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Narra Mimi

Nunca he sido alguien a quien le gustara abrirse sobre sus sentimientos, eso de que el mundo supiera mi interior, no iba conmigo. No por nada malo; sino que simplemente creía que no me había llegado a conocer lo suficiente a mi misma como para dejar que otras personas lo hicieran. Aunque con ella; con Ana, era todo diferente.

Nunca imaginé que una persona tan distinta a mi en el exterior; fuera tan yo interiormente. Nunca pensé ni por casualidad, sentir tanto en tan poco. Que me llegara a conocer tan bien; y me llegara a enamorar tan rápido.

Y es que sí; estoy enamorada de mi Ana Banana.

A lo mejor es la primera vez que lo acepto de verdad, la única vez que he tenido el valor de decírmelo a mi misma. Estoy enamorada hasta las trancas y no creo que sea bueno; porque es ella, es tan ella, que hasta cuando no quiero me gana, hasta cuando me enfado por sus cambios de humor me tiene completamente con un simple gesto.

Hemos pasado tanto juntas. He crecido tanto con ella. He sido tan yo en esos momentos donde solo éramos dos, dónde me dejaba llevar sin importar nada más, que ahora ya ni que sé que somos. No es que alguna vez fuéramos algo, pero en ocasiones la sentía tan mía que daba miedo. Y odio tanto todo eso que crea en mí. Yo nunca que creído en este tipo de amor, era la típica que pensaba que este sentimiento arrollador no iba a experimentarlo nunca, pero cuando la tengo a mi lado, todo lo demás da igual.

Hemos pasado el día ensayando para la última gala, y lo ha dedicado completamente a evitarme y aún no comprendo el porqué. O si, pero no quiero entenderlo. Sabía que cuando nos quitáramos de la burbuja que nos protegía todo volvería a su normalidad; ella con Jadel y yo a ser su amiga. Y es que me daba igual, de verdad, pero ya no me sentía ni eso en su vida.

Cada movimiento que hacía para unir nuestros cuerpos o nuestras pieles, me lo había devuelto con un cambio de posición o de conversación, constantemente. Pero luego, si estábamos con Ricky o Miriam, podía observar cómo clavaba sus ojos en mi, y me sonreía. Es tan bipolar esta chica, de verdad.

Así que con todo lo que ocurrido, decido hacerme la dura y pasar; aunque esta situación no dura más de dos minutos, ya que cuando los chicos decidieron ir a beber algo antes de dormir al hotel, y observé cómo ella también se apuntaba, cogí a Ricky de la mano y dije que si. Su mirada me llenaba de complicidad, y una risilla de su parte me hizo ponerme más roja de la cuenta.

Cuando llegamos, me acomodé en la silla del hotel, mientras escuchaba cómo comenzaban a contarse sus diferentes puntos de vista de lo vivido, mientras rían. Algunas parejitas estaban más pendiente de la conversación interna que llevaban que de la nuestra, y Ana simplemente parecía que vivía en su mundo interior. La tengo al lado y es como si no estuviera, como si artificialmente hubiera una barrera entre ambas; que por más que intente derribar con gestos o palabras, ella la vuelve a hacer mucho más grande que la anterior. Es una guerra, que por más que quiera parece que no podré ganar nunca. Como durante todo el día.

Entiendo que no hayamos tenido tiempo o la oportunidad de hablar, de explicarnos todo lo que sentíamos, y lo que vivimos en esas fugaces semanas; pero yo no tengo sola la culpa de ello, ella también quiso vivir y disfrutarnos. Y es que, ahora, que estoy aquí; creo que no fue tan buena idea como imaginaba.

- Chicos, ya os digo que mañana cuando nos levantemos temprano, nos vamos a arrepentir de esto. - rio Aitana, con una copa en la mano.

- Qué aguafiestas. - levantó su copa Roi y sonrió. - Lleváis más de 3 meses encerradas, divertíos.

- Completamente de acuerdo. - le acompañó Ana, y por inercia disfruté de sus ojos y sus labios. Mierda, quería besarlos otra vez. A pesar de haberlos probado solo unos segundos y hace unos meses ya, me derretía por volver a sentirla.

Déjame Quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora