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Como hoy teníamos libre toda la mañana, después de desayunar fui directa a la habitación para mi maratón de Netflix y The 100. El vicio que había creado con aquella serie era muy heavy; y eso que me cuesta viciarme a algo (exceptuando el caso Guerra).

Así que el tiempo transcurrió sin más, hasta la
Hora de comer, dónde mi cuerpo comenzó a ponerse demasiado nervioso. Sinceramente no había el por qué, porque Lucía era muy guapa sí, pero sin más. Nunca he logrado sentir por una persona en una noche, pero con ella todo era adrenalina...era como si estuviera compitiendo conmigo misma Para demostrarme que había algo más aparte de Ana en mi.

Esperaba a que llegara, en un bar cerca del Hotel, ya que tenía el tiempo justo para hablar y disfrutar de su compañía ante de volver a la carga.

- Hola. - dije, cuando noté su cuerpo en frente de mi. Estaba muy guapa, con un vestido negro pegado a su cuerpo, marcando sus curvas; acompañado de su Melena corta hacia detrás.

- Hola guapa. - sonrío, y dejó un pequeño beso junto a la comisura de mis labios. Aquello hizo que mi cuerpo se revolucionara un poco. - ¿Qué tal la resaca?

- Fatal. - ambas reímos. - Juro no beber tanto nunca jamás.

- Mentirosa. - Dijo, mientras mordía su labio inferior. Acomodó su silla muy cerca de mi.

- Cierto. - le contesté con el mismo nivel de sensualidad. La tensión podía ser palpable.

- ¿Qué vais a ordenar? - preguntó el camarero.

- Una ensalada Cesar, por favor.

- Lo mismo. - respondió ella, y nuestros ojos hicieron contacto. Seguía siendo puro fuego.

Mientras el camarero se retiraba, nuestras retinas seguían pendientes una de la otra.

- Cuéntame de ti. - expresé.

- Pues, me llamo Lucía como ya sabes. - rió. - Tengo 26 años, y he bailado toda mi vida, podría decirse que es mi único constante...

- Me gusta. - esta vez fui yo la que acarició su labio.

- No me copies la frase, Doblas. - se acercó más a mi.

- Por lo que veo, no te tengo que contar sobre mi. - quité un poco de cercanía también.

- No hace falta, con lo que sé me conformo.

Y sin más, atrapó sus labios junto a los míos, mientras su mano divagaba entre mi cuello y mis mejillas. Sin mentir, fue unos de los besos más feroces que me habían dado jamás. Era Pura gana, deseo y furia. Me hacía sentir deseada, ser la primera.

Yo, a su vez, atrapé su cuerpo más al mío, mientras mis manos se adentraron en su espalda y la arañaron un poco.

- Adoro como besas... - pronunció aún con su rostro muy pegado al mío.

- Y a mi, toda tú. - dejé un rápido beso.

- Bueno aquí Romeo... - ambas reímos ante su ocurrencia.

- Estás loca.

- Así es; pero ¿no decías que te gusta todo de mi? - protestó.

- No he dicho que no me guste que estés como una cabra... - moví las cejas.

Y después fui yo la que hizo mío sus labios, con la misma fuerza y ganas de antes.

Aunque todo aquella pasión fue interrumpida por el sonido de alguien a nuestro lado. Ambas nos separamos con un poco de vergüenza pensando que era el camarero ya con nuestra comida; pero no era así.

Mi asombro fue tal cuando mis ojos se cruzaron con los de Ana, junto con aquel chico, que tanto había odiado; Jadel. Mi cuerpo quedó en estado de shock. ¿Qué coño hacía en Barna? ¿no habían cortado?

- Hola chicas! - sonrío ella, como si nada pasara.

- Hola. Esta es Lucía. - dije yo, más nerviosa que de costumbre.

- Mucho gusto. - sonrío, y la saludó amablemente. - Este es Jadel, mi... - me miró. - un amigo.

- Mucho gusto. - respondió Lucía, y le saludó; mientras yo me quedaba en el sitio, inmóvil.

Después, desparecieron de nuestro lado aunque podía observarlos a lo lejos hablando gustosamente. Mi plan de olvidarla y pasármelo bien, parece que no iba a tener un buen final.

- Mimi, me estás escuchando... - interrumpió Lucía mi momento de rabieta de cría, mientras les observaba.

- No...lo siento... - volví a dirigir mi vista a ella. - ¿Qué decías?

- Qué ya que tenías tan poco tiempo hoy, podríamos quedar otro día; y disfrutar.... - me miró sonriente.

- Claro claro. - aunque quisiera, mi atención y mis ojos se desviaban, a veces, donde estaba Ana y aquel gilipollas.

- Pues,¿Qué te parece el miércoles? Y, venís todos, si quieres. Me han caído muy bien.

- Por mi perfecto. Les pregunto y te digo. - sonreí.

- Me gusta. - volvió a acercarse a mi y me besó.

- Me encanta esa frase de tu boca...podría...

- Sh! - me interrumpió. - No hables. - volvió a invadir mis labios. Aquellos momentos hacían que me olvidara de la pareja que tenía en el mismo sitio disfrutando de la compañía mutua.

Déjame Quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora