Capítulo 15

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Luego que sus últimas lagrimas cayeron de sus ojos marrones, la muchacha, todavía aterrada alzó un poco la mirada, tratando de analizar su nuevo entorno, aunque tuvo que esperar por unos breves instantes, ya que sus ojos que todavía estaban aguados no la dejaban ver bien. En el baño donde estaba metida se le lograba presenciar una pequeña humedad, acompañada de un aire caliente, aquella persona que salió del baño parecía haber salido no hace mucho de su ducha.

Esta sintió un leve ardor recorrer por su brazo, recordando que la sangre que surgía de la herida que la infante le hizo continuaba generando aquel líquido color carmesí que tanto detestaba presenciar. Observó a sus lados, tratando de dar con algo que pudiera tapar la herida, y al ver que ese baño era un poco más alto que los normales, no pudo llegar a un botiquín de primeros auxilios que se encontraba encima del lavamanos.

Maldijo en sus adentros, pero no quería darse por vencida tan pronto, por lo cual empezó a buscar otra solución a su problema, dando con dicha solución tan pronto como volteó la mirada. Se acerco rápidamente al papel higiénico del baño y con sumo cuidado, pero con algo de velocidad lo empezó a desenrollar, quedando un pedazo largo de aquel papel para poder usar con ella.

Se empezó a enrollar el papel en la herida, tratando de hacer como una venda improvisada, la cual, pese a los pensamientos pesimistas de la muchacha funcionó mejor de lo que esperaba.

Observo la venda hecha de papel de baño, pensó que apenas la sangre se secara los papeles que lo cubrían, ya manchados de sangre, se le iban a pegar a la costra que se le iba a formar. Pero era mejor que morirse de anemia en una casa que apenas empezaba a conocer.

No tenía mucho que investigar en aquel baño, no solo porque era bastante pequeño y no había nada interesante para ver, sino que también era incapaz de llegar a algunas partes altas del baño, donde se encontraba tanto el botiquín que la había ayudado como algunos gabinetes, a los cuales ni saltando lograba llegar.

Masculló algunas cosas, y observo la puerta, escuchando algunas voces, pero no lograba captar con exactitud lo que decían, ya que las voces parecían susurrando. Pensó en colocar la oreja, pero no se iba a arriesgar que atacaran desde el otro lado, matándola por estar tan apegada a la puerta.

Sabía que se iba a quedar por un tiempo en el baño, por lo cual trató de distraerse con cualquier cosa que podría notar.


No tuvo la necesidad de abrir los ojos para poder ver a su al rededor, ya que él carecía de estos, sin embargo su vista negra empezó a aclararse, dándose cuenta que se encontraba en la sala de su propia casa. Se sentía con un leve mareo, y su nuca le dolía a horrores, trato de tocársela, pero algo lo detuvo.

Se observó por unos instantes, notando que sus brazos, manos, piernas y pies estaban atados. Esto lo alteró un poco y trató de mover sus tentáculos, planeando salir, pero simplemente no pudo moverlos, ya que también estaban atados.

—Creo que si tratas de moverte más, te lastimaras.

La voz de su hermano Splendor se escucho detrás de él, lo cual casi lo asustó, pero decidió mantenerse calmado, cosa que no logró segundos más tarde, ya que la voz de su hermano mayor le recordó lo que había hecho hace un rato, haciendo que en instantes comenzara a retorcerse en aquella silla, tratando se zafarse de las cuerdas que estaban firmemente amarradas.

—Se volvió loco—Offender rió, mientras se colocaba al frente de él.

Slender pudo notar algo raro en la vestimenta de Offender, tenía sus trajes normales, sin embargo, su sombrero había pasado a ser un sombrero de copa con algunos puntos de colores, parecía un sombrero de repuesto de Splendor, decidió no decir nada ante eso, ya que aún estaba ocupado tratando de desatarse.

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