Capítulo 31

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Llegaron a la fábrica con Laura inconsciente en la moto de Jackson. Ya eran las 11 de la noche y todos necesitaban descansar. Utilizar los poderes de la manera en que lo habían hecho les había dejado agotados.

Llegaron a casa de Laura y cuando Mónica les abrió la puerta se le saltaron las lágrimas al ver a su hija entre los brazos de su novio. Invitó a los chicos a entrar y les dijo que la dejaran en su habitación.

Mike y el resto se habían ido con la excusa de que ya llevaban fuera de casa muchas hora y sus padres estarían preocupados. Jackson y el resto de ellos les agradecieron su ayuda alegando que sin ellos no lo hubieran conseguido. No creían haber podido liberar a Laura sin la ayuda de ellos y Mike tenía una habilidad para crear planes al instante altamente favorable.

Al llegar a su habitación la apoyaron boca abajo sobre la cama. Jackson bajo al salón y le pidió una tijeras a Mónica. Esta se las dió sin entender que pretendía hacer con ellas. El pelirrojo volvió a subir a la habitación y se arrimó con las tijeras a lo que quedaba de camiseta de Laura y acabo de rajarla para poder quitársela. El sujetador también había salido perjudicado por lo que también tuvo que cortarlo.

La camiseta se había quedado pegada a las heridas. Por lo que era difícil separarla del cuerpo de la chica sin que las heridas se volvieran a abrir. Pegó el primer tirón a una de las heridas, que se reabrió, sabiendo que sería menos doloroso quitársela de golpe que estar quitandoselo poco a poco. Laura no movió ni un músculo, ni siquiera profirió un quejido.

Cuando acabó de quitarle toda la camiseta, o lo que quedaba de ella, la espalda de Laura sangraba a mares. Todas las heridas estaban abiertas y con un color amarillo en los bordes, claro indicio de que se estaban infectando.

Jackson volvió a bajar al salón y estaba vez pidió una tina con agua caliente y una toalla. Cuando lo tuvo todo subió de nuevo al cuarto de su novia. Los chicos estaban donde podían en la habitación miraban todo menos a Laura. Ya no solo por estar semi desnuda sino porque no querían ver como estaba. Les dolía ver cómo habían dejado de malherida a su amiga.

A mitad limpieza de la sangre de la espalda de la chica Mónica entró por la puerta y se quedó de piedra al ver a su pobre hija.

-Ay dios mio- se acercó a su pequeña y le acarició la cara. Seguía pálida y sin moverse.

Jackson acabó de limpiar toda la sangre. La toalla blanca había adquirido un color rojo intenso y el agua de la tina era de color rosa. En la espalda de Laura se distinguían 4 nuevas cicatrices que surcaban las que ya tenía.

-Nathan, curala-

Jackson se apartó de la cama y dejó paso al chico. Los ojos le brillaron en un azul intenso y el agua de la tina volvió a ser de su color natural. Fue transportando gotas de agua hasta las heridas dejando que estas absorbieran todo lo que podía ofrecerles. No sabía si desaparecerían por completo como la herida de la bala o si, por el contrario, dejarían esa marca blanco tiza en la espalda de la chica.

Cuando la sangre dejó de salir y las heridas adquirieron un color rosado, Nathan volvió donde estaba. Él, Apolo, Marc y Ares estaban en la habitación con ellos pero parecían estatuas. No proferían ningún sonido y no se movían de sus lugares. Era como tener 4 perros obedientes y amaestrados.

Mónica le puso una camisa nueva a su hija y la arropó con las mantas para que descansara. Ninguno le había contado que era exactamente lo que le había pasado a su hija, pero prefería no preguntar y Jackson prefería no darle más disgustos que el que se había llevado al ver así a su hija.

Después de darle un último repaso a la chica y ver que se encontraba bien, protegida en su casa, se despidieron de Mónica prometiendo que mañana pasarían a ver como estaba Laura. Bajaron al salón y se despidieron de Josh, el cuál les agradeció haber rescatado a su pequeña con lágrimas en los ojos.

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