Cap. 29. La despedida.

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Aveline p.o.v

Los hermanos Pevensie y yo nos acercamos a Trumpkin, el Profesor, Tejón y el líder de los centauros para poder despedirnos.

Me agacho ante el pequeño Reepicheep y este me hace una reverencia.

-Mi lady- dice Reepicheep quitándose el sombrero- la echaremos de menos, majestad.

-Lo mismo digo valiente ratoncito- digo acariciándole la cabeza a lo que el ratón me sonríe.

Lucy y Trumpkin se miran durante unos segundos, Lucy hace una reverencia y los dos se abrazan con mucha fuerza, conmoviendo mi corazón y haciendo que me emocione.

-Me alegra haber vuelto- le dice Susan a Caspian una vez todos nos hemos despedido de los demás, esas miradas que se dedican, todo apunta a que están enamorados. Miro a Peter arqueando las cejas mientras sonrío y él me devuelve la sonrisa.

-Ojalá tuviéramos más tiempo- dice Caspian casi en un susurro mientras lentamente, noto cómo se van acercando.

-Creo que no habría salido bien- dice Susan intentando no hacer contacto visual con el rey.

-¿Por qué no?- dice Caspian frunciendo el ceño mientras la tristeza se va haciendo más visible en sus ojos.

-Soy mil trescientos años mayor que tú- dice Susan dejando escapar una pequeña sonrisa.

-El amor no tiene edad- susurro dándole la mano a Peter, que me acepta el gesto dándome un beso en la mejilla

Caspian le devuelve la sonrisa a la Pevensie, esta se gira hacia nosotros y da un paso, pero se detiene a medio camino y se da la vuelta, para correr y besar a Caspian que le pilla por sorpresa, pero que le devuelve el gesto poniendo las manos en sus mejillas. Noto a Peter tensarse y suelto una risita para después girarme hacia él y darle un beso también, que parece calmarle.

Tras separarse, Caspian rodea con sus brazos a Susan y Lucy se acerca a mí.

-Espero que cuando sea mayor lo entienda- dice la pequeña Lucy frunciendo el ceño mientras mira a Caspian y a su hermana.

-Oh pequeña, estoy segura que tarde o temprano lo entenderás- le digo a Lucy rodeando sus hombros con mi brazo, haciendo que ella rodee mi cintura con el suyo-  lo harás y vendrás a pedirme consejo- Lucy se ríe y me contagia la risa, después mira sus hermanos, contagiándosela a ellos dos también.

-Yo soy mayor y no quiero entenderlo- dice Edmund mirando de reojo a su hermana mayor.

-Créeme, querrás entenderlo- dice Peter antes de guiñarme le ojo, haciendo que me sonroje.

Tras terminar de pronunciar estas últimas palabras, Susan se separa de Caspian y le dedica una última mirada, antes de girarse y caminar hacia nosotros. Sonrío a Susan y esta se sonroja, todo lo que me ha hecho pasar con Peter, lo va a tener que soportar ella ahora.

Tras mirar unos segundos a nuestros amigos y a los telmarinos, Peter me da otra vez la mano y los Pevensie y yo cruzamos el portal, rumbo a casa y para mí, rumbo a una nueva vida. Le dedico una última mirada a Aslan con lágrimas en los ojos, este me mira con tristeza pero rápidamente recupera la compostura y me asiente con la cabeza, me giro de nuevo y volvemos a Londres.

En cuanto miro a mi alrededor me encuentro en el metro, los Pevensie llevan el mismo uniforme rojo con el que más o menos me recibieron cuando llegaron a Narnia. El metro está lleno de gente y el tren pasa a toda velocidad, produciendo un poco de viento, que agita mis cabellos ahora recogidos en una trenza.

-Llevas el mismo uniforme que nosotros- dice Peter examinando mi ropa, frunzo el ceño y observo mi conjunto y en efecto, llevo el mismo atuendo que Lucy y Susan.

-La magia de Aslan- digo sonriendo a los Pevensie.

-¿Cómo lo habrá hecho?- pregunta Edmund- porque eso quiere decir que ahora vas al mismo colegio que nosotros cuatro.

-Eso parece- le digo a Edmund- solo sé que aquí mis poderes no funcionan, ya me lo explicó Aslan, es una pena, los echaré de menos la verdad.

El tren se va parando poco a poco en las vías, los Pevensie y yo nos miramos los unos a los otros. Las puertas se abren y la gente empieza a salir de los vagones. Peter asiente y los Pevensie recogen sus maletines. Los cinco entramos al tren y las puertas se cierran tras nosotros.

-¿Seguro que no podemos volver?- dice Edmund rebuscando en su bolsa, los Pevensie y yo nos miramos confusos- me he dejado la linterna en Narnia- los cinco nos empezamos a reír por el comentario de Edmund.

Susan, Lucy y Edmund van a sentarse al otro lado del vagón y Peter y yo nos quedamos de pie junto a las puertas.

El tren arranca, Peter se agarra a una barra de metal pero yo no me doy cuenta y pierdo el equilibrio, acto seguido, Peter se suelta y se apresura a agarrarme a la cintura para evitar que caiga al suelo.

-Gracias- le digo al mayor de los Pevensie, este solo sonríe y rodea por completo mi cintura con sus brazos, noto unas miradas sobre mí y empiezo a mirar a los alrededores, un grupo de chicas de mi edad nos miran a Peter y a mí, bueno, sobre todo a mí, mirándome como si hubiera cometido un crimen o algo parecido. Las chicas llevan el mismo uniforme que nosotros, ahora lo entiendo todo- vaya Peter, no solo provocas pasiones en Narnia, parece que aquí también.

Peter frunce el ceño y yo le señalo con la mirada a las chicas, que continúan mirándonos, Peter gira la cabeza y cuando vuelve a mirarme, una sonrisa maliciosa se forma en su rostro. Pone una mano en mi mejilla y se inclina hacia mí para besarme bajo los gritos ahogados de las chicas. Cuando separamos nuestros labios, Peter vuelve a colocar la mano en mi cintura, nos quedamos unos segundos mirándonos a los ojos en silencio. Peter se inclina a mi oído.

-Tengo algo que proponerte- susurra el Pevensie estremeciéndome de arriba abajo, mientras todavía oigo a las chicas cuchichear entre sí.

-Cuéntame Pevensie- le digo a Peter, escuchando de fondo el traqueteo del tren.

-Busquemos a tu madre- dice Peter, haciendo que mi corazón se pare durante unos segundos y mi respiración se agite al oír esas palabras.

La llamada (Peter Pevensie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora