✳o c h o✳

354 66 58
                                    

El chico lava-ventanas.

||MayuAka||
#8

Tras un fin de semana lamentando su patética existencia, Akashi Seijūrõ llegó el lunes en la mañana con los nervios a flor de piel. Se preguntaba una y otra vez cómo haría para mirar a Mayuzumi Chihiro a la cara luego de aquella vergonzosa escena en su "cita". No podía, no se veía capaz, y es que las posibles reacciones del peliplata aparecían en su cabeza provocando que se formase todo un drama.

Era un idiota.

¿Desde cuándo Akashi Seijūrõ actúa como si tuviera quince años?

—Sei-chan, te estoy hablando. —Mibuchi chasqueó sus dedos frente al pelirrojo.

—¿Eh? ¿Qué? —sacudió su cabeza un tanto desorientado.

El pelinegro lo observaba con preocupación reflejada en su rostro. Aunque la burla también estaba presente.

—Sei-chan, ¿estás drogado o algo así?

Seijūrõ alzó su vista completamente despabilado e hizo una mueca indignada ante las palabras de su asistente.

—¿Cómo se te ocurre? —exclamó
—Por supuesto que no, Mibuchi. ¿Qué te pasa?

—¿Qué te pasa a ti? —contraatacó Reo cruzandose de brazos —El lava-ventanas lleva ya un rato ahí colgado.

Rápidamente Akashi se volteó en su silla en dirección a la ventana encontrándose con un cielo azul cubierto de nubes blancas. Entonces, cayó en cuenta de la broma de su asistente.

—¡Ajá, sabía que tenía algo que ver!

—No sé de qué hablas. —carraspeó tomando uno de los tantos documentos que había en su escritorio.

—¡Casi te caes de la silla al voltear! —señaló entre risas el pelinegro —Sei-chan, puedes decirme.

Akashi suspiró resignado antes de pasar ambas manos por su rostro en un intento de quitarse la frustración. Las palabras del chico lava-ventanas se reproducían una y otra vez en su cabeza haciéndolo avergonzar y recordar el incómodo momento que le hizo pasar a Mayuzumi.

Debían entenderlo, a los quince años fue obligado a actuar como un adulto en lugar del adolescente hormonado que se suponía debía ser. A pesar de la intervención de su madre, su padre seguía siendo muy estricto. Por eso ahora le resultaba extraña la mezcla de sentimientos que se agolpaban cada vez más en su interior. No sabe qué hacer ni cómo controlarlas.

—Siento que voy a vomitar mariposas en cualquier momento. —se quejó en voz baja.

—Así que... te gusta. —comenzó a mover sus cejas de forma sugestiva.

Akashi sintió sus mejillas calientes. ¿Le gustaba Mayuzumi Chihiro, el chico lava-ventanas?

—No lo sé, Reo. —suspiró —Creo que es muy pronto para decirlo.

Mibuchi sonrió comprensivo y Seijūrõ volvió a proyectar la bonita sonrisa de Mayuzumi en su mente. ¿Qué haría ahora? No sabía qué hacer con tantos sentimientos y emociones encontradas.

—Oh, ahí está él. —Reo señaló la ventana.

—No volveré a caer.

—Sei-chan, hablo enserio.

—¿No fue suficiente con la primera vez?

—¡Sólo voltea y lo verás!

—Mibuchi, como sea una broma y juro que... —dos pequeños golpes en la ventana lo interrumpieron.

Volvió a girarse rápidamente en su silla para toparse con el chico lava-ventanas de mirada gris y que, poco a poco, comenzaba a adueñarse de sus pensamientos y a robarle el aliento en las noches.

Akashi le pidió con la mirada a Mibuchi algo de privacidad y éste se la concedió saliendo de la oficina del pelirrojo con una sonrisita en sus labios. Seijūrõ abrió la ventana y una suave brisa acarició su rostro.

—Hola.

—Hola.

—Yo.. quería asegurarme de que estabas bien. —dijo Mayuzumi —Como te fuiste tan de repente y no tuve cómo contactarme contigo, pensé...

El corazón del pelirrojo se aceleró un poco y tragó saliva.

—A..ah, sí.. —susurró —Lamento haber sido repentino. No tenías que preocuparte.

—Pero lo hice, al menos agradeceme.

—Bien, gracias por tu preocupación. —sonrió.

Ambos se sostuvieron la mirada durante unos segundos perdiéndose en el color y el brillo de los ojos contrarios. Seijūrõ sentía su vientre un desastre mientras que su mente quedó en blanco por un momento, sólo concentrándose en Mayuzumi.

—No usas lentillas, ¿cierto?

La pregunta del peliplata lo bajó de su nube color rosa.

—¿Eh..?

—Lentillas rojas.

—¡Por supuesto que no!

—Es decir que, ¿tus ojos son de ese color desde que naciste?

Seijūrõ rodó los ojos. Primero el cabello y ahora esto.

—Sí, son mi color natural. —respondió en un murmullo cansado —Los heredé de mi madre al igual que el cabello.

Mayuzumi asintió y empezó a limpiar las ventanas contiguas a la suya mientras tarareaba una canción en voz baja. Sólo entonces Akashi notó que llevaba audífonos, pero uno colgaba sin utilizar.

—Yo me parezco a mi madre también, aunque sólo de físico. —dijo sin mirarlo —Mi hermana tiene ciertos aspectos físicos de mi padre y algo del carácter de mi madre.

—¿Y tú de quién tienes el carácter?

—Nunca lo supimos. —se encogió de hombros —Mi madre me lo pregunta siempre, como si yo tuviera la respuesta. Sólo soy así, y ya.

—¿El Chico Fantasma? —bromeó recordando una de sus conversaciones.

Mayuzumi sonrió.

—Y tú mi caza-fantasma.

Seijūrõ apretó sus labios para no sonreír y para disimular su repentino sonrojo.

Las mariposas en su vientre no dejaban de revolotear.

el chico lava-ventanas; mayuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora