Capítulo 1

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Yuuri llegó cansado y jadeante a la puerta de su hogar, tomó su mochila y buscó desesperado sus llaves. Las lágrimas que en el camino se le sacaron con el viento, volvieron. Frustrado se sacó los lentes empañados, por ahora no necesitaba ver. Solo quería entrar y poder descargar su ira mientras lloraba estúpidamente.

Logró tomar sus llaves del fondo de su mochila negra y entró apresurado. Se sentía acalorado y furioso, necesitaba una ducha de agua helada. Dejó sus cosas sobre el sofá, las mejillas le ardían, lo atribuyó a la ira y también a haber corrido como alma que lleva el diablo.

Le sobraba ropa por todos lados, mientras caminaba hacia la ducha sus prendas terminaron esparcida por el pasillo. Su cabeza retumbaba como si alguien golpeara con un clavo, cada golpe le hacía sentir el cuerpo adolorido.

Rasgó su cuello con frustración al estar bajo las gotas frías, sentía la incomodidad rozar su nuca. Entonces recordó la primera mirada.

Los dos se encontraban a ambos extremos del patio, Yuuri sonrió avergonzado ante la atenta mirada del alfa. Antes de que Viktor pudiera acercarse el omega fue jalado por sus amigos hacia la próxima clase.

Viktor había apretado los dientes y observado con posesividad al omega de ojos rasgados y cabello azabache que caminaba casi tropezándose. Cuando Yuuri salió del campo de visión de Viktor, el alfa volvió en sus cinco sentidos. Sus amigos estaban perplejos.

Las marcas y lazos no eran comunes en estos tiempos. Sí, existían. Pero solo el 20% de la población lograba coincidir con su pareja destinada. Era un instinto que rozaba lo animal, las hormonas se esparcían e indicaban a los demás la unión de ambos.

Fue extraño notar que era un omega masculino, estos que eran aún más escasos que las mujeres alfas. Y el siempre perfecto Viktor Nikiforov estaba ligado a uno.

Las omegas murmuraron celosas, lo betas se encontraban desinteresados, los alfas decidieron silenciosamente alejarse del omega de Viktor y este último meditaba con el ceño fruncido lo que ocurrió.

Yuuri volvió al presente. Estaba en la ducha, el agua fría se escurría sobre su piel casi evaporándose. Esto le extrañó, trato de reprimir el temor que se le instalaba en el pecho a cada segundo. Se vistió como pudo y aceleró el paso al calendario en la pared de su cuarto. Aún faltaba una semana y media, tomó el termómetro y esperó lo suficiente. No podía ser otra cosa.

Mierda y más mierda. Se le había adelantado el celo, justo cuando no tiene ni una mísera pastilla. ¿Por qué?

No tenía de la que reduce el olor atrayente de sus feromonas; no tenia de esas que disminuían los escalofríos y el creciente dolor corporal; y obviamente tampoco tenía aquella que juntaba ambas y te hacían pasar un celo aceptable. Ahora sí que podía entrar en pánico.

No importaba lo mal que lo había pasado en la semana, era inaceptable no tener alguna pastilla de emergencia. Debió comprarlas con anticipación. Su padre era un beta y no podía marcar con su aroma la casa para que alfas babosos no se atrevieran a poner un pie en ella.
Su padre no era un alfa al igual que su madre y joder, ellos no saben porque tuvieron un hijo omega y una hija alfa. Pero han tratado duro para apoyarlos, a pesar de que es difícil criar a estas dos ramas de la especie y de saber muy poco sobre sus cambios.

Yuuri prefirió dejar de pensar en eso, corrió desesperado hacia la entrada. Se aseguró que la puerta esté extremadamente asegurada, sus manos le temblaban. Tomó su celular de entre las cosas esparcidas en el sofá, quería llamar a sus padres. Pero primero debía ponerse a salvo. En una decisión rápida subió las escaleras y entró al cuarto de su hermana. Se golpeó en la subida, pero no importaba. Estaba ya hiperventilado cuando entró al armario, el miedo calaba profundo en su ser.


...


Viktor llegó a su departamento odiándose a sí mismo, más que eso, se detestaba por dejar que sus inseguridades le cegaran. No merece nada, quizá una paliza, pero aparte de eso, nada bueno. Estaba sentado muy cerca de la puerta, con su espalda apoyada en la pared.

Su casa estaba vacía, como siempre. Por primera vez estuvo feliz por ello.

Inevitablemente vuelve a pensar en Yuuri, en cómo no tiene ni permitido de buscarlo, no tenía ni derecho de ayudarlo en su celo. Sin embargo, no está contento con eso último. Ambos sufrirían.

Él mismo estaba experimentando los estragos de haber estado cerca de su omega en celo y ahora estar a una distancia considerable de él.

En el anterior celo de Yuuri, Viktor estuvo de viaje. Demasiado lejos para ayudarlo, pero eso no evitó el ansia y la tristeza por volver. Las tremendas ganas de acurrucarse contra él y besarle en la frente para calmarlo. Ahora que recuerda eso, se odia más.

Yuuri es su omega, lo sabe y él acaba de joderla a lo grande.

Quiere destrozar a la omega que le mostró aquella foto, quiere arrancarle los huesos y verla retorcerse de dolor. Esta hirviendo en cólera, porque aunque haga eso, no le quitaría gran parte de la culpa.

Yuuri le sonríe abiertamente a un alfa en esa foto y no habría problema, si no fuera porque el omega no le sonríe normalmente a Viktor. No de esa manera tan cálida. Reflexiona, piensa en las sonrisas tímidas que le brindan Yuuri y oh mierda, los sonrojos del omega solo demuestran cuánto gusta de Viktor.

Joder, ahora se siente peor.

En algún punto, el creyó que evitarlo sería la forma de dejarlo libre, para que pueda escoger un alfa y ser feliz. Esto terminó destruyendo gran parte de la confianza cimentada entre ellos.

Se odia, claro que lo hace. Y sin embargo, eso no recuperará la semana de tristeza pasada.

No importa, él volverá a hacer feliz a su omega.

Solo que debe encontrar la forma de ayudar a Yuuri sin romper la prohibición de "No tocar" impuesta por su omega. Viktor está desesperado, ni siquiera sabe si Yuuri llegó sano y salvo a casa, necesita saberlo.

"Si solo le haces una llamada, no tendrá la ferviente necesidad de tocarlo" ahí está su gran solución.

Bingo.

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