7: Más que un placer

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(Corregido, SEP, 2021)

Joselyn

Mi cabeza está girando junto al mundo a mi alrededor.

Joder.

Lo único que puedo decir es que siento, ese, como si fuera el primer y verdadero beso que me dan en toda la vida. Ha hecho que pierda completamente el control. Ethan Forter, ese dios sexy e irresistiblemente atractivo con el que llevo fantaseando desde hace tres largos años, está besándome en un ascensor, con un hambre que no he sentido en años y mátenme si no digo que sabe cómo el mismo paraíso.

Tras hacer que separe ligeramente los labios, inundó la humedad del interior de mi boca con su lengua, entablando una batalla tan sensual que me hizo querer más. Me hizo querer tanto que me echo a temblar entre sus brazos y gimo bajo la desatada pasión de la que ese hombre me había hecho blanco.

Las manos de Ethan se aferran a mis caderas presionándome contra él. Mi pecho sube y baja tan fuerte, y mi respiración es embarazosamente ruidosa. La sensación que produce en mí tener sus labios sobre los míos logra que mi piel se irrite, que mis terminaciones nerviosas se desaten, que mi mente congele todo lo que he vivido hasta ahora, dejando de existir, disfrutando solo de su cercanía. De su olor. De su calor. Del momento intenso, dulce y cargado de tensión. Del deseo y anhelo. Del sabor de su ser.

Mi cuerpo está tan pegado al suyo que soy consciente de su virilidad con cada fibra de mi ser. Se siente tan increíblemente bien mientras estoy sintiendo la fuerza de mi mano moldeándome a él.

Ah, Diablos.

El calor de sus labios sobre los míos ponen a arder cada rincón de mi alma. Nunca... nunca nada se sintió tan bien. Nunca ningún hombre fue capaz de hacer a mi cuerpo sacudirse de esa forma, temblar así. La forma en que sus labios se unen con los míos es como si fueran la pieza del puzle que siempre había estado buscando, convirtiendo ese beso en el más delicioso que me hayan dado en toda mi vida. Nunca me habían hecho retumbar el corazón de deseo y ansías. Nunca habían hecho a mi cabeza girar de esa manera, olvidarlo todo y solo concentrarme en la forma en cómo sus manos —grandes, anchas y ágiles— se mueven por mis caderas, llenando mis labios con cada toque.

Su boca parece tener la capacidad de desarmarme el alma.

Sintiendo mi cuerpo débil ante la locura de sensaciones que estoy experimentando me aferro a sus brazos musculosos, subiendo en una caricia lenta hasta detenerme en su cráneo, una vez ahí, tomo unos mechones de su cabello entre mis dedos y tiro de ellos con fuerza. El lento ballet seductor continúa con entrecortados gemidos y quejidos y jadeos.

Su pierna se mueve ligeramente y presiona la mía, apretando el vértice de mis muslos y creando un intenso dolor de placer. Empujo más en él, gimiendo suavemente, pidiendo más. Sus gruñidos me penetran con fuerza, mandando vibraciones a cada parte de mí y me es imposible no gemir su nombre.

Pude sentir como Ethan me muerde el labio inferior, entretanto, su mano se mueve hacia abajo para amasar mi espalda, con el placer en espiral a través de mí. Levanta una de mis piernas, y la enrolla en su cintura aumentando mi estado excitado y acaricia con su mano grande la piel de mi muslo desnudo debajo de mi falda. ¡Virgen del cristo! Estoy en llamas y mis bragas están ardientes así como el resto de mí...

Sin embargo, cuando estoy al borde de la locura, de la lujuria y el deseo, se siente un movimiento. El ascensor vuelve a ponerse en marcha y Ethan se aparta de mí como si de pronto hubiera recuperado la cordura de lo que estaba haciendo.

Mis ojos lo miran y los suyos los míos mientras intentamos calmar nuestras aceleradas respiraciones. Sus ojos grises están muy abiertos y sin dejarme ver claramente la expresión en su rostro. Checo sus fosas nasales dilatadas, y más tarde percibo la mueca de una sonrisa tirar de las comisuras de sus labios, diciéndome:

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