Extra 🖖

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—Gerard... voy a tener que cobrarte por esto.

—Agh vamos, Mikey, solo debes cambiar un pañal... ¿qué tan difícil puede ser?

—No lo sé, dime tú... son TUS hijas — Mikey se cruzó de hombros mientras observaba a las dos niñas jugar en la alfombra.

—Por favor, Mikey — pidió Gerard una vez más —. Sabes que Frank no está y él sabe cómo controlar a las niñas.

—Agh bien... pero yo no sé cambiar pañales.

—Aprenderemos juntos — sonrió Gerard.

Frank había salido con Ray para dar una conferencia importante en la universidad, por lo que Gerard tuvo que quedarse a cargo de las niñas y como refuerzo pidió a su, muy buen hermano menor, Mikey.

—Se ven raras — comentó Mikey

—Claro, los bebés son como alienígenas.

—No pienso cuestionar eso.

—Creo que ya debemos cambiarle el pañal...

—¿Debemos?... me suena a manada.

—Por favor Mikey... te compré un sable de luz en navidad. Es lo menos que puedes hacer por mí.

—Creí que lo había traído Santa Claus...

—Mikey, es momento de decírtelo... Santa Claus no existe.

—¡Hey!... arruinas mi infancia — se quejó Mikey.

—Superman sí existe...

—¿Los reyes magos?

—Le tienen envidia a Santa Claus.

Ambos rieron y las bebés al verlos, también lo hicieron.

—Bueno... ayúdame con el pañal —dijo Gerard.

—Pero Gerard, nosotros nunca hemos cambiado pañales, no sabemos como. Tampoco tenemos con que cambiar... ¿que piensas utilizar? ¿Las cortinas de la cocina?

—Claro que no — se frotó la nuca, pensando en algo —. Pero... ayer se acabaron los pañales...

—¿Y por qué no compraste más?

—Lo olvidé... pero no le digas a Frank, se supone que sí compré.

—Uh bueno, es una pena... ahí te ves... — Mikey hizo el ademán de salir de la habitación.

—No, espera, ve a comprar pañales.

—¡¿Quien?! ¡¿Yo?!

—¡Si!... toma 20 dólares y me compras unas gomitas — Gerard sacó su billetera y buscó dinero.

Mikey recibió el billete, era mejor para él si Gerard pagaba los pañales.

—¿El cambio es para mí?

—Haz lo que quieras, yo necesito los pañales.

—Me voy.

Mikey salió de la casa en busca de pañales, mientras que Gerard trataba de entretener a sus hijas.

—Tranquilas... el tío Mikey volverá pronto — hablaba Gerard —. Es un poco gruñón a veces pero no es malo — rió —. Eso sí no se meten con los unicornios...

El pelirrojo se puso a jugar con las niñas, quienes de vez en cuando se quedaban observando el cabello de este.

—Gerard...ya volví... — gritó Mikey cerrando la puerta tras él.

—Mikey — canturreo — acercate... pequeño Mikey.

—¿Qué? — preguntó Mikey entrando nuevamente a la habitación de las bebés.

El teorema del amor [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora