Sintiéndome agobiada entre las paredes de mi habitación decido salir, ¿A dónde?, no tengo idea.
Miro la hora en la pantalla de mi celular; casi las seis de la tarde, el sol aún no se encondía.
Llego a una calle muy transitada, y sin pensarlo dos veces hago parar un autobús, el primero que ven mis ojos, sin tener idea en qué momento me bajaría. Miraba los asientos ocupados, y al fondo logré divisar uno del lado del pasillo desocupado. Un chico con la mitad superior de su cara cubierta por un gorro y su boca por una pañoleta dormía, su cabeza estaba afirmada en la ventana, y sus brazos estaban cruzados.
Me perdí en la vista del camino, no se cuánto tiempo pasa antes de que el chico se despierte de un salto y se levante de su asiento apresurado.–¿Me das permiso? –dice mirando las ventanas confuso, de seguro no sabe dónde está.
Le doy espacio para que pase, él se queda de pié frente a la puerta. Veo como se quita la pañoleta que cubría su boca anteriormente y la guarda en el bolsillo de su sudadera.
–Uf, por poco –se dice a sí mismo.
Esa voz... Creo haber visto un poco su rostro al dejarlo pasar. Mi mente reacciona lento, y cuando me doy cuenta, mi corazón comienza a latir más fuerte.
Se baja del autobús, quitándose el gorro de su sudadera, voltea hacia la puerta y su mirada se topa con la mía.
En los pocos segundos que el autobus se detuvo para dejar bajar a aquel chico y parte de esos pocos segundos que nos permitieron cruzar miradas, podría hablar de los sentimientos que con tan sólo mirarme él me pudo transmitir.
Podría decir que en sus ojos vi tristeza, frialdad, y quizá, solo quizá, una pizca restante de amor.El autobus cierra la puerta y arranca, mi mente se encuentra en una batalla pensando en bajarme o dejarlo pasar, pero me levanto sin sentir que actúo por voluntad propia, me bajo al siguiente paradero y corro como si se tratara de una maratón. Cuando logro verlo desde donde estoy grito su nombre con el poco aliento que me queda luego de correr tan rápido.
–¡James! –grito aún corriendo hacia él, se voltea– ¡Espera! –sus pasos se vuelven más lentos hasta que se detiene.
Llego hasta donde está, mi respiración esta agitada, apoyo mis manos en mis rodillas intentando recuperar el aliento.
En ese tiempo ninguno de los dos dice nada, él simplemente se queda ahí, de pie frente a mi con las manos en los bolsillos de sus jeans.
Me enderezo y lo miro, me mira serio, esperando a que hable.–¿Tienes tiempo? –asiente– ¿Me aceptarías un café? –se encoje de hombros, suspiro– Al parecer te comieron la lengua los ratones.
Sin decir nada comenzamos a caminar al cafe que se encontraba en la siguiente esquina. Sólo se escuchaban autos, autobuses y motocicletas, porque ambos estábamos en silencio.
Llegamos, se hizo a un lado para que yo pasara, abrí la puerta e inmediatamente sentí un delicioso olor a café y pastel.Nos sentamos al lado de la gran ventana con vista hacia la calle, miré a James de reojo, su mirada estaba perdida en las luces de la calle.
Bien Emy, y ahora, ¿Que le dirás?.
–Bueno, y, pues... ¿Cómo estás?.
–Bien.
Ayuda, si no es más abierto conmigo se me acabaran las preguntas y colapsaré.
Por suerte, llega el mesero a interumpir ese incómodo y tenso momento.
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Hasta que la apuesta nos separe.
Teen FictionJames Ross tiene un objetivo, conquistar a Emily Jones. ¿Lo logrará?.