Capítulo 13

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El joven se tardó reaccionar, se estaba preguntando que era lo que estaba pasando en ese instante, la mirada de determinación de Casey empezó a cambiar lentamente, y la sonrisa que había hecho justo de haber formulado dicha oración se fue desvaneciendo, ahora en ese momento solo tenía una pequeña mirada de incomodidad, ya que en los segundos que había pasado el tiempo nadie había lanzado ninguna palabra, lo único que lograba oírse, era el tenue murmuro del vecindario y del viento, el último soplaba con lentitud, haciendo que el pasto de aquella casa se movieran con algo de cautela, ya que ni siquiera lograba escucharse su movimiento.

Thomas miró de reojo dentro de la casa del menor, pero sólo se llegaba a ver unos cuantos muebles, eran de una apariencia rustica, de los cuales a Thomas le dieron ganas de sentarse en ellos, de no ser porque todavía trataban de arreglar el problema que traían entre manos.

El silencio incomodo continuó por casi un minuto, pero apenas el joven logró captar aquellas palabras con claridad, frunció el ceño y agarró el borde de la puerta, pensando en cerrarla con brutalidad.

—Llévense sus cámaras escondidas, no pienso caer en una broma en toda televisión—habló con amargura, mientras cerraba la puerta rápidamente.  

Pero no logró cerrarla.

Thomas había actuado rápidamente apenas Connor terminó su última silaba, y puso su pie en el camino que le tomaba a la madera rectangular en cerrarse, atrapó su pie, causándole un pequeño dolor que lo hizo chillar en sus adentros, pero por suerte logro que la puerta no cerrara y dejara a su amiga con un sabor amargo en la boca.

El joven pelinegro abrió nuevamente la puerta al notar aquel obstáculo que impedía que la cerrara, y empezó a maldecir en voz baja, mientras volvía a acomodarse la bufanda con algo de irritación.

—No tenemos ninguna cámara escondida—confesó Thomas, mientras acomodaba su pie adolorido en su posición anterior—, en serio te necesitamos.

—¿Que demonios quieren entonces?—se molestó, pensando en cerrar otra vez la puerta, pero la mirada de Thomas le indicaba que no funcionaria.

—No te molestes—le sugirió Casey, haciendo que las mirada de los chicos se posaran en ella—,  pero queremos que nos ayudes a descubrir un misterio.

La mirada de desdén del muchacho de pecas se había convertido en una de emoción, pero aún seguía algo precavido, pensando que aquella broma les estaba saliendo a la perfección para que el empezara a ganarse algo de confianza de ellos, cuyas caras ya reconocía de algunas clases o en la cafetería. Soltó un leve suspiro, un poco molesto, e hizo un pequeño ademán para que pasaran adentro, mientras se alejaba de la puerta, esperando a que ellos pasaran de una vez.

Thomas y Casey se miraron bastante alegres, y, con gran emoción pasaron rápidamente a la casa del de ojos azules.

Jamas habían visto la casa en anteriores ocasiones, y por alguna razón, Thomas pensaba que esa casa era habitada por puros fantasmas, pero encontrarse con aquella decoración minimalista, con muebles y algunos artículos rústicos, le resulto bastante tranquilizador. Mientras que Casey, estaba totalmente maravillada con toda la casa, nunca llego a pensar lo mismo que Thomas, siempre imagino que, ya que era el sobrino de Paul, cuyo nombre siempre podías escucharse resonar por la ciudad, la casa debería ser elegante en todo su esplendor, y aunque tuviera toques rurales, todo en si parecía bastante acogedor y pulcro.

—¿Quieren tomar algo?—inquirió Connor, mientras cerraba con delicadeza la puerta.

Thomas estaba a punto de afirmar con bastante rapidez, pero Casey le dio un pequeño golpe, ya que no quería que su amigo fuera tan descortés al responder aquella pregunta.

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