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Pisó los talones de las leyendas.

Un sinfín de trofeos colocados en orden alfabético durante el verano y por tamaños durante el otoño. Su vida era monótona en todos los aspectos que ésta abarcaba: el ducharse era demasiado gris, la comida tenía un sabor bastante plástico y el sexo ni siquiera provocaba un morbo o deseo placentero: tan sólo parecía una rutina.

Los tatuajes habían disminuido su efecto tortuoso hasta ser prácticamente inexistente. Ya no estaba aquella adrenalina de sus dulces 16, cuando temía por que su madre le descubriese aquel que se hizo en el interior del bíceps. Ahora sólo era otra impresión de tinta sobre su piel, como una de las varias que ya estaban en la misma, dejando tan sólo unas cuantas zonas de piel libres para tatuar también.

Encendió la TV, como solía hacer cada mañana y colocó el canal de noticias: algunas muertes, otros heridos, diferentes campañas para la salud y no olvidar la sección de deportes; victorias y derrotas. Caminó hacia la cocina para tomar su tazón, oficialmente personalizado con el logo de Packers y su nombre grabado con total atención en él, alguno de sus tantos caprichos durante todo este tiempo. Sirvió su cereal favorito y lo llenó con leche, caminó hacia el frutero para coger una banana la cual rebanó sin cáscara encima de su cereal.

Sus rulos se movieron simultáneos a la sombra de sus pasos hacia la sala, donde toma asiento y sigue viendo el rutinario canal. Todo parecía tan muerto, incluso el hecho de que la ciudad ya no era la misma desde que los colores de la castaña desaparecieron de aquel departamento. Habían dejado de resonar las risotadas entre los pasillos y las paredes perdieron pronto los colores que ella había colocado.

En un arranque, Styles había enviado a pintar todos los colores que Noah había plasmado alguna vez mientras estaban juntos, dejando todo en tonalidades opacas, casi nulas a la felicidad.

Soba sus sienes, porque a pesar de haber forjado sus sueños y logrado sus metas, sentía que había algo por llenar dentro de él y lo más frustrante era conocer qué era. No había sexo que quitara de su mente aquellos ojos castaños con un corazón puro reflejado, sus delgadas piernas níveas enroscadas a su cintura, apegándole más hacia ella mientras le abrazaba con necesidad. La extrañaba tanto y habían sido ya demasiados años sin ella.

Maya había desaparecido de su vida, pues nunca fue capaz de llenar el vacío que Noah dejó en él. La chica se decepcionó de haber invertido tantos años en él como para no ser apreciada como merecía y Styles fue el primero en comprender que ella no debía de desperdiciar su vida así, que merecía alguien que la amara por completo, no sólo por un placer sexual.


"—Sabes bien que esto no tiene futuro. —Dijo mientras se acomodaba junto a ella en el sillón, viendo el capítulo 17 de la temporada 11 de Grey's Anatomy. Maya le había contagiado el fanatismo.

Ella gira su cuerpo y le observa con una sonrisa condescendiente. Lo entiende, siempre le entendió. Supo que ella era su mejor amiga, sin embargo, no llenaba el espacio que Noah dejó y no podía corresponder el amor de la morocha como ella lo anhelaba.

—Terminemos el capítulo y después me ayudas a empacar mis cosas."


Harry aún se contactaba con ella a través de mensajes. Le había contado que conoció a un ingeniero bastante atractivo; le llevaba algunos considerables años, sin embargo, la trataba como una reina y desde hace un tiempo que vivían juntos. Se había retirado de trabajar con Green Bay para poner su propio local y ejercer su profesión. Eso había provocado una sonrisa en el rulado, quien ahora disfrutaba de usar su cabello corto.

La historia de Maya algo conectó en su mente.

Nada iba a lograr sentado en su sillón.

Ballet & Flowers [h.s. -Short fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora