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Pasan alrededor de tres meses desde aquella reconciliación en el café. Noah le había dicho que el comercial lo hacía lucir como si hubiese olido alguna clase de calcetín sucio y Harry sólo ríe a carcajadas para lanzarle un cojín a la cara y decirle que ese día se había sentido la peor escoria por haberla dejado sola en su presentación como Odette, a pesar de haberle sido recordado en múltiples ocasiones que lo importante había sido su presencia en las que le siguieron.

Después de su gran desempeño como Odette, las llamadas se hicieron presentes al pequeño móvil de Noah, quien atendía como le era posible y todas eran para distintas representaciones, siendo la ganadora su siguiente proyecto: Clara en El Cascanueces. Era un proyecto nuevo que aun conformaba gran parte de sus sueños, aquellos que pensó imposibles durante su infancia pero ahora se volvían realidad, con ella encarnando a los personajes con los que había crecido.

Pero algo cambia.

Harry sabe qué es y Noah finge que él no lo sabe. El de los rizos chocolates se da cuenta cuando le besa la mejilla y ella parece ponerse tiesa, incómoda; los abrazos son fríos, una sonrisa tan forzada, como aquellas que planteaba poner sobre los escenarios mientras daba volteretas alternativas sobre las delicadas pero lastimadas puntas de sus pies. Él intenta darle regalos para reavivar la llama de la pasión y del amor, intenta convencerla de salir al cine pero ella sigue tan frígida como lo estaba siendo desde hace casi dos meses de haberse reconciliado.

La distancia en la cama se hace notoria cuando ella no permite que el de rizos le rodee con sus brazos ni siquiera para calmar el llanto silencioso que la castaña piensa no es notorio, sin embargo tortura al mayor durante las noches a tal punto que se levanta pretendiendo ir por un vaso de agua pero se mantiene en la planta baja por una hora, tal vez dos, mandando textos en el móvil que agravan la situación a un ritmo lento y tortuoso.

Y todo parece resquebrajarse lentamente, como una tijera cortando al ras un trozo de tela, sin una pausa ni un compás al momento de hacerlo, tampoco la piedad contaba para permitirse darle un respiro. Solo era una abertura incapaz de cerrarse y abriéndose mayor espacio conforme las tijeras hacían su corte sin vuelta atrás del daño hecho. Noah comenzaba a convertirse en su propio demonio con los llantos silenciosos en las noches, imaginando sabrá qué cosas Harry estaría haciendo en lugar de jugar un partido, por mucho que Styles intentara disimular.

Todo explota cuando el motivo del gran hoyo en aquella relación recibe un nombre y un apellido: Maya Clark.

Fisioterapeuta de cabeza del equipo, asistida por un par de doctores más, sin embargo capaz de resolver todo tipo de conflicto y lesión por su propia cuenta y apenas movimiento con simpleza la extremidad dañada para dar un diagnóstico certero, una recomendación correcta y obteniendo los mejores resultados de Estados Unidos, como todo excelente doctor dentro de un equipo de la NFL. Packers estaba a salvo en manos de aquella mujer, sobre todo Harry, quien la había empotrado ya unas cuantas veces sobre la camilla de su consultorio.

Rosewood está hecha un desastre entre gritos, lágrimas y un lanzamiento constante de cualquier objeto que pueda llamar arma entre sus manos. Harry intenta hablar con ella pero no lo permite, ni mucho menos tiene derecho de hacerlo, por lo menos es consciente de eso, así como está enterado de que sus acciones no fueron las mejores. A pesar de ello, su amor por la más pequeña se reduce a este momento, donde no quiere verla partir, donde quiere que permanezca a su lado, pero es incapaz de sostenerla cuando cierra la puerta con sus maletas arrastrando tras de ella.

Se siente triste, avergonzado. Su dignidad y su orgullo parecen haber desaparecido cuando la castaña los arrebata de golpe junto con su partida, no llevándose únicamente eso, sino también su corazón completo.

Ballet & Flowers [h.s. -Short fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora