde y debían llegar a New Jersey.
Después de tantas insistencias de Linda, Frank, finalmente había cedido. De hecho él no tenía intensiones de volver, pero no podía hacerle eso a su madre.
Frank metió a su bolsillo un pequeño envase de desinfectante y esperó a que Ray estuviera listo.
Una hora después ambos ya estaban en la carretera, de camino a Jersey. Ray conducía y Frank se dedicaba a leer un libro. Veinte mil leguas de viaje submarino, uno de sus favoritos.
—Ahora recueda que tu mamá esta muy feliz, e hizo una pequeña cena para celebrar que estás de vuelta... debemos suponer que invitó a algunas personas así que, por más que te desagrade, debes mostrar lo contrario — le dijo Ray, como si estuviera programando a un robot. Estaban a pocas calles de llegar y conocía muy bien a su amigo.
—Espero que no haya invitado a nadie. Aunque es poco probable.
Avanzaron unas cuantas calles más y ya había llegado. El automóvil ya estaba estacionado frente a la antigua casa de Frank. Ambos salieron del vehículo y caminaron hasta la puerta para luego tocar el timbre.
Poco después, Linda apareció parada en el umbral de la puerta. Una gran sonrisa adornaba su rostro, por fin volvió a ver a Frank.
—Mami — Frank se lanzó a abrazarla.
Ella lo hizo tan fuerte que casi llega a ahogarlo.
—Vamos... entren — les dijo ella dejando que ambos pasaran.
Frank caminó lentamente por toda la casa, sintiendo como todos sus recuerdos volvían a él. Después de ese pequeño recorrido, decidió ir a la sala.
Entonces fue cuando lo notó, un montón de personas desconocidas estaban sentadas en todos los sofás. En silencio, era por eso que él no las había visto antes.
—¿Hola? — saludó extrañado sin intenciones de acercarse más.
A la única persona que logró reconocer fue a Donna, su vecina, que no había cambiado mucho y... ¿acaso ese chico de pelo rojo era Gerard?
—Lo siento, Frankie — llegó Linda junto a Ray —. Invité algunos amigos para celebrar... ¿te molesta?
Frank volteó a Ray, el le dijo algo muy claro con su mirada.
—No mamá, no te preocupes — respondió sonriendo y su madre también lo hizo.
Frank pasó a saludar a toda los presentes, primero Donna quien como siempre le besó la frente y estrechó sus cachetes. Luego saludó a Gerard y Mikey, a quienes tardó un poco en reconocer.
Luego pasó con una chica que estaba sentada al lado de Gerard, su nombre era Lindsey. Era linda y al parecer amable. Luego le presentaron a una chica rubia y algo bajita, de nombre Kristin. Al parecer era una amiga que Mikey había conocido en la universidad.
Pusieron música y hablaron la mayor parte del tiempo, a Frank no le agradaba aquello se sentía incómodo. Para él eran demasiadas las personas presentes. Al caer la noche Frank decidió salir un momento al jardín, en donde todo era más tranquilo y silencios.
Se sentó en una de las bancas al lado de un arbusto.
—Parece que no estás a gusto — apareció sentándose a su lado.
Frank miró de reojo y se trataba de Gerard.
—No te importa.
—No... al contrario me importa mucho.
—No te creo, pero de ser así. A mí no me importa el hecho de que a ti te importe.
—¿Qué te ocurre? ¿Te picó el mosquito de la indiferencia?
—Entiendo que es un chiste, pero no me causa gracia — respondió serio.
—No has cambiado nada.
—Claro que no... que estúpido.
—¿Cómo te fue en New York?
—Bien... ahora, si me permites debo irme — Frank se levantó y caminó dentro de la sala.
Ya no quería pasar más tiempo rodeado de personas, por lo que subió a su habitación dispuesto a dormir.
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Mañana es nochebuena
Que me van a regalar prras
Quiero un Frank tamaño bolsillo XD
S lng nd gd nght
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El teorema del amor [Frerard]
FanficFrank tiene una gran capacidad intelectual. Su vida es un vórtice de entropía gracias a Gerard. Frank conocerá al amor, y su vida será... interesante. •~•~•~•~•~•~•~•~•~• Les presento el universo paralelo de Polimatía. Así de loca está la escritora...