el chico lava-ventanas; mayuaka

✳v e i n t e✳

El chico lava-ventanas.

||MayuAka||
#20

" —Me gustas."

" —Sabes que me estoy enamorando de ti, ¿verdad?"

" —Creo que la pregunta correcta sería: ¿por qué no me gustarías?"

Llevó ambas manos a su boca con expresión horrorizada y su pobre corazón a punto de sufrir un colapso a causa de la inmensa ansiedad y temor que estaba sintiendo en ese momento. Las piernas le temblaban y su mente se hallaba totalmente en blanco, impidiendole reaccionar. No podía dar crédito a sus ojos. No, no podía ser. No ahora.

—¡Chihiro! —se asomó a la ventana con rapidez una vez superado el shock inicial —Ay, por Dios, no puede ser... ¿qué..? ¿Cómo es que...?

Las palabras se atoraban en su garganta y las lágrimas amenazaban con salir pronto. Mayuzumi lo miró un segundo antes de elevar su vista hacia arriba, seguramente verificando si la cuerda resistiria su peso o no.

—Yo.. n..no lo sé... —le oyó murmurar en respuesta, probablemente aún más asustado que él.

—Tranquilo, tú.. yo..

—¡Pide ayuda, maldición!

—¡Mibuchi! ¡Mibuchi, ven aquí! —comenzó a gritar sin valor para apartarse de la ventana y dejar solo a Chihiro.

El pelinegro apareció con expresión preocupada que posteriormente se transformó en una de completo horror e impresión.

—Pero.. ¿¡qué ha pasado!?

—¡Por favor, Mibuchi, ve por ayuda!

Su asistente tan sólo logró asentir antes de echar a correr fuera de su oficina. Seijūrõ intentó tragar el nudo que se había formado en su garganta y respirar correctamente. Chihiro lo necesitaba, debía ser fuerte por ambos ahora.

—Mierda, yo... ¿estás bien?

—¿Es enserio? —le espetó con brusquedad —¡Preguntar por el clima habría sido menos estúpido que eso, ¿sabes?!

Akashi se regañó a sí mismo y entendió que debía ser delicado con él, pues se encontraba literalmente al borde de la muerte.

Y era lo que más le dolía pensar.

Si Chihiro caía no podría vivir tranquilo sabiendo que pudo ayudarle, que pudo tratar de hacer más para recuperarlo, que pudo quererlo y atesorar cada cosa que hacía o decía por el resto de su vida. Jamás se lo perdonaría.

—¡Lo siento, es sólo que no sé qué hacer!

—¡Ya vete! Vete, yo... yo no te quiero aquí. No quiero verte presenciar mi patética muerte.

El chico de ojos grises sonaba realmente triste, las lágrimas corrían por sus ojos y sus nudillos ya estaban rojizos por sostenerse de la cuerda con fuerza. Esa imagen sólo logró que Seijūrõ llorara también, porque no quería perderlo, porque se negaba a que las cosas acabaran así.

—¡Te golpearia pero estás lejos! —sollozó y el peliplata lo miró —¿Cómo puedes decir esas cosas? Chihiro, yo.. ¡yo te amo, maldita sea! Y no pienso abandonarte ahora, ni irme sin ti.

Se formó un silencio abismal en donde ambos chicos sólo se observaban a los ojos intentando transmitirse la mayor cantidad posible de sentimientos y promesas. Seijūrõ no se sentía avergonzado del todo, ya que debido al miedo y los nervios no podía pensar en nada más que asegurarse de que Chihiro supiese lo mucho que lo estimaba y le importaba.