Cap. 22. El combate (Parte 2)

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Aveline p.o.v

-Edmund siempre has estado a mi lado y yo jamás he ¡Ah!- la frase de Peter se ve interrumpida ya que su hermano hace un movimiento, el brazo de Peter suelta un crujido no muy agradable y Peter se queja.

-Dímelo luego- dice Edmund, esquivando por completo la confesión que su hermano le había hecho, o por lo menos que había intentado hacer.

Miraz se levanta y Peter imita su acción, le tiendo al mayor de los Pevensie su escudo y su espada, que me guiña el ojo para agradecérmelo, Edmund le da su yelmo, pero Peter niega con la cabeza y deja el yelmo en el suelo, haciendo que frunza el ceño por la confusión. Sin protección, Peter tiene muchas más posibilidades de morir, algo que no me gusta nada, algo que me derrumbaría ya por completo. Miraz, al ver la acción de Peter, no quiere ser menos y también aparta su yelmo, su orgullo está en juego y estoy segura de que no va a permitir quedar por debajo de un joven de 17 años.

Ambos se vuelven a encontrar en el centro y el combate comienza de nuevo, Peter da una estocada y Miraz la para con su escudo. Ambas espadas se encuentran chocando entre sí antes de que Peter esquive por los pelos el metal de Miraz, aun así, Miraz le da con su escudo y Peter suelta un quejido. Miraz grita de furia y tras atacar de nuevo, le propina en la cara un golpe a Peter con su escudo, pero el mayor de los Pevensie no se rinde, ataca de nuevo con su espada pero la trayectoria es desviada por la de Miraz, este combate está muy igualado. Miraz le da una patada a Peter en el estómago, este se choca contra una columna de piedra y cae al suelo. Peter me mira por un segundo, distrayéndose del combate, lo suficiente para poder morir.

-¡Peter!- grito haciéndole reaccionar, esquivando el filo de Miraz en el último momento y tirando a Miraz al suelo con una patada en las piernas.

Pero instantes después, los dos se levantan y sigue sonando sin cesar el sonido de los metales chocando uno contra el otro, no sé muy bien cómo consigue hacerlo, pero Peter le arrebata su espada a Miraz y la tira al suelo, ahora solo va armado con su escudo. Peter empieza a propinar espadazos a Miraz que, para, por los pelos las estocadas con el escudo, está acorralado, la victoria de Peter ya se puede casi saborear. Peter intenta clavarle su espada a Miraz, pero se queda enganchada entre el escudo del telmarino y su brazo, que solo tarda uno pocos segundos antes de quitársela y darle otro golpe en la cara con el escudo. Miraz intenta repetir la misma acción, pero Peter consigue agarrar el escudo. Miraz grita y le da un codazo a Peter en la cara, para después lanzarlo contra unas piedras. Miraz intenta asestarle el golpe final, pero Peter se aparta a tiempo y la espada choca contra la dura piedra. Peter consigue parar otro espadazo con la ayuda de sus guanteletes y le consigue dar un puñetazo al telmarino. Peter actúa rápido y le da a Miraz un golpe en la herida que le consiguió hacer antes, ahora vendada.

El telmarino grita de dolor y retrocede uno pasos, todavía con la espada en la mano. Los gritos de ánimo de los narnianos resuenan por todo el prado.

-¡Un descanso!- grita Miraz, cayendo de rodillas al suelo- un descanso...

-No es momento de ser caballero Peter- dice Edmund.

-¡Acaba con su vida!- grito con una sonrisa malévola haciendo que el volumen de los gritos narnianos aumenten al instante.

Peter me mira unos instantes con rabia antes de volver a mirar a Miraz. Peter baja su puño a la vez que se dirige hacia nosotros. Pero lo que veo, me deja sin aliento.

Miraz aprovecha la distracción de Peter y que está de espaldas a él para recoger su espada y atacarle.

-¡Cuidado Peter!- grita el hermano del rubio.

-¡Traidor!- le grito a Miraz, lanzándole un carámbano de hielo, que se clava en su brazo, frenando su ataque a la vez que el mayor de los Pevensie se da la vuelta.

Peter y Miraz forcejean por un momento hasta que el mayor de los Pevensie grita y consigue atravesarle el costado a Miraz con su espada que deja escapar un pesado jadeo

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Peter y Miraz forcejean por un momento hasta que el mayor de los Pevensie grita y consigue atravesarle el costado a Miraz con su espada que deja escapar un pesado jadeo.

Peter saca la espada del cuerpo de Miraz y este cae al suelo de rodillas. Me acerco corriendo a Peter, que sostiene su espada, listo para matar a Miraz.

-¿Qué pasa muchacho?- dice Miraz agonizante- no te atreves a quitar una vida...

-No me corresponde a mí- dice Peter y es como su mirada echara rayos de lo furioso que está, el rubio señala con su espada a Caspian, que duda unos momentos pero por fin se acerca a nuestro lado.

Caspian recibe la espada mientras que Peter se agacha a recoger la suya y se dispone a volver hacia donde está su hermano, pero yo permanezco con Caspian y su tío. Caspian alza su espada, dispuesto a clavársela en el pecho de Miraz y acabar de una vez por todas con su vida.

-Tal vez estuviera equivocado- dice de repente Miraz- posiblemente sí puedas ser un rey telmarino, después de todo.

El joven Caspian entrecierra los ojos, con furia, con una mirada que atemoriza, Caspian grita de rabia y clava su espada, pero en vez de hacerlo en su tío, lo hace en el suelo, quedándose clavada, una vez más Caspian me ha demostrado que no tiene agallas.

-Uno como tú no- dice Caspian con los ojos llorosos, refiriéndose a la crueldad y frialdad con la que su tío hace las cosas y que no duda en matar si es necesario- te perdono la vida, pero les devolveré su reino a los narnianos.

Una lágrima cae por la mejilla de Caspian y juntos volvemos junto a los hermanos Pevensie mientras los narnianos gritan de alegría.

En cuanto veo a Peter sano y salvo, sin apenas daños, se me saltan las lágrimas y corro hacia él, casi terminando en el suelo por la fuerza con la que le he dado el abrazo.

-Te quiero Peter, por favor, no vuelvas a poner tu vida en peligro de esa manera- sollozo apoyando el rostro en el frío metal de la armadura de Peter, mientras que este me rodea con sus fuertes y cálidos brazos.

-Tranquila Aveline, ya ha pasado, por lo menos esto, estamos a un paso de la victoria y podremos volver a vivir en paz, podremos pasear por los bosques sin preocuparnos de si nos atacan, te quiero, mi reina- dice Peter en mi oído haciendo que llore aún más.

De repente, oímos un grito, el oficial de Miraz le ha clavado un virote en el estómago, provocando así el alarido del rey. Me separo rápidamente de Peter y Miraz se desploma muerto en el suelo, contemplo con gran horror la escena mientras me tapo la boca con las manos.

La llamada (Peter Pevensie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora