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Max colocó los ojos en blanco mientras ayudaba a uno de los cisnes con su sutil maquillaje. Todo el elenco se encontraba casi listo para salir a escena, las bailarinas practicando algunos movimientos delicados sobre las puntas de sus pies ya agotados de tanto practicar una y mil veces las mismas escenas en busca de la perfección, los chicos preparados y el príncipe siendo el más vanidoso de toda la escena tras bambalinas.

Sin embargo, había una persona que ni siquiera había comenzado su maquillaje, que apenas y había recogido su cabello en aquel relamido moño alto a la par con la elegancia de Odette, pero sus mejillas se encontraban empapadas en la salinidad de sus lágrimas y la amargura de su tristeza y lo peor era que todos podían escucharla pero muchos preferían ignorarla y otros no encontraban apto el acercarse para dar unas cuantas palabras hipócritas de consuelo.

El llanto no paraba y el maquillista se encontraba harto de no poder colocarle siquiera la base para comenzar el trabajo con ella, que el director era capaz de rasurarle la cabeza con el hecho de que el mínimo detalle hiciera falta en la obra. Todos conocían el motivo de tal sentimiento tan desgarrador en la castaña, y era la ausencia de cierta silueta de uno ochenta y tantos sentada en el asiento exclusivo para él por el que Noah había peleado tanto que estuviese en la parte frontal.

Harry no había llegado.

— ¡Salen en treinta! —Grita uno de los chicos del staff, entonces todos se alertan y Max, el maquillista, grita y coge todos sus artilugios de sombras y bronceador.

—Deja de llorar, niña. Tienes que lucir allá afuera. —Se acerca a la muchacha y le levanta el rostro contra su voluntad, donde comienza a esparcir el polvo, ignorando el llanto que de pronto se había visto forzado a parar, tomando consciencia de la responsabilidad que tenía encima.

Ella había esperado tanto por ser la protagonista y no podía arruinar el trabajo de los demás, por lo que intentó controlar sus hipidos a como le fue posible y mantuvo la barbilla erguida mientras le eran colocadas distintas y espesas capas de maquillaje con esponjas y brochas bien preparadas. Max, con su rubio porte, era todo un experto desde hace años en esto, incluso podría hacer un maquillaje mejor que el de las Kardashian en menos de dos minutos.

—No vale la pena llorar, amor. —Él consuela con mayor paciencia ahora que se dio la oportunidad de poder preparar a la estrella principal. Sostenía con su mano el dulce mentón ajeno, mirando esos preciosos ojos pardos mientras retocaba los pómulos. —Por lo menos sal, haz triunfar tus horas de ensayo y después échate a gritar tanto como quieras detrás del escenario.

Era un consejo no habitual que salía de los típicos "Sé fuerte", "Ignóralo" o cosas por el estilo, éste te permitía liberar tu alma después de frustrarla durante un tiempo y aquellas le parecieron las palabras más sabias del mundo, las que acolcharon en mayor forma su dolor y las únicas que lograron dibujar en su rostro aquella sonrisa de fortaleza que dedicó al estilista, quien lucía orgulloso de haber logrado aquel efecto en la menor.

— ¡Cinco!

Ni siquiera se dieron cuenta del tiempo, por lo que ella se levantó en un sobresalto y alistó su vestuario con ayuda del afeminado chico, quien le acomodó el tutú a la perfección y peinó unos cuantos cabellos rebeldes que escapaban de su perfecto peinado. Le besa la coronilla y la deja ir con aquellas destacables plumas casi corriendo a su salida al escenario, la cuenta regresiva había comenzado hasta que da el gran salto sobre la punta de sus pies que marcaba la pauta y el inicio de la gran obra.

Harry no apareció.


Ballet & Flowers [h.s. -Short fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora