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Las cosas con Harry no eran sencillas. Jamás lo fueron, y eso es algo que Noah supo desde el primer instante que se cruzó con él.

Esos ojos esmeraldas que te encierran en un abismo de dudas, intentando averiguar qué era lo que pasaba por esa pequeña cabeza rizada. Sus labios solían entreabrirse, intentando decir algo que después decidía callar y mantener para sí mismo—algo que pudo quitarle después de tiempo juntos.

Harry odiaba las verduras, cuando no estaba su coach viéndolo, solía empujar el brócoli fuera del plato. Incluso ir a la comida china era un desastre, pues el pollo agridulce se acababa en un santiamén y las verduras eran dejadas para la menor. Eran acciones que nunca le molestaron, tan sólo le hizo aprender a pedir por más pollo al rizado, quien sonreía avergonzado y cargaba un poco más a la tarjeta por ella.

Harry no podía controlarse cuando se trataba del football. Tenía comida chatarra por dondequiera y acurrucaba a Noah a su lado, a pesar de que ella sólo le preguntaba de qué se trataba durante todo el partido—fue al inicio de la relación, pues ella aprendió rápido al verle en las prácticas—; gritaba por las anotaciones y maldecía por las malas jugadas mientras que la menor sólo reía y tomaba un par de nachos.

Harry jamás fue inteligente, y aun así intentaba explicarle del arte, la filosofía, todo aquello por lo cual había caído su amor, por lo que ahora vivía. Le veía asentir y enseguida sabía que no había entendido ni pío de todo lo que dijo, y aun así adoraba la forma en la que sólo se acercaba y le besaba. Así, lento. Cuidando no resquebrajarla entre sus brazos, como si eso fuese posible.

Él siempre fue tan delicado con ella. Tal cual jardinero al cuidado de sus rosas, esperando que no se marchitaran, platicando con ellas en la mañana y besándolas al final del día, después de darles mantenimiento y regarlas.

Y repetía: las cosas con Harry no eran sencillas.

Después de aquella llamada en la madrugada, él volvió a llamarle y ella contestó.

Se repitió cinco noches, hasta que ella dijo que se detuviera.

Y aun así, la siguiente semana volvió a responder.

A veces eran pláticas triviales, otras veces se preguntaban qué tan mierda fue su día y de pronto estaban esas llamadas en las que Harry repetía cuánto le extrañaba, la razón por la que ella colgaba.

—Te extraño.

—Sabes bien que yo a ti también.

Y corta la llamada.


Ballet & Flowers [h.s. -Short fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora