2

2.9K 102 2
                                    

Al sentir su boca aún pegada a la mía, pero sin besarme; contuve la respiración por unos segundos, solo quería sentirla, sin más. No quería que terminara, sencillamente porque no quería que fuera como en la academia, un visto no visto, un contigo pero sin ti. No estaba preparada, y no estaba dispuesta a pasar por todo eso, otra vez.

- Te quiero... - susurró, y esta vez fue ella quién besó mis labios.

- ¿De verdad? - pregunté, cerrando los ojos y juntando nuestras frentes. No quería saberlo. Realmente tenía tanto miedo de su respuesta.

- ¿Lo dudas? - acarició mi rostro. Sentí su respiración muy cerquita. Volvíamos a estar en nuestra propia burbuja.

- Sí, - me sinceré. - No te entiendo Ana, por más que trato no te entiendo. - una lágrima rebelde cayó por mi mejilla, a pesar de haberlas contenidos todo el día.

- Ojalá pudiera decirte algo para remediar tus dudas, -me observó, y volví a sentir que era la cosa más preciosa del mundo. Sus manos hicieron trazos por mis mejillas y mi mandíbula. - pero es que ni yo me entiendo. En su momento pensé que era todo por el cambio, por estar todo el día juntas, la lejanía con mi familia...

- Con tu novio. - interrumpí.

- Mimi... - el movimiento se detuvo.

- Nada, es la verdad, por más que duela. - volví a cerrar los ojos y sentir cada palabra. Por más que quisiera cambiarla, esa seguía siendo la realidad; nuestra realidad. Sentía sus manos aún en mi piel y me quemaban.

- Ya, pero...Vi todo resuelto, no era más que una simple... - se quedó un momento observándome. - Nada, que era nada. Pero después volví a verte, y supe que quería repetir cada momento, cada segundo, cada caricia...

- Pero aún estás con él.- Puse un poco de espacio entre ambas. Si seguía compartiendo tanto probablemente no podría razonar.

- No es fácil. - volvió a sentarse dónde estábamos antes. - En cierto modo le quiero, no cómo cuando entré a la academia, pero ha sido importante para mi. - me miró, y se calló hasta que me senté a su lado. Mi mirada estaba en el horizonte, no me podía permitir caer ante ella. - ha sido un apoyo.

- Si, seguro. - bufé.

- Sí, y ha estado ahí en muchos momentos, no puedo llegar y decirle te dejo, sin más. Porque soy Hetero, pero me he enamorado de una mujer.

Aquellas palabras cayeron en mí como una contrariedad total. No sabía si reír y estar feliz por saber que no era la única que se había enamorada en esta extraordinaria situación o si ponerme a llorar como Magdalena al saber que no le iba a dejar.

- Ah, muy bien. - dije con total ironía.

- Eres una borde... - noté cabreo en ella.

- ¿Yo? No, para nada. - me levanté. - pero volvemos a lo mismo, no te entiendo. ¿Qué quieres que haga? ¿Qué luche por ti? ¿Para qué? Si ya sé que no le vas a dejar.

- No es eso... - no la dejé continuar.

- No es, ¿Qué? Claro que es eso, tienes miedo, pero yo también. Entiendo que es pronto, que todo es raro para ti, pero ¿Qué es de mi? ¿Quién piensa en mi y en mis sentimientos? - hice una pausa, y ella bajó la mirada. - Nadie... - suspiré, y otra lágrima abandonó mis ojos.

- No digas eso, joder. Te entiendo, claro que te entiendo. - gritó un poco, y se colocó enfrente de mi.

- No es verdad. Porque lo mismo me dices que me quieres, que no vas a dejar a tu novio...eso no es entender Ana, eso es ser egoísta. - estaba siendo demasiado sincera, y no conocía el porqué. No había bebido tanto. ¿Estaba madurando?

- No digas tonterías. Sé que me he comportado como una cría en estos últimos días, es verdad, lo acepto. Pero ahora, simplemente no podía dejarte ir, porque te quiero, aunque sea como mi amiga...

- volví a interrumpirla. - Creo que nunca hemos sido amigas.

- ¿Puedes dejar de interrumpirme ya? - gritó y en su rostro se mostraba enfadada y muy, pero muy cabreada. Yo solo asentí. - Qué no podía dejarte ir, aunque sea como amiga...por un tiempo, hasta que tenga el valor de arreglar las cosas, de entender lo que me pasa, de decirte que te quiero delante de todos. Solo quería pedirte tiempo, joder. - se dio la vuelta e iba a irse. La sostuve, y nuestros ojos chocaron como relámpagos. Estaban mojados, igual que los míos; llenos de verdad y rabia.

- Vale. - dije, después de unos segundos.

- ¿Qué? - se soltó, pero no cambió su ubicación.

- Qué vale, te doy el tiempo que necesites. - sonrió. - ¡Oh! Pero por favor, no me hagas más lo de estos días, no lo soportaría. - se rió. Y yo casi la mató con los ojos, aunque en verdad quería comerme cada parte de ella. Era tan bonita cuando sonreía. Y lo mejor de todo es que no lo sabía. Era perfecta para mi y no lo sabía.

- Vale. - se volvió a acercar a mi.

- Vale. - hice lo mismo, y volvió a besarme. Fue tan bonito. Su sonrisa de después, su mirada cómplice y sus ganas de más.

- Qué bonita eres... - dije, cuando acaricié sus mejillas.

- No más que tú, mi Mimion. - sonreí.

Estuvimos unos segundos más así, solo disfrutando de nuestras pieles, de nuestro miedo a más y sobre todo de nosotras, de nuestros besos olvidados, del tiempo que nos quedaba y de las ganas de luchar por toda esa locura.

- Creo que me tendré que ir a la habitación sino Aitana sospechará; y por ahora quiero paz. - me dio un último beso.

- Hasta mañana, Ana Banana. - observé cómo se disfuminaba entre las paredes del ascensor, y quise frenar el momento.

Sabía lo difícil que sería verla con él ahora que conocía sus sentimientos y lo complicado que sería la decisión de ella, pero quería aferrarme a estos momentos; a ella y a mi. Sino, no sabía que sería de mi.

Déjame Quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora