Mysterium (Wigetta)

Prólogo

Samuel, hijo de un sacerdote, vive en un pequeño pueblo en las montañas, un pueblo con historias tan fantásticas como tenebrosas, con un pasado escalofriante digno de una novela de Edgar Allan Poe. Su padre, un hombre de Dios, trabaja por el bienestar de la comunidad, pero tiene en secreto la habilidad de percibir el mal, desde comienzos de su vida sacerdotal se ha ganado fama como exorcista en el pueblo.

Samuel tiene una vida normal, pero con la llegada de un nuevo chico al instituto comenzará a salirse de su zona de comodidad. Cada vez que está cerca de él cosas extrañas ocurren. Muertes misteriosas comienzan a ocurrir luego de la llegada de este chico, su curiosidad será más grande que su miedo. Se zambullirá en una mar inhóspito y desconocido, sus ojos verán cosas que jamás debieron ser vistas por ojos mortales. Sus sueños se convertirán en pasadizos a los rincones más oscuros de su alma. Conocerá personas nuevas, algunas con almas oscuras, otras con almas iluminadas, cada una le mostrará un camino diferente que tomar, pero él tendrá que decidir por cual transitar.

Este misterioso chico, con un pasado tan oscuro como el mismísimo petróleo, pero con un alma tan blanca como la nieve, se dejará llevar y arriesgará la vida de Samuel, exponiéndolo a cosas que jamás debió conocer. Correrá peligro de muerte a su lado, pero ninguna advertencia servirá para alejarlo del peligro que corre al estar curioseando en mundos ajenos al suyo. Este chico tendrá que fungir el trabajo de protector, su salvaguarda, la oscuridad que se convierte en luz para guiarle a una vida tranquila.

Como un avión que atraviesa turbulencias será la vida de Samuel junto a este chico, la única diferencia serán las cicatrices que deje la oscuridad en el alma de Samuel. Cicatrices que solo la más poderosa luz podrá sanar.