34: El pasado atrás

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(Corregido SEP, 2021)

Joselyn

Para salir esta noche me decido por unos jeans negros entubados muy ajustados que pueden servir como una segunda piel, y una camiseta mangas cortas color rojo y mientras me visto no pude evitar pensar en mi padre, inevitablemente.

Tuerzo la boca.

Le había dejado el trabajo tirado en la empresa a Eduardo Paterson sin dar ninguna clase de explicación, aunque por suerte la agencia cuenta con otro fotógrafo aparte de mí, así que eso no es lo que me preocupa en sí, sino el hecho de que se entere que había entrado a su despacho, robado su arma y utilizado para disparar a un hombre que para colmo es su socio, uno que él considera un santo cuando es un demonio, ¿querrá matarme?

Inspiro profundamente.

Odio estar viviendo esta maldita situación. Tener miedo y estar asustada la mayor parte del tiempo de que a pesar de la lejanía Dante Hamilton logre dar conmigo es desesperante.

Hijo de puta, maldigo dando un golpe seco sobre la cómoda con mi puño cerrado, cargada de ira, furiosa y harta de toda esta mierda y de él, de ese imbécil que en poco tiempo acabó con mi felicidad y mi vida tranquila, donde podía trabajar en lo que me gustaba e ir donde yo quisiera con absoluta libertad. Ahora parece que no tengo vida y menos salud mental, él me la arrebató de golpe.

Desde que ese engendro de Satanás apareció en mi vida pocas veces he sabido lo que es dormir una noche completa sin tener pesadillas con su siniestra persona.

Miro la palma de mi mano, deteniendo mis ojos por más tiempo del que puedo contar en ellas. Las cierro clavándome las uñas en la carne y me miro al espejo, devolviéndome a mí misma la mirada a través de mis ojos violetas que aunque deberían centellear, tan brillantes que podrían competir con una constelación de estrellas, pues estoy con el hombre que quiero, el que me hace feliz, es todo lo contrario.

Vuelvo a mirar mis palmas, viendo en ellas la marca de mis uñas.

Soy feliz a medias y siento mis manos sucias por causa de Dante Hamilton, porque aunque no lo asesiné como el perro que se merecía disparé un arma contra él y yo nunca me hube imaginado haciendo algo así a una persona. No soy de hacer daño a nadie, pero ese hombre...

Por favor, necesito que esto, esta pesadilla en la que se ha convertido mi vida, pare de una vez por todas. Necesito que pare o de lo contrario terminaré perdiendo la razón. Tomo tres inspiraciones profundas, tratando de calmarme.

Mis ojos pican, las lágrimas se hallan muy cerca, sin embargo, no lloro, no las dejo salir. No por ese infeliz. Aplano los labios, conteniéndolas en su lugar.

Ethan me informó que le ha puesto un detective privado a Dante y eso me pareció una excelente idea cuando me lo comentó. Yo más que nadie quiero saber qué esconde ese enfermo. Porque de que algo esconde, apuesto mi alma al diablo que sí. Quizás estamos lidiando con un asesino en serie, un demente trastornado, un sádico...

Niego con la cabeza y dejo de pensar en Dante. No ahora.

Intento recoger mi pelo en una coleta; está largo otra vez así que me estorba y tendré que pensar en otro buen corte, pero maldigo para mis adentros al ver una marca en mi cuello.

Argh.

Un jodido chupón.

¿Es en serio? Ethan. Le he dicho en más de una ocasión que odio infinitamente que me deje esas marcas en el cuello. Se ven horribles, pero el señor hace caso omiso y me deja marcada. ¡Pero es que yo lo mato seco!... No. Ladeo la cabeza con una sonrisa tonta en los labios y dejo caer el pelo sobre mi espalda, de vuelta.

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