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El chico lava-ventanas.

||MayuAka||
#6


Akashi Seijūrõ miró una vez más la hora en el reloj de su muñeca antes de suspirar y removerse de forma nerviosa. El chico lava-ventanas llegaría en cualquier momento, por mientras, se encontraba esperándolo en la entrada principal como habían quedado. Varios empleados que salían de sus turnos lo saludaban con una leve inclinación agradeciendo el trabajo duro y él respondía del mismo modo.

Hasta que Mibuchi Reo fue quien salió del edificio y lo observó de arriba a abajo con curiosidad. El pelirrojo suele largarse de allí en cuanto acaba su trabajo, más aún si es viernes.

—¿Sei-chan?

—Mibuchi.

—¿Pasó algo?

—No, ¿por qué lo preguntas? —frunció ligeramente el ceño.

—Bueno pues, porque aún sigues aquí.

Akashi echó una última mirada a su alrededor antes de encogerse de hombros. ¿Debería decirle al pelinegro que tenía una "cita" con el lava-ventanas del edificio?

—No ha pasado nada. —respondió por fin —Puedes ir tranquilo, estoy bien.

—¿Seguro? —hizo una mueca dudosa.

—Que sí, Reo. Estoy bien. —repitió añadiendo una sonrisa y lograr que se vaya despreocupado.

Mibuchi asintió antes de sonreirle también y despedirse para irse de una vez. Seijūrõ lo perdió de vista y sintió su corazón acelerarse cuando Mayuzumi Chihiro salió por la puerta con ropa casual y una mochila a sus espaldas. Se veía tan bien; era un chico guapo.

—Hey, pequeño fastidioso. —se acercó a él mientras sacaba su móvil del bolsillo de su pantalón y lo revisaba —¿Listo?

El pelirrojo asintió. Sintió curiosidad por saber qué miraba tanto en su teléfono y qué tecleaba con tanta rapidez. Sacudió levemente su cabeza para concentrarse, después de todo no era de su incumbencia. El peliplata guardó su móvil y ambos comenzaron a caminar lejos del edificio donde ambos trabajaban.

El silencio era un tanto incómodo. No sabía qué decir y eso le frustraba porque tenía muchos deseos de conocer mejor a Mayuzumi, ya que le resultaba un chico interesante. Sin embargo, las palabras no le salían y se sentía estúpido. ¿Desde cuándo Akashi Seijūrõ duda sobre lo que quiere decir? Más bien, ¿desde cuándo le cuesta tanto conversar con alguien?

No era nada del otro mundo, podía hacerlo.

—Es aquí. —habló Mayuzumi tomando su muñeca para detenerlo y guiarlo hacia dentro del local, el cual era en extremo colorido y brillante como una confitería —¿Por qué tienes esa expresión de niño pequeño? ¿Nunca estuviste en un lugar así?

La voz burlona de su acompañante lo sacó de sus pensamientos. Se sintió avergonzado, seguramente debía haber puesto cara de idiota, pero es que no pisaba un lugar así desde la muerte de su madre hace seis años. Siempre iba con ella a lugares como aquellos para comer cosas dulces y hablar de miles de cosas, eran muy unidos; eran momentos que guardaría en su mente y corazón toda su vida.

A veces le entristecia pensar que su padre no estaba en ninguno de ellos.

Observó a Mayuzumi unos segundos antes de sonreír y negar con su cabeza. Se sentía bien estando allí.

—Ah, tus ojos brillan demasiado. Me quedaré ciego si continúo viéndote. —comentó el chico desviando su mirada al mostrador.

Seijūrõ reprimio una risa apretando sus labios y, entonces, notó un pequeño detalle: Mayuzumi aún no soltaba su muñeca.

Percibió un ligero calor en sus orejas y supo que se había sonrojado. Usó su mano libre para cubrir parcialmente su rostro mientras intentaba calmar su corazón y las sensaciones abrumantes en su estómago.

—¿De qué quieres tu malteada?

—...fresa.

—¿Te gustan las fresas?

—¿Habría pedido ese sabor si no? —descubrió su rostro frunciendo el ceño.

Se encogió de hombros. —Eso explica porqué escogiste teñirte de ese color.

—¡No me tiño el cabello, maldición!

—Vaya, creía que los de tu clase eran más educados con sus mayores.

—Sólo eres un año mayor que yo. Además, no soy como mi padre ni ninguno de mi "clase".

—Es bueno saberlo. —se giró hacia la encargada del mostrador que le tendía sus pedidos —Gracias, él le pagará.

Sólo entonces soltó su muñeca despacio, tomó ambas malteadas y caminó hasta una de las mesas del lugar. Akashi suspiró encarcando sus cejas y sacando su billetera para pagar por ambos.

Mayuzumi lo esperaba tecleando en su móvil y las malteadas intactas. Se sentó frente a él tomando su vaso entre las manos y sintiendolas frías enseguida. Añoró el contacto del otro chico en su muñeca y se extrañó completamente por el hecho de pensar en eso.

—¿Qué tal?

Seijūrõ alzó la mirada al tiempo que probaba un sorbo de su bebida y abría más sus ojos con satisfacción.

—Deliciosa.

—Oye, por cierto, el otro día te vi con una chica tomando café. —el pelirrojo lo miró con sorpresa —¿Era tu novia o algo así?

Seijūrõ bebió más malteada para no tener que contestar de inmediato. ¿Los había visto? Sus ojos no dejaban de escudriñarlo en busca de una respuesta y no pudo evitar sentirse nervioso.

—No, ella y yo... sólo salimos una vez. —dijo en voz baja.

—Ya veo.

Los envolvió un silencio un tanto incómodo. Seijūrõ sentía curiosidad acerca de lo que sea que Chihiro estuviera pensando, sin embargo no se atrevía a preguntar. Se recriminaba el hecho de dificultar las cosas con ese chico, es decir, sólo era eso... un chico.

Un chico diferente a cualquier otro en el que alguna vez logró fijarse.

El único que despertó un verdadero interés en él.

—¿Cómo acabaste de lava-ventanas?

Mayuzumi alzó la vista de su vaso.

—Siendo honesto, no lo sé. —se encogió de hombros —No conseguía empleo en ninguna parte debido a mi falta de presencia.

—¿Falta de presencia?

Jamás había oído ese término.

—Así es. Nadie me nota si es que ando cerca, generalmente debo anunciarme, y es un tanto desesperante para algunas personas. —hizo una graciosa mueca con sus labios —Como lava-ventanas, nadie debe percatarse que ando cerca así que... perfecto.

Akashi alzó una ceja, sorprendido. Era extraño, porque él sí había notado a Mayuzumi Chihiro desde el principio.

—¿Algo así como un fantasma? —dijo con voz burlona.

—Tal vez.

—¿Cómo explicas que yo sí te haya notado?

—Oh, tienes razón. —sonrió levemente —Supongo que te hace alguien especial. —le guiñó un ojo y agregó: —Un caza-fantasma.

Akashi Seijūrõ jamás se sintió tan avergonzado como en ese momento.

el chico lava-ventanas; mayuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora