31: Afortunado

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(Corregido, SEP, 2021)

Ethan

Al salir del despacho la busco y la veo en la sala. Se ha puesto mi camisa y al ser tan pequeña casi le sirve como vestido, igual luce sexy en ella mi ropa.

—Aquí estoy, ojitos —estaba de espaldas, buscándome ansiosamente.

Al escuchar mi voz gira y dos segundos tardan antes de que la tenga en mis brazos. La estrecho con ellos y no pasa desapercibido ante mí como parece temblar. Se aferra con demasiada fuerza a mi cuello, y no es por el frío de la noche.

—Ethan... —susurra entre mis brazos, me ha parecido haberla escuchado gimotear. Arrugo la nariz.

— ¡Ey!, ¿qué sucede, amor?

Termino posando mis dos manos en sus caderas y la alzo. Sus piernas se entretejen alrededor de mis caderas, entretanto, me aprieta muy fuerte con sus delgadas y delicadas manos. Si dijera que parece una niña pequeña en mis brazos, no miento.

—Me desperté tras tener un mal sueño, y no te vi en la cama conmigo —me dice en un hilito de voz apagado.

Su cabeza se halla apoyada contra mi hombro y mi mano se desliza por sus cabellos, acariciándolos con mis dedos mientras con la otra la mantengo muy apretadita a mi cintura.

—Tuve que hacer una llamada importante, preciosa, pero aquí estoy. No mi iría a ninguna parte, no sin ti. —Beso su mejilla, está fría.

—Quiero que me abraces al dormir para sentirme segura, por favor. No me dejes sola, tú espantas mis pesadillas.

Dejo un beso en el costado de su cuello, ella está tan asustada con lo que le está sucediendo; tan intranquila, y ahora resulta que hasta pesadillas tiene. Ni siquiera puede dormir en paz.

Maldito Hamilton.

Si las personas murieran solo con desearlo de esa escoria no quedaría nada. Aunque me alegro bastante que Joselyn le hubiese dado ese disparo. Se nota que tiene agallas, prácticamente se podría ver como si le hubiese cobrado el disparo que me dio a esa escoria obsesiva. Pero a sinceridad, de haber sido yo con esa pistola en la mano lo habría hecho en sus bolas.

— ¿Quieres que te abrace? —inquiero, apretándola tan fuerte contra mí que parezco querer meterla dentro de mí cuerpo, intentando calmar su temblorcito y calentando su cuerpo frío.

—Sí —dice, su voz suena un poco adormilada.

Yo también muero de sueño, aunque es muy temprano en comparación con la hora en la que regularmente duermo, pero si tenemos en cuenta que llevo días sin dormir decentemente es totalmente comprensible.

—Entonces vamos a dormir y te juro que no te voy soltar en toda la noche, ni está ni ninguna otra.

—Me lo prometes.

Beso sien.

—Te lo prometo. Vamos a la cama, amor.

—Por favor no me sueltes, lo prometiste. —Me suplica Joselyn en la cama, casi quedándose dormida mientras la rodeo con mis brazos. Su cabeza descansa contra mi pecho, sus piernas están enredadas con las mías como si fuera una cadena, y su cuerpo queda a un costado del mío.

—Nunca te soltaré, amor. Ni en cien vidas te soltaría. —Beso sus labios, ya se ha quedado casi dormida.

Y así nos quedamos dormidos, mientras la lluvia cae, abrazados y sin soltarnos. Piel con piel, totalmente desnudos.

***

Mis ojos se abren en la mañana al sentir unas suaves caricias de unas tiernas y delicadas manos deslizándose por mis pectorales, haciéndome suspirar hondamente. Entonces, la veo y una sonrisa aparece en mis labios inmediatamente. Tan bella.

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