Cap. 20. ¿El último beso?

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Aveline p.o.v

Edmund, un centauro, un gigante y yo salimos del fuerte para aproximarnos al campamento telmarino, que nos reciben con amabilidad, cosa que no me da buena espina.

(...)

-Yo, Peter- lee el manuscrito Edmund- por el don de Aslan, por elección y conquista, Sumo Monarca de Narnia, señor de Cair Paravel y Emperador de las Islas Solitarias, con el fin de impedir un derramamiento de sangre, reto al usurpador Miraz, a un combate singular en el campo de batalla, será un combate a muerte, la recompensa será la rendición total- después de leer esto, Edmund enrolla el manuscrito de nuevo con una sonrisa.

-Dime príncipe Edmund...- empieza a decir Miraz.

-Rey- decimos Edmund y yo a la vez.

-Ah, perdón- dice Miraz avergonzado, la verdad es que no me creo ni una palabra que sale de su boca.

-En realidad es Rey Edmund, solo Rey, como Aveline- dice Edmund- Peter es el Sumo Monarca, lo sé, es confuso.

-¿Por qué vamos a aceptar tal propuesta cuando nuestros hombres pueden venceros sin esfuerzo?- dice Miraz escrutándome con su mirada.

-No estoy segura de que debáis subestimarnos, porque puede que os llevéis una sorpresa, pues como me ha denominado vuestra esposa, soy una "bruja" y puedo hacer cosas que no os podéis ni imaginar- concluyo la frase con una gran sonrisa.

-Os recuerdo que hace solo una semana los narnianos no existían- dice Edmund.

-Y van a dejar de existir...- dice Miraz fríamente mientras noto la sangre hervir de rabia por mis venas.

-Cuidado con lo que dices...- le digo a Miraz, él hace un gesto y uno de sus guardias pone una espada en mi cuello, inmovilizándome.

-¿Entonces qué es lo que teme?- dice Edmund, ignorando por completo mis palabras y al guardia, Miraz se empieza a reír como un maníaco.

-No es una cuestión de valor- dice Miraz aun riendo.

-¿Se niega a batirse en duelo con alguien a quien dobla en edad?- dice Edmund.

-Más bien yo diría que triplica la edad- digo con tono de burla, provocando la risa del centauro y una mirada asesina por parte de Miraz.

-Yo no he dicho que me niegue- dice Miraz con un tono de voz que hace que un escalofrío me recorra de arriba abajo.

-Estaremos de su lado majestad- dice uno de los hombres de Miraz- decida lo que decida.

-Señor- dice otro de sus hombres, que parece ser su mano derecha- la enorme ventaja militar podría ser la excusa perfecta de lo que podría ser...

-¡No estoy evitando nada!- grita Miraz, haciendo que me sobresalte, mientras desenvaina su espada contra el hombre.

-Solo pretendía puntualizar que mi lord tiene derecho a negarse si ese es su deseo- dice el hombre de Miraz.

-Su majestad jamás se negaría- dice otro hombre, que recuerdo haberle visto al lado de Miraz cuando atacamos su castillo, mas no sé su nombre- disfruta pudiendo demostrar a todos el valor de su nuevo rey- tras oír esto Miraz me mira, ordena que retiren la espada de mi cuello para después apuntar con la suya a mi pecho.

-Tú, bruja, reza para que la espada de tu amado sea más certera que su pluma- dice Miraz con una mirada fría, entrecierro los ojos y después una sonrisa sádica se forma en las comisuras de mis labios.

-Así será, Edmund es hora de volver- digo agarrando a Edmund del antebrazo. El Pevensie asiente y los dos regresamos al Altozano de Aslan.

Los Pevensie y Caspian nos reciben en la entrada ansiosos de conocer la respuesta.

-Ha dicho que sí- le digo a los demás.

Peter me asiente para después darme un abrazo.

-No estaba muy convencido de que fueras tú sola sin casi protección- dice Peter poniendo ambas manos en mis mejillas, haciendo que me sonroje por la cercanía de nuestros rostros.

-No te preocupes Pevensie- digo sonriendo- tal y como me llaman los telmarinos, esta bruja sabe cómo defenderse.

-Habrá que prepararte para el combate- dice Caspian interrumpiendo nuestra conversación- y debemos hacerlo ya.

(...)

Tras ponerle la armadura a Peter, no sé por qué pero las narnianas deciden vestirme a mí también, diciendo algo de que como soy la esposa del luchador, debo ir arreglada para la ocasión, yo solo me limito a estirar los brazos y hacer lo que me piden para poder acabar con esto lo más pronto posible. Tras terminar de vestirme y peinarme me miro al espejo, la verdad es que no está nada mal pero podría haber salido con un simple vestido.

 Tras terminar de vestirme y peinarme me miro al espejo, la verdad es que no está nada mal pero podría haber salido con un simple vestido

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Salgo de mis aposentos y me dirijo a la sala principal, donde me encuentro a Peter y a Edmund, pero ni rastro de los narnianos.

-¿Dónde están los demás?- le digo a los hermanos Pevensie.

-Están fuera, aguardando a que salgamos- dice Peter clavando su mirada en la mía, haciendo que se me acelere el corazón- Susan y Lucy van a partir ya, Caspian está con ellas.

-Espero que no les pase nada, les dije a tus hermanas que Eymer podría escoltarlas pero se negaron- digo cruzándome de brazos.

-Tenemos que salir ya- dice Edmund, refiriéndose a los gritos de animación de los narnianos. Peter y yo asentimos y salimos fuera del fuerte.

A medida que vamos caminando los gritos de los narnianos se van haciendo más sonoros, al fin y al cabo es algo que me reconforta. En el trayecto saludo al pequeño Oreious con la mirada, que lleva la rosa que le regalé en las manos, también echo un vistazo al cielo para ver a Eymer volar, esperando a que saliéramos. A medida que voy avanzando, los lobos se van colocando detrás de mí, digamos que como formando un séquito, los lobos son mis leales seguidores y defensores en todo momento.

Miraz nos espera en el centro del campo de batalla, sentado y acompañado de sus hombres más fieles. Los lobos gruñen en cuanto le ven pero no parece importarle.

Miraz se levanta y Edmund le tiende a su hermano la espada enfundada, Peter no vacila y desenvaina la espada con decisión, haciendo que una sonrisa escape de mis labios. Miraz se pone un yelmo, algo feo para mi gusto, que le tapa toda la cabeza y la cara, por lo que sería difícil atravesarlo con una simple espada.

Miraz desenvaina su espada y silenciosamente se acerca a nosotros. Peter también imita su acción, pero le agarro de la mano a tiempo para pararle, Peter se gira y me da también la otra mano haciendo que los narnianos enmudezcan.

-Intenta no morir por favor- le digo a Peter poniendo una mano en su pecho, tocando el frío metal de la armadura.

-No te preocupes, intentaré sobrevivir por ti- dice Peter rodeando mi cintura con sus manos, después nos acercamos lentamente y nos fundimos en un tierno beso bajo las exclamaciones de los narnianos que parece no tener fin, solo hasta que oímos a Edmund carraspear y nos separamos lentamente, como si no quisiéramos hacerlo, como si diéramos por hecho que no podríamos volver a unir nuestros labios, nunca más...

La llamada (Peter Pevensie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora