Lanzas: Parte 1

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Las palabras del chico joven que estaba delante de mí me causaron dolor de cabeza.

-Si me disculpáis, voy a hablar con mi padre. Jal, Llévales a sus aposentos.

Corrí escaleras arriba. El guardaespaldas de mi padre cubría la puerta en su totalidad. Me choqué contra él y reboté. Me miró fijamente y con una mirada supo la gravedad de la situación. Se echó a un lado, dejándome pasar.

-¡Padre! ¡Padre!- Mi padre boqueó un par de veces y emitió un sonoro ronquido antes de levantarse. -Es un asunto de máxima importancia.-

-Mikael, te juro que como me vuelvas a levantar así, te desheredaré. Y bien, ¿Es un pretendiente? Oh, ¿Ha llegado ya Jal con el medio Targaryen? Si es eso, me voy a volver a dormir. Avisa a tu hermana de que ha llegado. Ni se te ocurra decirle ni a ella ni a nadie que tan solo es medio Targaryen. Eso mancharía nuestra reputación. si alguien te pregunta, es un pura raza.- Me dolía la cabeza. No había tenido que decir una sola palabra y mi padre sabía que iba a pasar. Hace eso todo el rato.

Decidí esperar antes de decírselo a mi hermana. En vez de eso, bajé las escaleras a saltos, de dos en dos. Me tambaleé a través del arco de la puerta. Estaba Jal en el suelo, con uno de los hombres que acompañaban al niñato con un palo en la mano.

-No quería llegar a esto, pero parece que es lo único que se puede hacer aquí para que te hagan caso. Bien, me vas a explicar donde estoy, porque estoy aquí, que voy a hacer y que es tu cinturón, tengo curiosidad.- Su sonrisa burlona me llenó de rabia y tristeza.

-Así sea. Estás en Lanza del Sol, en Dorne. Te han secuestrado, aunque le dimos ordenes directas de que te convenciese por la palabra, para que te cases con mi hermana, Elyzabeth Martell. A la última pregunta, mucho me temo que te vas a casar con ella. Pero tranquilo, es una persona encantadora. Y mi "cinturón" es una espada, que si pulso este botón, se convierte en un látigo. Tiene una cuerda dentro, y el botón la tensa. y ahora, si me disculpas.

Cogí a Jal por los hombros y le arrastré debajo de la puerta. Grite a pleno pulmón: -¡Guardias!- El muchacho hizo ademán de sacar una daga. Le extendí la mano en señal de que no lo hiciese. Los guardias llegaron por detrás mía y se llevaron al pobre Jal. 

-Un segundo, chicos.- Miré al muchacho -Tu amigo parece necesitar atención medica- Dije señalando a uno de sus dos guardias, que parecía un espíritu sin alma -¿Les digo que se lo lleven?- 

-Sí muchas gracias, y el maestre aquí presente necesita que le miren las manos- Masculló el chico, relajándose. 

Susurre la orden a los oídos de los guardias que se los llevaron. Les dije que les acompañaría a sus aposentos. Dejé a su guardaespaldas en una habitación mientras llevaba al chico a otra.

-Todavía no se tu nombre.

-Scott, te lo he dicho antes, ¿recuerdas?- Asentí

Estábamos al lado de la puerta de su habitación y acerqué su oído a mi boca. Le dije suavemente:

-Como me enteres de que le pones un dedo encima a mi hermana, juro que tu familia no encontrará tu cadáver.- Intenté parecer lo más amenazador posible. Le empujé adentro de su habitación y me llené de valor para ir a la habitación de mi hermana.


Nuevas perspectivas. ¿Que os parece? ¡Hasta la próxima!

El dragón y el bastardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora