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33: Familia

(Corregido, SEP, 2021)

Joselyn

Papá.

Mi niña llamó papá a Ethan.

Desde que Anabella había conocido a Ethan que se ha encariñado con él; algo que para ser sincera, me pareció un tanto extraña ya que mi hija es muy tímida con los extraños, con mi novio nunca lo fue, aunque creo que el hecho de que él se halla mostrado dulce con ella desde el instante uno pues sirvió para que la niña se apegara tanto a él, ¿pero tanto como para que ahora le diga papá?

Observo a Ethan y sonrío, cruzándome de brazos.

Literalmente se ha quedado con la boca y los ojos muy abiertos por lo que le ha dicho la niña. No sé si hay confusión o emoción en esos ojos, o aceptación del papel que le ha interpuesto mi hija.

Anabella es una niña muy sensible y bueno, durante días ha estado viendo como es Adam con su hija que es excesivamente cariñoso con su bebé, por lo que supongo que eso creó en mi hija esa ilusión de querer tener un papá como Luna, y ese padre, lo está viendo en Ethan.

Mi bebé.

A mi punto de vista Anabella solo quiere un papá y no se abstiene de pedirlo. Eso solo indica que cuando sea grande no tendrá miedo a pedir las cosas que desea e incluso luchar por ellas con todas sus garras. Yo quiero estar ahí para verlo.

— ¿Papá? —repite Ethan en un tono ahogado—. ¿Me acabas de llamar papá, princesa?

La niña mueve su cabecita, apretando el cuello de Ethan. Me mantengo a distancia y dejo a ambos en lo suyo.

—Sí —la niña dice, entusiasta—. Yo quiero que tú seas mi papá, ¿no quieres? —pregunta, muerta de ilusión y me recuerda aquella mañana cuando me preguntó que sí yo quería ser su madre.

Ethan me mira a mí y veo algo bailar en sus ojos y una sonrisa enorme prenderse en su rostro. Dándome a entender que, él está bastante contento de que mi hija lo quiera como papá.

Oh, eso es muy lindo.

—Entonces soy un padre muy afortunado, tengo la hija más hermosa del mundo —le dice, mirando los ojitos verdes prendidos de ilusión de mi bebé—. Si tú quieres que yo sea tu padre Anabella, a partir de hoy te adopto como mi hija. Dime papá otra vez.

No puedo evitar sonreír por el gritito feliz de mi hija. Tiene papá y uno muy bueno, escogido por ella misma y los niños no se equivocan; poseen ese angelito que los protege, ella sabe que él es bueno. Lo eligió por eso.

— ¡Papá!, ¡papá!, ¡papá!, ¡papito!

La nena como se escucha, hace una canción de la palabra y Ethan termina comiéndose su carita a besos. A continuación me arrastra a mí, con un brazo sostiene a una feliz y risueña Anabella, a la cual le doy un beso en su mejillita rubia, mientras con su otro brazo rodea mi cintura y me mantiene pegada a su costado. Me da un beso en los labios.

—En este momento no quiero pedir más a la vida porque tengo todo lo que necesito: una mujer a mi lado que me hace inmensamente feliz y además, una hija a la que pienso dar todo el amor del mundo. Las amo —dice él, sus ojos brillando con una dicha inmensa.

Vaya, jamás me pude haber imaginado que la idea de tener una hija le diera tanto placer, pero al parecer me falta mucho que conocer de ese hombre aún.

Minutos más tarde como una gran familia conformada comemos los tres en la mesa la deliciosa comida que ha preparado la señora, Gema. Anabella normalmente me deja alimentarla, pero hoy me ignora completamente para ocupar las piernas de su ahora padre, quien se dedica con una ternura que me derrite el corazón a que la niña coma de su mano. Mi hija está más que feliz y abre su boquita cada vez que Ethan le ofrece un nuevo bocado, pasado un largo momento sacude su pequeña cabecita negándose a comer más mientras hallarse llena. Pero, no se aparta de su padre y en su lugar se deja caer sobre su pecho. Ethan la rodea con sus brazos y deposita un beso sobre su cabeza.