El dragón y el bastardo

Escamas: Parte 8

Toquiteé las paredes en busca de un lugar por el que poder comunicarme con Albert, que ocupaba la habitación contigua. Las manos todavía me temblaban. Era la primera vez que hacía algo tan valiente en mi vida. Pegué unos golpecitos en la pared y me eché hacia atrás, tumbándome en la cama derrumbado. Me cubrí el rostro con las manos, desesperado. No sabía por qué estaba donde estaba, no sabía qué  iba a pasar. Estaba confuso y me dolía la cabeza.

De la puerta llegó el ruido de un delicado toque con el nudillo. La puerta se abrió a continuación, revelando a lo que pensaba que sería mi futura prometida. Su pelo marrón parecía flotar sobre sus hombros. Su piel canela contrastaba con sus profundos ojos verdes. Llevaba un vestido azul cielo y un colgante en forma de sol dorado.

-¿Te pillo en buen momento?- Asentí con la cabeza. Se acercó a mí. Parecía flotar sobre el suelo, como un ángel. Rodeó mi cuello con su brazo y me dijo:

-¿Sabes quien soy? Oh, por dios. Claro. Mi hermano. ¿Te ha hecho daño? Ugh, le odio.

-¡No! no, tranquila. Es solo que... Bueno... Tengo miedo, ¿Sabes? Es raro.

-Sé como te sientes. Yo a veces me siento así en esta familia. Tu estate tranquilo, yo te protegeré de él. Si te pone una mano encima, no dudes en decírmelo. 

No me moví. Me sentía como un intruso. Ella comprendió y me dejó a solas. Se despidió con un beso en la mejilla y un suave "Adiós"

Pasó un rato hasta que conseguí reunir las fuerzas para levantarme. Entonces me di cuenta de que me moría de hambre. Me tambaleé hasta la puerta y salí al pasillo en busca de comida.

-Quien... ¿Quien eres?- La melosa voz de una muchacha con el pelo rubio casi blanco, como yo, y los ojos azules oscuros retumbó en mi cabeza.

-S... Scott...- Conseguí articular.

-¡Ah! ¡El prometido de Elyza! Un gusto conocerte.

-Si... Ah... ¿Sabes donde puedo comer algo?

-¡Oh, por supuesto! Acompañamé

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