29: Tuyos mis latidos.

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(Corregido, SEP, 2021)

Joselyn

Cuando vi a Ethan después de tantos días, tuve dos reacciones que no supe mucho cómo manejar. Primero: la sorpresa ligada con una gran emoción de volver a ver esos ojos grises que me mantuvieron en vela durante días sin dejarme dormir; los que tanto había extrañado. Verlo se sintió como fue volver a la volver a sentir que estaba viva. Contrario a todo, no puedo siquiera intentar negar que me llenara de dicha el volver a verlo.

Le echaba tanto de menos.

La segunda reacción fue la que me hizo salir corriendo de él: el miedo. Ya se sabe la razón por la cual puse distancia entre los dos, por la cual decidí alejarme aun cuando sabía que iba a morirme de dolor; no permitir que le vuelvan hacer un daño que él no merece. Pero, Cara— que debí suponerlo después de todo lo que insistió para que le llamara—, le avisó en contra de mis propios deseos, pasando por encima de mí.

Es una traidora.

La noche anterior la había sorprendido en mi cuarto, pero me salió con la excusa de que había entrado para ver si me encontraba bien. Eso me dijo la señora. No sé por qué le había creído. Quizás porque definitivamente he estado demasiado abatida durante los últimos días que apenas si le di cabeza .

Ahora Ethan está aquí, me ha encontrado pese a todos mis esfuerzos y aguantar el dolor que provocaba su lejanía, por mantenerlo a distancia. Otra vez estamos en el mismo lugar y sé no podré escapar de él por más que lo intente. Tampoco podré escaparme de tener que confesarle lo que está sucediendo. No tengo salida y la verdad me aterra su reacción.

—Señor —saluda una mujer madura abriendo unos enormes ojos mieles con sorpresa al ver a Ethan entrar en la sala de su rancho.

—Hola, Gema —le devuelve Ethan el saludo a la mujer con un tono de voz muy cálido y como si le tuviera un gran cariño.

Recargo mi cabeza sobre el hueco de su hombro. Oliendo su perfume y sintiéndome bastante cómoda entre sus brazos, aunque cuando me duelen las rodillas un poco por los raspones que tengo en ellas. Había sido una gran caída por intentar huir de Ethan cuando sabía que no podía hacerlo. Tal como me dijo, soy una jodida terca.

—Oh, pero que sorpresa verle por aquí de nuevo —dice la mujer, veo el brillo de la ilusión impregnar sus ojos.

—Lo mismo digo, Gema. Te extrañé un montón.

La señora sonríe y al hacerlo no solamente se le marcan unas arrugas en la cara, también sus ojos se encuentran con los míos. Le doy una pequeña sonrisa abrazando el cuello de Ethan sin ánimos de soltarlo.

—Veo que viene acompañado —comenta la mujer sin dejar de mirarme, no de una manera que parece intimidante. La forma como lo hace es hasta dulce, luce como la mirada que me dio la madre de Ethan al conocerme, cálida y aceptada.

—Así es, Gema. —Ethan vuelve el rostro hacia mí y deja un cariñoso beso en mi mejilla. Suspiro ante la bonita sensación, una que creí no volvería a sentir. Cuanto la extrañé—. Ella es Joselyn, mi novia.

— ¿Novia? —Suena más como una pregunta que un comentario, mirándome con sus ojos muy abiertos.

—Sí, pero luego de cuento todo, Gema —Ethan dice—. Ahora necesito que consigas alcohol, bolas de algodón, pomada y algunos parches. Cuando los tengas los llevas a mi cuarto. Mi novia se ha hecho daño y debo curarla.

La mujer asiente y Ethan procede a subir unos escalones conmigo en brazos. Por lo poco que pude ver mientras subía—para entrar segundos más tarde en una enorme recámara—, es que su rancho es muy bonito y acogedor. Tal como el de, Cara.

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