✳d i e c i o c h o✳

328 59 52
                                    

El chico lava-ventanas.

||MayuAka||
#18


" —Chihiro.

—¿Sí, pequeño?

Apretó el móvil en sus dedos.

—¿Por qué te gusto?

—Vaya.. —su risa al otro lado de la línea le erizó la piel. Suspiró —Creo que la pregunta correcta sería: ¿por qué no me gustarías?"

Akashi Seijūrõ era feliz. Llevaba dos semanas junto a Mayuzumi Chihiro siendo más que amigos y aunque no tuvieran una etiqueta, le gustaba pasar tiempo con él de cualquier manera.

Por las mañanas se veían en la ventana de la oficina del pelirrojo, en el almuerzo iban al restaurante de la esquina y cuando la jornada acababa, si podían, salían por ahí unas horas. Para Seijūrõ no existían mejores días que los que pasaba junto al mayor riendo, conversando, demostrandose afecto o simplemente disfrutando de la presencia del otro. Sentía que todo era perfecto, que Chihiro lo completaba de una forma especial y su corazón se encontraba contento a su lado mientras su mente no dejaba de llenarse de pensamientos de aquel chico tan especial para él.

Lo que más le gustaba era cuando descubría cosas nuevas acerca de Mayuzumi. Por ejemplo, que su comida favorita era todo aquello que contuviera carne, que el pop coreano le atraía, que leía cuentos para niños de vez en cuando y que le encantaba tomarlo de la mano. Literalmente, cada vez que estaban juntos hallaba el momento para entrelazar los dedos con los suyos.

—¿Qué tienes con mis manos?

—Me gusta la forma en la que encajan perfectamente con las mías. —lo miró sonriendo —¿A ti no?

Seijūrõ sólo asintió dejando reposar su cabeza sobre el hombro del peliplata. De vez en cuando le salía lo cursi a Chihiro y no podía evitar avergonzarse en demasía.

En la oficina sólo podía contar las horas para verlo de nuevo. Mibuchi lo regañaba diciendo que tenía trabajo que terminar, juntas a las que asistir y demás; que ya tendría tiempo de fantasear con su noviecito.

A pesar de todo y todos, Seijūrõ vivía tranquilo y feliz los últimos días, sin embargo, aquello no hacía más que provocarle escalofríos de vez en cuando y la sensación de que todo iba demasiado bien como para ser cierto. Tenía un mal presentimiento que no podía quitarse de encima hiciese lo que hiciese.

Ese día, Reo había faltado al trabajo producto de un fuerte resfriado que requería reposo durante todo el día.

—Mibuchi, ya te he dicho que está bien. —repitió Seijūrõ por décimo sexta vez en lo que iban del día.

—¡Pero Sei-chan...! —se interrumpió a sí mismo con un estornudo —Lo siento. Apuesto a que mi voz se oye rara.

—Sólo un poco. —giró en su silla, aburrido —No es lo mismo sin ti, lo admito.

—¡Sei-chaaan! ¡No me digas esas cosas, haces que quiera ir hasta allá!

Seijūrõ rió alejando el móvil de su oreja para fijarse la hora y, de paso, ponerlo en altavoz. Todo los documentos de su escritorio habían sido revisados, ordenados y firmados y no sabía qué más hacer mientras esperaba a que fuese la hora del almuerzo para ver a Chihiro.

—Tú descansa y asegúrate de recuperarte. —dijo —¿No quieres que vaya a verte luego del trabajo? Puedo cancelar a...

—No, no. No canceles a tu noviecito por mí, Sei-chan. Además, no quiero que te contagies.

el chico lava-ventanas; mayuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora