Cap. 27. La celebración.

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Aveline p.o.v

-Creo que no es una cuestión de honor- dice Aslan riendo de nuevo- sino el amor que sientes por tu pueblo.

Reepicheep mira unos segundos a Aslan en silencio, pero se da la vuelta cuando oye a uno de sus acompañantes soltar un grito de sorpresa al ver que le ha crecido la cola de nuevo.

-¡Oh! ¡Mira! Gracias, gracias majestad- dice el pequeño ratón sujetándose la cola a la vez que hace una reverencia- será mi tesoro, desde este mismo instante servirá para recordarme, mi gran humildad.

-Lucy- dice Aslan- ¿Y ese querido amiguito del que tanto me has hablado?- sonrío al oírle y miro a mi alrededor en busca de Trumpkin.

-Ahí está- señalo al enano, que está requisando las armas de los telmarinos que han conseguido salir, Trumpkin nos mira durante un segundo y sigue con su labor, pero después se da cuenta de que todos le estamos mirando y dirige su mirada de nuevo hacia nosotros.

Le hago un gesto a Trumpkin con la cabeza para que se acerque hacia nosotros, el enano se acerca con la cabeza gacha, fruto de su timidez al estar ante el Gran León.

Trumpkin mira un segundo a Aslan y se agacha clavando su espada en la tierra, mientras mira de reojo al león.

Aslan da un paso al frente y después suelta un fiero rugido que hace temblar el valle entero, incluido a Trumpkin, que echa la cabeza ligeramente hacia atrás por el temor que debe sentir.

-¿Me crees ahora?- dice Lucy esbozando una divertida sonrisa.

Trumpkin suspira y nos asiente con la cabeza, después se levanta y va a saludar a Aslan.

-Debéis volver al castillo telmarino, o debería decir, castillo narniano- dice Aslan- tenemos mucho que celebrar.

Nos traen unos caballos, cada uno se sube en uno, pero yo me monto en uno junto a Peter, por petición suya, no piensa separarse de mí de ahora en adelante.

(...)

Después de vestirnos, arreglarnos, maquillarnos y curar nuestras heridas, los Pevensie, Caspian y yo tomamos rumbo hacia el castillo ahora propiedad de Narnia, donde se celebrará la coronación de Caspian y donde el pueblo telmarino nos recibirá.

La gente nos recibe entusiasmada, nos vitorea, nos anima y aplaude mientras vamos montados en nuestros caballos.

Nos lanzan pétalos de flores y agitan sus banderas hacia nosotros mientras somos escoltados por los centauros y algunas criaturas narnianas más, hacía mucho que no experimentaba esta sensación de triunfo, de felicidad...

Peter se gira hacia y mí y me sonríe entusiasmado, mientras su ojos brillan por la emoción, le devuelvo la sonrisa y nos fundimos como podemos en un cálido beso. Peter gira su cabeza de nuevo al frente y yo le abrazo por detrás, apoyando la cabeza en su musculosa espalda.

(...)

La noche cae y la fiesta comienza oficialmente con el lanzamiento de unos preciosos fuegos artificiales, que iluminan el cielo y lo llenan de formas y colores.

Me abrazo a Peter para contemplar el espectáculo y nos quedamos un rato aun habiendo terminado los fuegos artificiales, ninguno quiere separarse el uno del otro.

Tras cenar un exquisito banquete con los mejores manjares que uno se puede imaginar, Peter y yo decidimos retirarnos a dormir después de bailar un poco, por lo que nos asignan unos aposentos privados y nos vamos a la cama enseguida, donde caemos rendidos de sueño casi al instante.

A la mañana siguiente, me despierto bajo el canto de unos preciosos gorriones, que se encuentran apoyados en el alféizar de la ventana, me tumbo sobre el mayor de los Pevensie y empiezo a despertarle con besos por toda la cara. Peter se hace el dormido mientras sonríe, bajo los besos hasta su cuello, Peter abre un ojo y tras dedicarme una sonrisa maligna, con un rápido movimiento consigue ponerme debajo de él, sujetando ambas de mis muñecas e inmovilizándome con su peso sobre mí.

Tras unos minutos de más besos, caricias y risas, Peter y yo nos levantamos, nos aseamos, nos visten y bajamos a desayunar.

-Bueno, parece que la parejita ha despertado- dice Edmund alzando su copa, antes de darle un bocado a una manzana.

-Oh, cállate Edmund- dice Peter sentándose al lado de su hermano.

-Os habéis despertado tarde ¿Os quedasteis despiertos hasta más tarde?- dice Susan con una sonrisa burlona y moviendo sus cejas de arriba abajo.

-¡Susan!- digo sonrojándome, mientras un sirviente me sirve una variedad de frutas cortadas en un plato, acompañando con un vaso de néctar.

Los Pevensie y yo charlamos animadamente y cuando concluimos el desayuno, Aslan llama a Susan y a Peter, para poder hablar con ellos, el rubio se despide de mí dándome un beso en la mejilla y los dos hermanos se marchan. A los pocos minutos me levanto de mi silla y salgo a un patio interior, donde observo a los dos hermanos conversar con mi abuelo.

Veo a Caspian salir de una puerta enorme de hierro y bajar las escaleras precipitadamente, para después observar a los hermanos hablando de Aslan, parece no haberse dado cuenta de mi presencia.

-Majestad- le dice Aslan a Caspian, haciendo que se sobresalte, Peter desvía un segundo su mirada hacia mí, Caspian observa a Susan, que lo mira con tristeza, creo que el peor momento ha llegado.

-Estamos listos- dice Caspian tras un breve e incómodo silencio- todo el mundo nos espera- Caspian se da la vuelta y se vuelve por donde ha venido.

Me levanto y me acerco a Susan, Peter y Aslan.

-Parece que ha llegado el momento- digo después de suspirar. Peter me mira y me da la mano para después juntar su frente con la mía.

-Debemos ir ya- dice Aslan, suelto la mano de Peter y me giro hacia el león, para acariciarle la melena, antes de ir con Caspian.

Los tres salimos del patio y tras cruzamos varios pasillos hasta llegar a la entrada del pueblo donde viven los telmarinos. Los narnianos y telmarinos nos esperan en un patio suspendido sobre un gran precipicio, las vistas son hermosas y se puede ver el castillo desde este lugar, me recuerda tanto a Cair Paravel, lo único que echo de menos son las vistas a la playa, poder ver las olas chocar contra las rocas, aunque bueno, ahora se ven montañas y eso también me vale. Los Pevensie, Aslan y yo nos subimos a una especie de estrado justo en el límite del pueblo, un paso hacia atrás y caes al vacío.

La llamada (Peter Pevensie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora