—Laura —la voz de Jackson entró por sus oídos. Subió un poco la cabeza para mirarle a través de una rendija de su pelo.
—Jackson, déjame sola —fue lo único que dijo y volvió a agachar la cabeza hundiéndola entre sus piernas.
—No te voy a dejar sola y mírame por favor —Laura levantó la cabeza para mirarlo. A Jackson se le partió el corazón. Se la veía tan sensible y vulnerable, con los ojos y la nariz rojos de llorar—. Por favor no llores, no quiero verte así.
—¿Y cómo quieres que este eh? Abbie se ha reído de mí y no será la única que piense que soy una mojigata. No he besado a nadie. No he estado nunca con nadie. No he tenido sexo con nadie. No me extrañaría que hasta tu pensases lo mismo justo ahora —volvió a esconder la cabeza entre sus piernas para esconder la vergüenza que sentía por haberle confesado todo justo a él.
Jackson era al único al que le gustaría no haberle contado eso nunca. Por algún motivo lo que él pensara de ella le importaba.
Se sentía destrozada. Nunca había estado con alguien por miedo de como la miraran por las cicatrices de su espalda y porque hacía tiempo sentía que no era como los demás. Que no pertenecía a ese mundo. Ahora podía entender que su presentimiento era acertado. No era normal.
—Laura yo no pienso eso y ten por seguro que conozco a los demás y sé que tampoco lo piensan. Mi hermana es un caso aparte, pero olvídate de lo que ella te ha dicho —ella volvió a subir la cabeza y en los ojos de Jackson solo vio sinceridad y un brillo especial que no supo atribuirle a nada en concreto, tal vez al calor que hacía. El chico se arrodilló a su lado quedadon más o menos a su misma altura.
—Muchas gracias Jackson, enserio —Laura se abalanzó encima de él y lo abrazó con fuerza. Jackson se quedó como una estatua ante el repentino gesto de la chica pero a enseguida reaccionó y le correspondió al abrazo escondiendo su cabeza entre el hueco del cuello y el hombro de ella inhalando su exquisita fragancia a fresas. ¿Por qué tenía que oler a fresas? Ese aroma le estaba haciendo volverse loco. Quería oler su pelo, su cuello, todo. Descubrir si todo su cuerpo olía igual.
Laura se sentía protegida entre los fuertes brazos de Jackson y él sentía que el corazón se le saldría del pecho en cualquier momento.
Se separaron poco a poco y se quedaron mirándose a los ojos. Había un magnetismo entre los dos que hacía que la distancia entre ellos fuera disminuyendo. Estaban a pocos centímetros y lo único que podían ver eran los labios del otro.
—¡Laura! —el grito del nombre de la chica les hizo volver a la realidad y rápidamente pusieron distancia entre ellos.
Laura tenía el cuello y los mofletes sonrojados y Jackson no se quedaba atrás tampoco, parecía que ambos estaban compitiendo por ver quien se acercaba más al color del tomate.
Se dieron la vuelta y vieron a los demás a pocos metros de donde ellos estaban sentados. Se levantaron con ayuda del tronco del árbol y caminaron hasta ellos. Jackson iba por delante de Laura pensando en los labios de ella y en las enormes ganas que tenia de probarlos por segunda vez y ella solo pensaba, mientras se limpiaba el rastro de lágrimas de las mejillas, que si no les hubieran interrumpido ellos nadie podría haber evitado que se besaran porque, aunque no lo confesara en voz alta, ella tenía las mismas o incluso más ganas que él de besarle. Y varias preguntas asaltaron su mente con el último pensamiento.
<<¿Que se sentirá besar a alguien? ¿A qué sabrán los labios de Jackson?>>
Con estas y más preguntas en la cabeza Laura acerca del chico que iba por delante de ella, acabó de acercarse a los demás sin atreverse a mirarles a la cara.
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Perseguida
FantasyEl fuego lo destruye todo. Ella deberá aprender a controlarlo para no dañar a los que quiere y para protegerse. Una persecución constante. Todo un mundo en juego. Tendrán que luchar y pelear por aquello que crece dentro de ellos. Ocultarse y huir ya...