Capítulo 3

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—Así que… ¿De dónde sacaste a ese rubio?

Itachi lo ignoró deliberadamente, ni siquiera él sabía la respuesta.

—Oh vamos Itachi, dime —insistió Deidara poniendo ojitos brillosos pero el azabache no le prestó atención, en cambio siguió con su lectura—, eres tan mezquino como los políticos —terminó por decirle cruzándose de brazos.

—¿Quieres dejar de decir tonterías de una vez y ponerte a estudiar? Que para eso has venido aquí.

—Bien, bien, como sea —restó importancia haciendo un gesto.

«¿...Que se supone que deba hacer con él? —pensaba Itachi.»

«Aún no me convence lo que está pasando, yo no creo en la magia y las hadas.»

«Tal vez el chico no tiene un lugar donde vivir y por eso hace esto.»

«Es lindo… Ok no, bueno si, pero el punto es… El punto es ¡¿Qué rayos estoy pensando?! ¡Solo debo sacarlo de mi casa y ya!»

«Sin embargo lo dejé que nuevamente se quede durmiendo en mi cama.»

Suspiró ante aquellos pensamientos e intentó concentrarse nuevamente en lo que hacía.

—¿Por qué suspiras? ¿Es por aquel rubio? —se burló  Deidara— Te tiene mal ¿no? —rió.

—Si vas a estar todo lo que queda de la tarde así es mejor que te retires —le dijo neutro sin despegar la vista del libro.

—Ay no seas tan amargado, espero que el rubiecito ese te pueda poner un poco más feliz.

—Shhh.

—Ah… —suspiró exageradamente— Eres todo un caso… —tomó su libro y de reojo miró a Itachi— perdido.

Unos ruidos como de cosas cayéndose se oyó proveniente del piso superior.

—¿Qué sucede allí arriba? —preguntó Deidara, pero Itachi no le contestó, simplemente se puso de pie y a prisa subió las escaleras seguido por su compañero.

Al abrir la puerta se encontraron con un rubio corriendo por toda la habitación tirando cosas y persiguiendo a algo que a su vista era invisible.

—Uy, uy, uy —Deidara se emocionó ante el desastre— ¿Qué te sucede pequeño?

El rubio menor no le prestó atención, siguió con su persecución hasta que en el momento dado dió un salto y cayó agachado frente a los espectadores, con sus manos cubrió algo en el suelo que ellos no vieron por tal ligereza.

Sonrió y se puso de pie con ambas manos juntas.

—¡Mira lo que atrapé! —dijo contento— ¡Es para ti! —tendió sus manos hacia Itachi quien lo escudriñó con la mirada— ¡Tómalo! —sonrió deslumbrante con felicidad pero Itachi

—¡Ah que va! ¡Si no lo tomas tú lo tomaré yo! —Deidara habló y abrió las manos del pequeño para tomar lo que ocultaba— ¡Ahhhh! ¡¿Pero qué te pasa engendro del demonio?! —Deidara saltó lejos moviendo las manos frenéticamente y dando saltitos.

En las manos del rubio menor había una araña gorda y peluda de patitas largas. Por el aspecto que tenía se veía venenosa.

Itachi quedó impresionado al ver como sostenía al bicho ese. Se alejó un poco, no era que tuviera miedo ni nada por el estilo, tal vez sí impresión.

Le dió escalofríos al imaginar que eso estuvo rondando por su habitación y él no lo notó.

—¡¿Te gusta mi regalo?! —preguntó meloso y sonrojado el rubio.

Mi mascota [ItaNaru] [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora