23: Como el sol después de un largo invierno

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(Corregido, SEP, 2021)

Joselyn

—Joselyn, ¿puedo hablar contigo? —pregunta Sofía entrando en mi recámara mientras yo me cambio de ropa, encontrándome semidesnuda sólo con unas bragas y los pechos al aire—. Disculpa, yo... debí tocar antes de entrar.

Suena apenada e intenta devolverse pero yo la detengo.

—No importa, Sofía, entra —le pido mientras termino de colocarme ropa cómoda de estar en casa, unos pantalones cortos y una playera sin mangas—. ¿De qué quieres hablarme?

Me había dado cuenta que Sofía ha estado algo preocupada y baja de energía durante los últimos días, aunque trato de disimularlo pude percibirlo por ser poco inusual en ella. Por lo general es muy risueña y comunicativa a pesar de sus problemas, eso es más que admirable en ella.

—Disculpa el atrevimiento, pero créeme Joselyn que no sé a quién recurrir. Solo espero que tú sí puedas ayudarme.

Veo como sus ojos se llenan de lágrimas y me preocupo. Es una buena chica.

—Ven Sofía, vamos a sentarnos. —Nos acomodamos sobre mi cama, yo colocando mis piernas bajo el cuerpo—. Ahora por favor dime, ¿qué te sucede? ¿Qué te atormenta?

Se seca las lágrimas con el dorso de la mano.

—Es mi madre...

Cualquier cosa que vaya a decirme sobre su madre debe de ser grave porque sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas nuevamente, su voz sonando temblorosa y le fue imposible continuar hablando. Mis manos rápidamente tomaron las suyas, las siento frías al tocarlas.

—Cualquier cosa que necesites, Sofía si está en mis manos voy ayudarte, solo necesito saber qué es. Dime qué ocurre con tu madre.

Sorbiendo las lágrimas se dispone a contarme que la tiene tan inquieta.

—Mi madre está enferma, tiene cáncer de estómago y necesita un tratamiento muy costoso para poder salvar su vida. El problema es que yo no tengo ese dinero y mi padre... es un borracho que se la pasa de bar en bar, ni mi madre ni mi hermana pequeña ni yo le importamos en absoluto... Joselyn no sé qué hacer, pero no puedo dejar morir a mi madre, no puedo.

Sofía comienza a sollozar con más fuerza, su cuerpo temblando por su llanto y siento tan profundamente su impotencia y dolor que la atraigo a mi pecho para sostenerla con mis brazos, mojando ella mi camiseta con sus lágrimas. Pobre chica. Su situación hace mucho sé que no es la mejor es la razón por la cual le tengo mucha consideración y le pago el doble de lo que cobra una niñera hoy en día, aparte de una muy buena remuneración por sus horas extras. No lo hago por lástima sino por el mero hecho de ayudar a alguien que necesita con algo que a mi prácticamente me sobra y a ella le hace mucha falta, el dinero, y para muestra un botón.

—Tranquila Sofía. —Intento calmar sus sollozos masajeando su espalda y hablándole con suavidad—. Si necesitas mi ayuda yo te la voy a dar. No te preocupes hermosa, todo va a estar bien.

Sale de mi abrazo, levantando la vista para mirarme por debajo de sus pestañas húmedas. Puedo ver como se han iluminado sus ojos al escuchar mis palabras.

— ¿Lo dices en serio?

Yo asiento y la chica se arroja a mis brazos nuevamente, abrazándome con fuerza. Le devuelvo el abrazo. Mi madre es una intensa y me saca de mis casillas en ocasiones con esas ganas de casarme que tiene, pero si ella estuviera en una situación así me sentiría morir. La amo.

—Cuenta con mi ayuda para tu madre.

Sonríe entre lágrimas.

—Eres un ángel, Joselyn. Te prometo que te pagaré hasta el último centavo, no sé cómo pero te juro que lo haré.

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